Capítulo 3

7.7K 448 17
                                    

Dos toques en la puerta me hicieron sacar la cabeza del armario

-¿Puedo pasar?

-Entra – acepté a desgana

María entró con cuidado, cerrando tras de sí para ir a sentarse en mi cama

-¿Estás bien?

-Evidentemente no – bufé, volviendo a adentrarme en las profundidades de los montones de ropa

-También es verdad – afirmó - ¿Me puedes contar por qué te has puesto así?

-Vamos a ver – me masajeé la sien, tratando de calmarme y ordenar las ideas – Esa canción es la misma que sonaba la noche que…bueno, ya sabes – concluí

-Ah hostia – botó sobre el colchón, nerviosa – Ahora lo entiendo. Tía, lo siento

-No, si la culpa no es tuya. No tenías por qué saberlo

-Ya. Pero si lo hubiera sabido, se lo habría dicho a Sabela

-Déjalo. Cuantos menos detalles sepa, mejor para todos – concluí, esta vez más calmada – Que por cierto, nunca has llegado a decirme qué fue exactamente lo que le contaste

-Ah, poca cosa. Cuando empezó toda la movida, le dije que habíais tenido bronca en la discoteca esa noche. Poco más

-¡Siete minutos! – oímos gritar a Miki desde la planta de abajo

-Mari, no sé qué coño ponerme – bufé - ¿Tú vas a ponerte eso?

-¿No te mola o qué?

Había elegido unos pantalones de campana negros y un top blanco con los hombros descubiertos. Un conjunto que le favorecía muchísimo

-Me flipa todo lo que te pongas, ya lo sabes – sonreí

-Si no fuera porque eres mi amiga, diría que intentas ligar conmigo - Ambas nos reímos – A ver. Siéntate en la cama y déjame trabajar. Vamos

Hice lo que me había pedido sin rechistar mientras ella observaba con determinación el interior del armario

-Mari, date prisa que nos quedamos sin tiempo

-Calla, que ya lo tengo - Dejó a mi lado unos pitillos rotos negros, una sudadera verde agua y un par de calcetines blancos altos – Eso y las Vans negras. Voy abajo a por otra cerveza. Te dejo para que te cambies

-Gracias

-De gracias nada. Son veinte pavos – bromeó antes de cerrar la puerta

Suspiré. Me esperaba una noche muy larga, para bien y para mal. En cualquier caso, no tenía demasiado tiempo para pensarlo. Calculé que me quedaban menos de cinco minutos para reunirme con el resto, por lo que opté por obviar cualquier tipo de pensamiento negativo y vestirme corriendo para mi gran performance.





Llevaba ya tres o cuatro cervezas. Era eso o tener que soportar toda la noche en plena posesión de mis facultades, y eso no entraba dentro de mis planes. María tampoco se había quedado atrás, pero ella tenía bastante más aguante. Los años de práctica. En realidad, todos estábamos ya con el punto.

Carlos (cómo no) se había ofrecido a ser quien iniciara la ronda de actuaciones. Con el resto sentados en el suelo como público y con un amplificador a cada lado, al muchacho no le faltaron caritas de bobo romántico mientras cantaba. Yo me había sentado detrás del todo como siempre, así podía observar las reacciones del resto. Al acabar aplaudimos con ganas (yo quizás un poco menos, lo admito) y poco tiempo me faltó para fijarme en Alba, quien por supuesto le sonreía encantada. Reprimí con todas mis fuerzas las ganas de vomitar que me producían.

Cristina había elegido un vestido blanco y se había recogido la melena en un moño (porque aquí habíamos venido a darlo todo), dedicándole a Miki su canción con todo el sentimiento que le era posible. Aunque me metía con ellos más que nadie, él sabía perfectamente lo mucho que me alegraba de que fuese feliz, y sobre todo de que hubiese encontrado a Cris. Bueno, técnicamente no la encontró, sino que fui yo quien los presentó hace más de dos años.

Toda la ternura de Shallow se disipó un poco con Sabela, con la que no parábamos de gritar y hacerle los coros. No era muy difícil contagiarnos de la energía de semejante canción; energía que por supuesto se mantuvo con la de Miki, que ojalá no hubiera elegido la misma camisa de siempre para cantar.

Ya me cansé, to’ esos trucos ya me los sé. Esos dolores los pasé, yeh, yeh yeh! – concluyó la Mari, disfrutando soberanamente con nuestros vítores. Y como para no, si es que la tía lo había dado todo

-Toma anda – le tendí un botellín – Te lo has ganado

-Ya lo sé – aceptó mi oferta, ocupando el sitio que yo acababa de dejar libre

Cogí mi guitarra de la funda y la enchufé con calma, acomodándome en el taburete que me habían preparado. Eché un rápido vistazo a la sala mientras calentaba un poco. Parecían expectantes. Incluso Alba, lo cual me sorprendía un poco

-Todavía yo te quiero. Pero sé que es un error. Porque ya tu no me quieres. Y sin ti me va mejor – canté suave, dejando caer una sonrisa socarrona al final de la frase – Y si veo a tu mamá, yo le pregunto por ti. Pa’ ver si tienes a alguien. Alguien que te haga feliz

Sin proponérmelo, sentía que la canción me había caído como anillo al dedo para lanzar una pulla detrás de otra. Una oportunidad que no dejé pasar dando el 100% de mí. Igual el alcohol tenía algo que ver, pero el caso era que me lo estaba llevando al terreno personal. Mi disimulada atención cayó sobre la rubia, cuyo gesto parecía pasar de la diversión al desconcierto y al enfado para empezar nuevamente. Cuántas emociones caben en menos de tres minutos, ¿no?

Nada más terminar volví a guardar el instrumento mientras Miki presentaba la última canción de la noche. No me había fijado en su vestuario hasta que se puso de pie. Botas militares, pantalón de camuflaje y una camiseta transparente que repasé varias veces con todo el disimulo del que era capaz. María me dio un pellizco en el dorso de la mano y tuve que contenerme para no gritar en ese instante.

-Me has hecho daño hija de puta – bufé por lo bajo frotándome la zona dolorida

-Menos cuentos – rechistó – Dime que es mentira que te la has comido con la mirada

-Yo no he… Sólo me he fijado en lo que lleva puesto, nada más – repliqué

-Cariño, que te conozco desde antes de que fueses una puta torre – rio – A mí no me mientas

Levanté el índice a punto de responderle, pero los primeros acordes de Dangerous Woman me interrumpieron, obligándome a mirar al frente

-Don’t need permission. Made my decision to test my limits … - Aclaremos una cosa. La voz rasgada de Alba me ponía, eso era un hecho. ¿Me caía bien? No. ¿Que no soy de piedra y tengo debilidades? También. Para colmo, la tía se había preparado coreografía y todo y claro, apartar la vista era misión imposible – Somenthin’ ‘bout you makes me fell like a dangerous woman. Make me wanna do things that I shouldn’t...

Estaba tan inmersa en mis propios pensamientos que no me di cuenta de que la música había dejado de sonar, ni tampoco de que llevaba un rato mordiéndome el índice. Alba había cambiado la cara de zorra por la de angelito nada más terminar. ¿Cómo coño lo hacía?

-Bueno, después de este derroche de talento, ¡damos paso a la fiesta!  - anunció Sabela con su inalterable sonrisa

La música comenzó a sonar y yo fui, por supuesto, a por otra cerveza más. Para mi desgracia, las que habíamos traído de la cocina se habían acabado y me iba a tocar pringar e ir a por más.

Salí como una flecha del salón. El frigorífico estaba atestado de comida, lo que no me hacía demasiado fácil encontrar lo que iba buscando.

-¿Me puedes dar una, por favor? – escuché a mis espaldas de repente, dando un bote del susto

-Si las encuentro… - bromeé, sin percatarme de a quién tenía detrás

Me giré de golpe, quedando atrapada entre Alba Reche y la comida. Tragué saliva y me recompuse. No estaba intimidada y tampoco quería parecerlo. Ninguna decía nada y la tensión no hacía otra cosa que crecer. Descruzó los brazos y dio un par de pasos en mi dirección, cada vez más cerca.

-¿Se puede saber qué haces? – inquirí con voz ronca

-Coger una cerveza – respondió en el mismo tono, retirando el brazo con un botellín en la mano sin apartar la mirada que acababa de clavarme más allá de los ojos. “Gilipollas” pensé, reprimiendo las ganas de decirlo en voz alta

______________________________________

Hasta aquí el tercer capítulo. ¿Os está gustando? Espero que sí. Mañana más! Besis a todxs

Tw: @Srgio_Aguilar






A otro ladoWhere stories live. Discover now