Preparados para el trabajo

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De vuelta a la casa del árbol, Finn y Jake les ofreció a los jóvenes alojo en una caseta de madera cercana, la cual Finn había construido varios meses atrás para huir de sus fans haciéndose pasar por Davey.

Valeria y Henry se quedaron solos en la casa. Era la primera vez que iban a vivir juntos, sin sus padres o hermanos de por medio. Esa idea les asustaba un poco, ya que nadie de su mundo era consciente de lo que estaban haciendo, ni siquiera sabían si estaban vivos o no. La princesa Chicle le había prestado a Valeria varios vestidos de cuando era pequeña, vestidos que se pondría para futuras ocasiones en las que ya había pensado. También le había prestado más ropa. Henry no podía esperar más a hacer su pregunta:

– ¿Para qué es el equipo de música?

Valeria cerró los ojos y suspiró. Luego se decidió a a contárselo.

– Quiero ser la Dj oficial de Ooo. Bueno, Dj y cantante. Si Finn tiene razón sobre lo de que canto bien creo que será una buena idea para trabajar y ganar algo de dinero para comer.

– Ah, perfecto. Pero no cuentes conmigo para cantar. Ya sabes que no tengo valor para cantar en público.

– Lástima, la verdad. Bueno, ¿me ayudarás a organizarlo todo por lo menos, no?

– Sí, eso sí.

Costaba esperar un día entero a que el equipo estuviera listo. A Valeria parecía hacerle más ilusión que a Henry. Ella soñaba con triunfar en el mundo artístico de alguna manera. Su pasión por la música era enorme. No se sabía si Henry sentía lo mismo, pero estaba claro que él disfrutaba de la música también, solo que a su manera.

Como era domingo, fijaron menos de una semana para prepararlo todo. Fijaron la fecha de su primer concierto, que abría sus puertas a todos los interesados. Luego hicieron una llamada al Reino de las Nubes, donde tendría lugar el concierto, ya que aquel era el lugar más fiestero del país, el Tomorrowland de Ooo. La entrada solamente costaría una moneda de oro. Los jóvenes consiguieron un club al aire libre.

Pasar la primera noche en Ooo se había convertido en un reto. Era extraño intentar dormir con un ambiente jamás presenciado. Pese a todo, estaban tan cansados de aquel día agotador, y acabaron profundamente dormidos en seguida.

Al amanecer del día siguiente, Valeria y Henry despertaron muy descansados. Les pareció muy curioso que, aunque desayunaran dibujos, aquellos dibujos tenían el sabor de los alimentos de la vida real. No sabían qué decir, de sus bocas no salió ni una palabra en todo el rato. Pero los dos pensaban lo mismo: en visitar de nuevo a la princesa Chicle y ver la obra de arte que les aguardaba en el castillo de Chuchelandia.

El silencio se rompió al sonar la puerta. Finn y Jake les habían llamado para recogerlos e ir a Chuchelandia. Listos para un nuevo día, los dos salieron de casa. Todos pusieron rumbo a Chuchelandia. Pronto pusieron el primer pie sobre las calles de turrón. Valeria sentía un impulso enorme a darle un bocado a cualquier cosa, todo tenía muy buena pinta, pero retenía esa necesidad de devorar aquel reino provocacaries.

La princesa les esperaba en su laboratorio, junto con algo que provocó una gran sonrisa en la cara inerte de Valeria. Aquel objeto estaba ahí, esperándola, listo para comenzar el trabajo. Era una gran mesa similar a la de los Djs.

– El USB va en esta ranura. Aquí hay una clavija para enchufar más altavoces, pero ya de por sí suena estupendamente. Ah, y también he hecho un par de estos.

Chicle abrió un cajón. Sacó dos objetos que iluminaron la cara de Valeria. Eran dos micrófonos, de aquellos que no tendría que coger con sus manos, sino que se llevaban puestos encima. Un gran escalofrío atravesó a Valeria de los pies a la cabeza. Era inexplicable, pero el escalofrío dejó un rastro de esperanza en su corazón.

– ¡Gracias, princesa Chicle!- Valeria le dio un fuerte abrazo, ya que su sueño estaba a punto de cumplirse.

Tele-artistasWhere stories live. Discover now