Capítulo 10

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Había cumplido en parte la recomendación de María. Sentaba genial recuperar por unas horas la intimidad de mi habitación. Me sequé el pelo con energía y me vestí con el ánimo ligeramente mejor. Eran algo más de las doce de la mañana y por suerte o por desgracia aún quedaba mucho día por delante.

La cuestión sobre la que sí había meditado bajo el agua caliente era contarle a Sabela lo que había pasado. Técnicamente tenía que contarle el previo, la relación que tenía con Alba antes de que llegásemos a este punto. Ya que había ido a molestarla y de que, en parte, estaba teniendo que hacer la planificación para que no acabáramos matándonos, se merecía una explicación. Podía dársela hasta cierto punto porque desconocía los motivos de Alba para que se hubiera cabreado conmigo de semejante forma después de la noche de la discoteca. Lo intuía, tenía mis sospechas, pero no estaba segura y prefería no sacar conclusiones antes de tiempo. Mucho menos sobre algo que quizás no llegaría a saber.

-Buenos días – saludé de pasada. Miki y Cris me devolvieron el gesto, somnolientos - ¿Una mala noche? – bromeé

-Algo así – rio Miki – Por cierto, no te vayas - Frené en seco la huida hacia el jardín – Te toca ir a comprar

-¿En qué momento?

-En el momento en que nos pediste a Sabela y a mi que organizásemos los turnos

-Touché

-Pero… - jugueteó con los pulgares, inquieto – No te va a gustar

-Oh, no – negué con rotundidad – No me jodas, Miki

-Lo siento. Sabela y yo fuimos ayer, Carlos tiene que limpiar la piscina y Alba y tú sois las únicas que estabais libres hoy

-Mira. No te voy a estrangular en el acto porque está tu novia delante y estaría feo – protesté, frotándome el puente de la nariz - ¿Cuándo?

-Lo antes posible

-Pero no sé dónde está el Mercadona ni me has dado lista ni nada

-Ya…se lo he explicado a Alba. Y la lista la tiene ella – me explicó casi en una disculpa

-Está bien – resoplé – Voy a ponerme unos zapatos y voy. Por cierto, dile a Sabela que quiero hablar con ella luego. Que no se preocupe que no es nada malo

-Hecho




Cuando bajé de nuevo para irme, la parejita había desaparecido. Alba estaba sentada en los escalones de la puerta principal, con un pantalón de pinza gris y un jersey de lana. No podíamos ir menos a conjunto.

-Miki me acaba de avisar. Perdona – solté a modo de saludo

No dijo nada. Se puso de pie y comenzó a caminar hacia nuestro destino. Tuve que esforzarme un poco pero enseguida me puse a su altura. Parecía enfadada; tanto como cuando le había preguntado sobre lo de Carlos, y viendo cómo se había desarrollado la conversación, me prometí a mí misma no decir ni una sola palabra que no tuviera que ver con la compra.

-No está lejos – comentó de pronto, sorprendiéndome – Tenemos que seguir bajando hasta la calle principal y luego girar a la izquierda

-Bien – asentí

Al cabo de los minutos volvió a hablar, aún sin mirarme

-Perdona por lo de esta mañana

¿Podía ser más bipolar?

-Da igual – mentí – No quiero echarte de la habitación. Sólo quería saber si estabas bien – me arriesgué a decir – Por el bien de todos, claro – añadí. Punto para mí por rápida

-Ya. No quería ser borde. Sólo que…

-No es asunto mío. Ya – Me encogí de hombros

Los cambios de humor de Alba respecto a mí siempre me descolocaban, sobre todo porque solían darse con la misma frecuencia con la que España ganaba Eurovisión. Eso no evitó que sonriera. Menos mal que no apartaba la vista del camino y no me había pillado.

Estábamos a punto de girar la esquina de la calle que Miki le había indicado cuando un agente de policía se acercó a nosotras con paso decidido, haciéndonos parar por puro instinto. Bueno, técnicamente fui yo la que lo hizo.

-Buenos días

-Buenos días agente – balbuceé. Alba ni se había inmutado. El hombre, de unos cuarenta años, desprendía una seriedad que no invitaba a bromear con él precisamente

-¿A dónde van?

Alba se me adelantó

-¿A dónde vamos a ir? ¿De farra? – soltó, agitando las bolsas en el aire

-¿Disculpe? – Parecía enfadado. Mucho

-Es que la preguntita…

Yo sólo quería que se callase

-Señorita, no sé con qué derecho se cree para hablarme así, pero si no se comporta…

-Discúlpela – intervine acojonada – Es que esto de la cuarentena la tiene muy nerviosa – la disculpé – Alba – susurré en un volumen casi inaudible – cállate que nos llevan al cuartelillo

-Márchense. No tarden mucho y procuren volver a su casa lo antes posible. No salgan si no es estrictamente necesario – resopló. Se echó a un lado para permitirnos continuar

-Muchas gracias señor agente – agradecí, cogiendo a Alba del brazo - ¿Pero estás tonta o qué? – le recriminé, volviendo la cabeza para comprobar que nos habíamos alejado lo suficiente

-Pero si no he hecho nada – se defendió, cruzando los brazos

-No, qué va. Sólo que gracias a ti por poco no nos ponen una multa o nos detienen

Pareció sopesar mis palabras

-Lo mismo he sido un poco borde – admitió – Estoy todavía con la regla y muy hasta el coño

-Pues espero que se te acabe pronto

-Mañana, en teoría

-No sé qué hacemos hablando de tu regla – fruncí el ceño, haciéndola reír

-Has empezado tú







Tenía que agradecerle a Miki y a Sabela que no me hubiese tocado cocinar ni recoger, porque menuda cantidad de cacharros tendrían que fregar los del turno de la comida después de semejantes platos de pasta con boloñesa. Además, la compra no había ido tan mal, quitando el momento en el que ya me visualizaba en comisaría. Ahora me hacía gracia, pero lo había pasado bastante mal.

-¿Quieres? – la gallega se acercó con dos tazas de café recién hecho

-Claro

-Miki me dijo que querías hablar conmigo, ¿no?

-Sí

-Lolo está durmiendo la siesta así que tienes toda mi atención – sonrió

Miré alrededor. Ni rastro de ninguno de los habitantes de la casa. Me dejé caer en la silla, cómoda, y cogí la taza buscando las palabras adecuadas para empezar

-Quería…pedirte perdón por lo de esta mañana. Me refiero a que no sabes ni la mitad de la historia y aún así te he metido como si tuvieras algo que ver

-Ah, no te preocupes. No me molesta, y entiendo que no me quieras contar nada – respondió rápida esbozando una amplia sonrisa

-Ahí es a donde yo quería llegar. Sí quiero contártelo. De verdad – Me giré para mirarla. Quería que entendiese que no lo hacía por compromiso, sino porque de verdad quería hacerlo

-Está bien. Soy toda oídos

-A ver. Cuando tú llegaste al grupo, hacía meses que los demás nos conocíamos – comencé

-Lo sé

-Ya, ya. Pero lo que no sabías era la relación que teníamos Alba y yo. Bueno, ni tú ni nadie a excepción de la Mari. No sé si te acuerdas, pero ella y yo siempre andábamos haciendo el payaso

-Sí. De alguna me acuerdo – esbozó una sonrisa nostálgica que se me pegó

-Siempre quedábamos todos juntos, pero es verdad que a veces nosotras quedábamos solas. A la salida de las clases y cosas así. Alguna vez fuimos a comer juntas y a tomar algo. Teníamos mucha complicidad. Al principio de conocernos casi no hablábamos salvo por el grupo, pero dos semanas después o así ya estábamos mandándonos stickers por privado y haciendo bromas

-Y yo llegué después de eso, supongo

-Sí – asentí levemente – Era… muy guay – achiné los ojos y parpadeé; había pasado demasiado tiempo como para poder recordarlo todo con tanto detalle – Sabía que podía contar con ella y ella conmigo, aunque nunca nos lo dijimos directamente

-Entiendo. Es una lástima, porque recuerdo lo que dices, lo de que teníais mucha complicidad. Parecíais Zipi y Zape

-Ahora que lo dices, sí – sonreí de nuevo. Me estaba costando un poco ahondar de nuevo en el pasado

-Entonces, ¿qué pasó?

-Pues… - repasé el borde de la taza con el índice, con la mirada perdida en el fondo – la noche de la discoteca…

-Buenas tardes – Cris se acercaba a nosotras, estirando los brazos. Probablemente acababa de resucitar de la siesta

-Seguimos en otro momento – susurré, dándole un leve apretón en la mano

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Uissss casssssssi. Me odiareis y lo entiendo. Queda poquito pa saber lo que pasó, lo prometo. Seríais más de Alba o de Nat si os parase la poli? Espero que os haya gustado. Mañana más!!!

Tw: @Srgio_Aguilar

A otro ladoWhere stories live. Discover now