Capítulo 15

8.2K 500 57
                                    

Sabíamos que aquello no podía durar para siempre. Quedarnos ahí, abrazadas, fingiendo que no estábamos confinadas, que el resto del mundo no existía y que no había mundo más allá de esas cuatro paredes.

-¡Alba!

Ahí estaba parte del mundo, concretamente Carlos, aporreando la puerta y recordándonos que vivíamos en el mundo real

-Mierda, mierda – bufé, saltando de la cama y poniéndome los pantalones a toda velocidad

-Ni que fueras mi amante y él el marido celoso – rio, levantándose con una parsimonia que me sorprendía

-También es verdad – Sonreí, relajando el ritmo

-¡Alba! ¡Tengo que hablar contigo!

-¡Un momento! ¡Me estoy vistiendo! – improvisó, riéndose por lo bajo

Pensándolo mejor, no tenía por qué soportar a un troglodita con aires de Don Juan aporreando mi puerta. Bastantes cosas tenía ya en mente como para tener que preocuparme por esto también

-Dame un momento – determiné, cogiendo aire

-¿Qué haces remangándote? Que pareces un dibujo animado

-Perdón – sonreí medio avergonzada – Me he venido arriba. Pero vamos, que le voy a decir cuatro cosas

Abrí la puerta con tanta intensidad que hasta Carlos se sorprendió, dando un par pasos hacia atrás

-¿Puedo hablar con ella? – preguntó sin rebajar el tono

Me coloqué en el umbral de la puerta con los brazos extendidos, ocupando todo el espacio

-Depende

-¿De?

-De si vas a seguir gritando y aporreando nuestra puerta – Sí, acababa de decir nuestra para enfadarlo más - En tu habitación, como si quieres machacártela contra un quicio, pero la de los demás, la respetas. ¿Estamos?

-Está bien, Natalia. Déjale entrar

Me aparté lo justo para que pudiese pasar, no sin antes recibir una aprobación silenciosa por parte de Alba

-Hablamos luego – me despedí, marchándome a la cocina




María, por supuesto, no había faltado a su cita de media tarde con la piscina. Después de recoger y fregar, habíamos quedado en ponernos los bikinis y tomar el sol, aprovechando que volvía a hacer buen tiempo.

-¿Cómo fue?

Hija de puta. Ni un minuto de tregua me iba a dar.

-Ya bueno – me rasqué la nuca – respecto a eso… Le gustó el café – apunté

Qué mal se me daba mentir. Se apoyó sobre los codos, incorporada, bajándose las gafas de sol para mirarme directamente

-Natalia. El café es precisamente lo menos importante. ¿Hablasteis?

-Pues no Mari, no hablamos

-No se te puede encargar nada – resopló

-Era mi intención. De verdad. Pero me dijo que no quería hablar. No en ese momento. Me pidió que la abrazara, sin más. Y entonces llegó Carlos

-Dios qué pesado es

-Y que lo digas. Se puso a dar golpes en la puerta pidiendo hablar con Alba

-¿Y qué le ha dicho?

-No lo sé. No soy una maruja cotilla como tú

-Eso ha dolido – dramatizó, llevándose una mano al pecho

-Isi hi dilidi – me burlé

Rompimos a reír enseguida. Gracias a Dios que tenía a María en mi vida. Incluso en los peores momentos era capaz de arrancarme una sonrisa. De verle el lado positivo a absolutamente todo. Y menos mal, porque no se podía decir que yo no fuera una dramática de manual.

-¡Eh! ¡Alba!

Giré la cabeza tan rápido que las vértebras me crujieron. La rubia miraba de un lado a otro, confusa. Levantó la mano, respondiendo al saludo de mi amiga para acercarse a nosotras. Y a mí el corazón me dio un vuelco. Como si fuese la primera vez que la veía.

-Hola – saludó sin mucho ánimo, tumbándose a mi lado

-¿Estás bien? – María entornó la mirada con un deje de preocupación

-Sí, sí. No te preocupes

Yo sabía que verdad no era. Apreté los puños con rabia. Sabía perfectamente que Carlos se la habría vuelto a liar y la verdad, empezaba a tenerme un poco hasta el coño.

-¿Segura?

-Lo prometo

Unimos las toallas de forma que quedase hueco para Alba. Nos tumbamos en silencio, dejando que el sol se pegase a nuestra piel con gusto, aunque yo era incapaz de relajarme del todo. Quería ponerme de pie de inmediato, llevarme a Alba conmigo y preguntarle qué había pasado para que tuviese tan mala cara, pero no habría estado bien. Y tampoco sabía si me lo iba a contar, aunque sospechaba que sí.

-Natalia… - susurró, tan bajito que hasta a mí me costó oírla

Giré la cabeza despacio, con disimulo. No me estaba mirando y tampoco decía nada más. Noté como su mano, cautelosa, sorteaba sin dificultad la distancia que nos separaba, enlazando su índice con el mío. Eso me bastó para que los complicados engranajes de mi cabeza dejasen de girar, frenéticos. Un mensaje encriptado que sólo yo sabía descifrar. Que significaba que, independientemente lo que hubiese pasado con Carlos, lo nuestro se mantenía. Aunque no supiese exactamente qué era lo nuestro.




POV Alba

-Hablamos luego – Asentí, dejándole en claro que no tenía que preocuparse

Natalia desapareció de la puerta para dejar paso a Carlos, que no parecía venir precisamente en son de paz. Cerró con cuidado, evitando que el resto de habitantes de la casa se diese cuenta de que se venía movida para variar.

-¿Sabes que no puedes ir por la vida aporreando puertas ajenas? – inquirí, cruzada de brazos y visiblemente molesta

-Tenemos que hablar

Eso mismo me habían dicho hacía unos minutos, y ahora me estaba arrepintiendo de no haber tenido esa conversación.

-Carlos. Ya te lo dejé muy claro. No quiero discutir más. No me está gustando ni tu actitud, ni tus comentarios. Joder, que llevamos como tres días de cuarentena y no sé la cantidad de veces que has dicho algo fuera de lugar – intentaba explicarme, pero lo cierto era que razonar con él resultaba bastante complicado. No en ese momento. Siempre

-Todavía no entiendo por qué te han molestado. Eran comentarios, sin más

-Vamos a ver – Menos mal que otra cosa no, pero paciencia me sobraba – Que un comentario sea molesto u ofensivo no depende de ti, sino de cómo le afecta a los demás. Punto. Y no me hagas entrar en lo del juego porque…

-Vamos – parecía más calmado. Cruzó la habitación hasta colocarse delante de mí. Me cogió las manos con cuidado – eso sólo fue…

-Un intento cutre y bastante molesto de lanzarme una ficha – me burlé, cabreándose de nuevo

-¿Qué pasa? ¿Que Natalia te las ha tirado mejor o qué? – bufó

-Madre mía. Parece que comparto casa con Teletubbies

Empezaba a desesperarme. Estaba de las rabietas hasta el mismísimo coño, aunque la de Natalia era diferente. Hasta cierto punto y aunque no me hubiese gustado, sí podía entenderla. La de Carlos, no.

-¿Qué te pasa ahora con ella?

-Nada

-Ya, claro. ¿Por qué te llevas tan bien con ella de repente? ¿Ya está metiéndote otra vez sus cosas de bollera en la cabeza?

Oh no. Por ahí no iba a pasar

-¡Carlos! – chillé – Pensaba que habías cambiado un poquito después de dos años con nosotros. Acepta de una puta vez que igual hay gente bisexual y homosexual en el mundo, que no vivimos en el puto siglo XIX y que no todas las tías pierden las bragas contigo. Cuando vuelvas a éste, hablamos

-Alba espera 

Tarde. Yo ya había cerrado la puerta, dejándolo dentro.

______________________________________

Bueeeeeno. Parece que vuelven a saltar chispas, y las que quedan. Estad atentxs y no desesperéis, que mañana empieza lo bueno. Hasta mañana!!

Tw: @Srgio_Aguilar

A otro ladoWhere stories live. Discover now