El extraño mundo de Ooo

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El cielonocturno estaba despejado y se podía ver el firmamento en el medio de la noche.Las praderas se iluinaban a la luz de la luna, adornadas con un fondo demontañas tan blacas como montones de azúcar. En medio de los campos de hierba,apareció una luz tan brillante que cegó el cielo nocturno. Poco a poco, aquellaluz se fue desvaneciendo, hasta que desapareció.

Envueltosen aquella luz aparecieron Valeria y Henry. Sin embargo, ellos no sereconocían, igual que no reconocían dónde estaban.

– ¿Henry? ¿Eres tú?- le preguntó Valeria.

– ¿Valeria? ¿Qué te ha pasado en la cara? Bueno, en la cara y demás.

– ¡Eso mismo iba a preguntarte a tí!

Valeria miró a Henry detenidamente. Su pelo corto y negro se había transformado en un rubio casi de oro. Sus ojos habían perdido el color y se habían convertido en dos puntos negros sin vida. Carecía de labios, y su cara era completamente redonda, y más grande. Se fijó en sus manos y pies, que sólo tenían cuatro dedos cada uno. Henry, sorprendido, miró atentamente el cambio de Valeria. Su pelo oscuro se había vuelto azul, completamente lacio y con una especie de flequillo que se separaba del resto del pelo. Su cara era completamente redonda, igual que la de Henry, y sus ojos también eran dos puntos negros, esta vez con una pestaña en cada ojo, la cual parecía que estaba pintada en su cara. Sus labios se habían vuelto de color negro y le faltaba un diente en la parte arriba de la boca. Manos y pies eran de la misma forma, al igual que la cabeza. Sin embargo, Valeria estaba mucho más delgada, por lo que su cabeza resaltaba más. Pero había un detalle que ninguno de los dos sabía describir. Era como si lo que estuvieran viendo no fuera real, sino una pantalla, pero era real. Todo aquello era de solo dos dimensiones.

Los dos amigos se pusieron a caminar en busca de ayuda. Todo era tan raro que tras una larga hora sin encontrar a nadie que les pudiera ayudar Valeria estaba mareada y a Henry le dolía la cabeza. Entonces, a lo lejos de los verdes campos herbáceos, los dos jóvenes pudieron divisar una extraña casa. No sabían si era una casa con forma de árbol, o un árbol con una casa dentro, lo único que sabían era que si querían ayuda tendrían que buscarla en aquella casa. A medida que se acercaban, el sol comenzaba a salir por el otro lado de los campos de hierba. Era un sol raro, ya que no desprendía ningún tipo de luz, solo era un dibujo que salía del horizonte, pero que iluminaba como el de verdad y molestaba si lo mirabas directamente.

Henry y Valeria llegaron a la puerta de aquella extraña casa. Valeria pensó que esa casa le sonaba, pero aún no sabía decir de qué le parecía familiar. Henry llamó a la puerta, y al rato empezaron a escuchar voces y pasos dentro de la casa que se dirigían hacia ellos. Entonces la puerta fue abierta por un joven con la cara igual, ropa azul y una cabeza de oso blanco como gorro.

– Ostias, Finn el humano... -dijo Valeria con la misma cara que le ponía a su hermana cada vez que hacía una frikada.

– El mismo. -respondió el chico.

– ¿Me estás vacilando? Es imposible que Finn el humano sea real.- le dijo la joven.

– No, lo digo en serio. Todos me conocen como Finn el humano. Tú no pareces de por aquí. ¿Quién eres?

– Yo soy Valeria y él es mi amigo Henry. Verás, hemos tenido un accidente un poco extraño...

Valeria y Henry le explicaron a Finn lo que les había pasado. Finn escuchaba atentamente, pero no conocía el nombre de la ciudad.

– ¿La antena de Mediaset?- dijo Finn, extrañado.- Estamos en el sistema mediaset, ¿qué clase de antena es eso?

– ¿Cuando dices sistemas te refieres a planetas que giran en torno a una estrella o simplemente a un estudio de grabación?- le preguntó Henry.

– A lo primero, claramente. ¿De dónde porras sois?

– Pues por lo que se ve, de otro planeta. Vivimos en el planeta Tierra, en el sistema solar. -le explicó Valeria.

– Tierra es como le llamamos a esto desde el espacio, pero estamos en el planeta Boing. Este es el país de Ooo. No conocemos mucho más, nunca hemos salido de aquí porque hay una fuerza que nos impide dejar nuestras fronteras.

– ¿No conoces a nadie que nos pueda devolver a nuestra casa, Finn? No se, alguien inteligente que tenga un laboratorio para investigar... -Le preguntó Valeria, teniendo en mente a la princesa Chicle.

– Sí, conozco a una persona que es muy de ciencias. Es la princesa Chicle, vive en chuchelandia, allí a lo lejos. -Le respondió Finn señalando una tierra hecha de chucherías.- Pero por favor, entrad y os haremos un desayuno, seguro que estáis agotados después de tanto viaje.

– No sabes cuánto, Finn. Las dos dimensiones me dan dolor de cabeza.- dijo Valeria.

– Y amí. -dijo Henry.

Dentro de la casa, todo era de madera: las paredes, el suelo, los muebles... En una esquina había una mesa, donde se sentaron los dos a desayunar. Finn fue a hablar con alguien que había en la cocina. Era más bajo que Finn, ya que el muchacho miraba hacia abajo cuando le hablaba. Valeria y Henry no podían ver a esa segunda persona, pero podían oír una voz grave. Mientras hablaban, los dos jóvenes se pusieron a comentar la situación.

– No deberíamos decirles nada de que salen por la tele.- dijo Valeria.- Si lo hacemos, puede que ya no vivan tranquilos.

– ¿Y cómo hacemos para que Chicle nos ayude?

– Habrá energías similares a la que nos trajo aquí, digo yo.

– ¿Estás segura de que estamos dentro de la tele? Aquí no hay cámaras ni nada.

– Bueno, he estado pensando. Quizás las cosas no sean como creemos. Tengo una teoría.

Tele-artistasWhere stories live. Discover now