Memorias de una amistad

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En aquel mundo perdido de la mano de Dios, en aquel reino, en aquel club al aire libre, Henry sentía paz y libertad al mismo tiempo. Valeria estaba sorprendida, pues lo que iba a ser un espectáculo liderado por ella, estaba siendo inundado con la armoniosa voz de Henry. Más aún se sorprendió, cuando Henry, tras terminar aquella canción, miró atrás mientras juntaba las palmas de sus manos, suplicándole con gestos a Valeria otra canción para él. Ella miró al muchacho con cara de sorpresa, y él asintió para confirmar lo que quería.

Henry comenzaba a encontrarse exhausto, mas necesitaba sentir aún más aquella energía brotando de su estómago a borbotones. Tal vez su amiga se hubiera percatado de su agotamiento, pues decidió ponerle una canción más tranquila. Él, sin pararse a dudar, comenzó a cantar:

- Nos pasaron tantas cosas, que ni el mismo Dios lo sabe, vivimos tantas historias corazón que en una canción, ya no me caben. Contigo rocé la gloria y llegaremos muy lejos, me llevaste a la victoria corazón, dándome tu amor tan verdadero. Tu amor me llena de vida, tu amor me da buena suerte, hasta renueva mis pilas cuando gastadas se sienten. Tu amor es luz y alegría, tu amor es lo deseado, tu amor es magia divina y alegra los días malos.

En su mente, mientras cantaba aquella canción, no pensó en otra persona que en Valeria. Recordó todos aquellos momentos que habían vivido, momentos alegres, momentos incómodos, y momentos duros... de los cuales habían salido adelante siempre con éxito. Y recordó que, gracias a ella, ahora estaba allí arriba. De sus ojos brotaron entonces algunas lágrimas, que aunque no llegaron a resbalar por la mejilla, reflejaron el brillo de los focos que enfocaban al joven desde las alturas.

- Encontramos tantas trabas, que la fe movió montañas, nos clavaron mil espadas por detrás, pero la verdad es la que manda. Conseguí tenerte cerca a pesar de los pesares, conseguí que me dijeras corazón, ahora ya no habrá quien nos separe.

En sus piernas comenzó a sentir un extraño cansancio que jamás había experimentado con anterioridad. Era su emoción la que lo había debilitado tanto. No obstante, tuvo una buena idea y se sentó al filo del escenario. La emoción de los allí presentes se disparó.

- Los días malos... Cuando me dijiste lo que tú sentías, cosas buenas en mí sé que pasarían, míralo. Llegaste a mí como un regalo, viniste pa' arreglarme esos días malos.

Henry recitó las últimasfrases de la canción mientras se volvía a incorporar, al mismo tiempo quedirigía su mirada hacia Valeria con una sonrisa. Y al terminar, delante detodos, le dio las gracias por haberle abierto los ojos hacia su verdadero yo.

Tele-artistasWhere stories live. Discover now