La actuación de Henry

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El sonido de una guitarra eléctrica comenzó a conquistar el club. Valeria, al escucharlo, notó cómo su corazón se aceleraba bruscamente. No era una canción cualquiera la que iba a cantar Henry. Por un instante, recordó aquellos viajes en coche, aún cuando su hermana no había nacido siquiera. Aquella sensación de mareo se recreó en su estómago. Necesitaba sacar todo lo que su corazón estaba acumulando, daba igual si volvía a quedar exhausta.

Henry, frente a la gran multitud, procedió a comprobar que su micrófono estaba bien colocado. Cerró los ojos, se olvidó de todo... y su voz empezó a emerger casi automáticamente:

- Cuando menos te lo esperas va la vida y te sorprende. – Todos empezaron a aclamar a Henry. El muchacho abrió entonces los ojos, y al mismo tiempo que un millón de sensaciones lo inundaban, siguió cantando, sintiendo una ola de energía de desconocida procedencia. – Tanto tiempo de vacío que se llena de repente. He vuelto a ver a un buen amigo, a mi colega de siempre. Ese que nunca se olvida, ese que vive en tu mente. Como celebrando un gol nos pegamos un abrazo. Parecíamos dos críos nerviosos por encontrarnos. Cómo te trata la vida, cómo te tratan los años. Qué alegría volver a verte y ver que en ti nada ha cambiado. Y de repente se paró el reloj y volvimos a cantar letrillas por José. Un bocata, una cerveza por el callejón. Y sentí con alegría cómo nos aplaudía el corazón. Y volvimos a sentirnos guerreros por la libertad. Y la luna nos prestó la llave de todas las calles de la ciudad. Y volvimos a sentirnos compañeros de los gatos. Maullando en el tejado de la princesa del barrio. Volvimos a ponerle pegamento a nuestras vidas y a cantar por Camarón por todas las esquinas. Paseando por el barrio rebuscando en sus paredes. Los nombres de viejos colegas con los nuestros aparecen. Éramos una familia que se divierte y se defiende. Cuántas guerras en la espalda guiñándole un ojo a la suerte.

Valeria, desde atrás, también cantaba aquella canción para sí misma con todas sus energías. Tan motivadora, que todos sonreían felices mientras algunos se aprendían la letra sobre la marcha y cantaban con Henry. El muchacho comprendió que las palabras que Valeria le había repetido una vez tras otras no eran palabras huecas. Y tal fue su felicidad, que sin descanso alguno decidió cantar otra más:

- Loco pensando en que llegue el fin de semana para ver a esa chiquilla, la que cautivó mi alma. Boquita dulce, mi niña loca. Besar tu boca es todo lo que me provoca. Sabes que te amo desde lo más profundo de mi corazón, y que si tú no estuvieras, no podría expresar lo que siento. Simplemente necesito que me escuches, porque todas mis palabras, van dedicadas para ti. Mi niña bella, cosita loca, llegó el momento de besar tu boca. Tan iluminada con esa dulzura, robarte un beso es una locura. El decir "te quiero", es muy poca cosa, te regalo el alma, mi niña preciosa. Eres tú mi reina, y por eso grito, a los cuatro vientos, "yo te necesito". Si pudiera regalarte la luna yo bajaría, y adornarla con estrellas sólo para ti, mi vida. Porque tú eres como el mar, bien repleta de corales, y que de mi corazón, niña tú tienes la llave. Sabes que me vuelves loco, y soy solo para ti, y te juro yo, mi reina, sin ti no puedo vivir.

Finn y Jake observaban sorprendidos a Henry. Aquella canción transmitía un deseo irrefrenable de bailar hasta el amanecer. El ritmo penetraba en los corazones de quienes lo oían, recargando las baterías del alma.

- Te lo juro yo, mi reina, sin ti no puedo vivir.

Henry cantaba con una sonrisa de oreja a oreja. ¿Quién le iba a decir a él, quien había sido tan inseguro en el pasado, que acabaría así?

- Bueno, ya tu sabes que la música no conoce fronteras. Henry de Upsala, la voz del flow tropical. Para que te sientas como una reina. ¡Dale! ¡Uh! ¡Ya! – Concluyó Henry aquella canción, dejando completamente atrás su vergüenza y timidez.

Tele-artistasWhere stories live. Discover now