Capítulo 28

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Al cabo de un rato los gritos dejaron de oírse y la sangre dejó de salirme gracias a los atentos cuidados de Alba. Completamente ajenas a la pelea, nos habíamos metido en nuestra pequeña e inestable burbuja, disfrutando de las caricias y las sonrisas, siempre precavidas aunque con más soltura; éramos las últimas en las que fijarse.

Alba acababa de tirar el algodón ensangrentado cuando las Estrella Galicia aparecieron por la puerta de la cocina más animadas que otra cosa. Bueno, la animada era María; Sabela mantenía una expresión más bien neutra aun sin dejar de sonreír.

-La que os habéis perdido – Parecía que venía del cine

-¿Cuál ha sido el resultado? – solté una leve carcajada y Alba se apoyó en mi hombro

-Carlitos tiene un diente menos y ahora mismo está encerrado en su habitación, pero claramente el ganador ha sido Miki – celebró

-¿Se ha encerrado en su cuarto? – preguntó la rubia. Su tono mostraba curiosidad y enfado a partes iguales, pero ni un ápice de preocupación

-Nadie ha dicho que haya sido voluntario – Se encogió de hombros, pícara

-¿Le habéis encerrado? – solté sorprendida

-Mmmm se podría decir que sí. Está castigado

-Lo que me sorprende es que no hayas sido tú la que le diese el primer puñetazo – apunté divertida

-Es que todavía no ha llegado mi momento

Nuestro Muhammad Ali apareció en escena ayudado por Cris. Respiraba dolorido y cansado, con un gran moratón en el pómulo izquierdo. Se dejó caer en una de las sillas, abatido, mientras Cristina trataba de consolarle.

-Aquí está mi campeón – bromeé para animarle, acercando el puño para saludar - ¿Te duele?

-Un poco, pero no es nada – sonrió tímidamente, correspondiéndome y tratando de quitarle importancia

-Sí lo es Miki – intervino Cris – Tienes el costado igual o peor

-No es nada cariño, de verdad. Un poco de trombocid y listo – insistió

-¿Qué tal tu labio Nat?

-La señorita Reche ha limpiado la herida y ha colocado los puntos de aproximación de forma magistral. Creo que no se me va a descolgar – Miré a Alba de reojo, incapaz de disimular

-Gracias por ocuparte, Alba – esbozó. Parecía de no haberse dado cuenta de nada

La rubia sin embargo sí lo hizo, apartándose cautelosamente para mi desgracia.

-¿Qué hacemos con Mike Tyson?

-De momento, esperar a que se despierte y luego veremos. De momento, tenemos unas horas de paz

-Espera, espera – le interrumpí - ¿Está k.o.? ¿Noqueado?

-Yassss – esbozó María – No veas cómo pesa el cabrón – Reímos

-Vosotros dos – Cris nos señaló a Miki y a mí – iros a la cama a descansar o algo. Nosotras recogemos la mesa. ¿No?

Sabela, María y Alba asintieron conformes.

-No hace falta – protesté – Me encuentro bien

-Natalia tía. Para una vez que te pedimos expresamente que te escaquees…

-Mari, no

Mi amiga movió los ojos con sutileza señalando a Alba. ¿Qué quería decirme?

-No insistas. ¿Estás segura de que te encuentras bien?

Repitió el gesto con un poco más de énfasis

-Ah, uf – bufé, llevándome la mano a la cabeza al levantarme – La verdad es que estoy un poco mareada

-Alba – la llamó – Perdona por pedirte esto, pero ¿puedes acompañarla? Tú sabes dónde tiene el pijama y las pastillas y esas cosas – pidió, falsamente compungida

-Sí, claro - respondió igualmente seria







-Mira que te cuesta pillar las cosas eh – se burló nada más cerrar la puerta, mordiéndose la lengua para no reírse muy fuerte

-Perdón por ser más corta que el culo de un vaso de chupito – respondí ofuscada

-¿Tú no estabas tan mareada? – dramatizó – A la cama. Venga

-Sólo si te acuestas conmigo – respondí, sentándome en el colchón para quitarme la sudadera

-¿Eso quieres? ¿Que nos acostemos? – ronroneó junto a mi oído, abrazándome desde atrás

Un escalofrío me recorrió de pronto

-Me refería a tumbarnos no a…bueno ya sabes…Osea que… - balbuceé con aspavientos, más roja que un tomate

-Natalia. Natalia. Shhh. Tranquila – había cambiado el tono por uno más dulce – Era una broma. Ven

Tiró de mi hombro con delicadeza. Me tumbé boca arriba con las manos cruzadas sobre la barriga, aún nerviosa. No entendía por qué había reaccionado así. Bromeábamos mucho sobre el tema, casi a diario. Igual era por el paripé que habíamos montado en la cocina para que pudiésemos subir solas. Quizá mi mente lo había interpretado como una encerrona orquestada por las rubias, pero no era así ni mucho menos. Sabía que no. Ninguna me haría eso. Bueno, igual la Mari sí.

-Lo siento – me disculpé sin saber muy bien por qué

-Shhh – repitió, acariciándome el pelo con toda la ternura posible. Volví a sentir las palpitaciones en la herida y el dolor comenzaba a volverse insoportable - ¿Estás bien? – preguntó al descubrir una mueca de fastidio

-Sí, tranquila. Estoy perfectamente – aseguré

-¿Por qué me has pedido perdón entonces?

Touché

-No lo sé, de verdad. No sé muy bien cómo hablar de esto – Tenía la mente hecha un amasijo de ideas inconexas que no sabía descifrar. No sabía si sentía miedo, rabia, pena o una mezcla de todas, pero ninguna de ellas me gustaba

-No tienes por qué hacerlo. No ahora – me aseguró. Sus dedos se deslizaron por mi mejilla, surcando con suavidad el hueso de la mandíbula

-Alba. No quiero que pienses cosas que no son. No es que no me parezcas atractiva. Por supuesto que me lo pareces – comencé, agobiándome casi al instante – Me parece que eres…guapísima y que tienes un cuerpazo y…
-Te pongo Natalia. Lo pillo – esbozó una leve carcajada, cesando por un momento en las caricias

-Sigue, por favor. Me relaja – pedí, casi suplicando – Exacto. No tiene nada que ver con eso. Es que… - La ansiedad me recorría el pecho, ascendiendo por la garganta, la cabeza, así hasta instalarse en mis ojos para convertirse en lágrimas

-Natalia – volvió a frenarme. Cambió de postura, deslizándose hasta estar a mi altura - ¿Estás segura de querer hablar de eso? – preguntó con cautela, secando las lágrimas que se me escapaban sin yo quererlo

-En realidad no estoy lista para esa conversación – gimoteé

Me sentía culpable, avergonzada por la reacción que estaba teniendo. ¿Qué iba a pensar de mí?

-Cuando tú lo estés, lo estaré yo – concluyó

Elevó la cabeza con suavidad. Me besó la frente y los párpados, sin dejar de deshacerse de los restos de sal del río de lágrimas que yo misma había desatado. Recibí entonces sus labios, dejándoles ser el muro de contención para la catástrofe natural que sólo ella sabría detener.

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Un poquito de humor y otro poquito de drama. Carlitos estará fuera de juego unos horas y Natalia tiene pues...otras preocupaciones. Traumas, problemillas, cosillas. A ver si la cosa avanza porque lo está pasando mal con el asuntillo la verdad. Nada más. Hasta mañana!

Pd 1: Stream Ep2 y Stream Quimera

Pd2: Os recomiendo encarecidamente el fic Asiento 3520, escrito por una buena amiga. No os vais a arrepentir.

Tw: @Srgio_Aguilar

A otro ladoWhere stories live. Discover now