04. Odioso

1.2K 176 29
                                    

—Y bueno, pequeño odioso—empezó Wade arrastrando las palabras en búsqueda de algo con qué establecer tema de conversación:— ¿cómo es que llegaste a estas tierras? ¿siempre viviste por aquí?

—No, llegué aquí por diversas razones—contesté sin problemas—. Tenía diecisiete, casi dieciocho años. 

—Muy joven para tener que vivir así, ¿cuántos tienes ahora?

Lo observé.

—¿Te importa?

Wade sonrió apenado. 

—Bueno, es algo normal que un amigo quiera conocer la edad del otro.

Vaya...

—Tú y yo no somos amigos, ni siquiera conocidos. 

Wade jugueteó con sus pies. 

—Puede que ahora no—dijo observando el camino para luego observarme y sonreír—, pero así se empieza todo, ¿no? unos simples desconocidos que pueden llegar a ser buenos amigos. 

Me quedé quieto en mi lugar, confundido. 

Amigos.

Que extraño era pensar aquella palabra, pues, para ser franco, nunca hice amigos de verdad debido que viví la mayor parte de mi vida perfeccionandome para ser el mejor Omega de un Alfa.

Aunque, ahora, ¿de qué me servía todo eso? ¿de que sirve aprender a vivir para sacrificar tu vida en una persona cuando nunca te enseñaron vivir para uno mismo? no tenía sentido. 

—Te fuiste al infinito de nuevo, ¿sucede algo?—Wade volvió a acercarse a mí, agitando una mano frente a mis ojos vacíos. 

—Yo...—empecé a murmurar—. Olvídalo. 

—No, vamos, dime—me incitó con amabilidad—. Soy todo oídos. 

No tenía por qué contarle de mi vida, pero su amabilidad me superaba. 

¿Cómo una persona puede hacerte confiar con tanta facilidad?

—Yo nunca he tenido amigos. 

Silencio. 

Y de la nada, una fuerte carcajada nació de Wade. Sus manos se dirigieron a su rostro, intentando evitar que sonara tan fuerte, pero su risa seguía retumbando en mis oídos. Sentí mi rostro arder. 

—¿De qué ríes?—Le pregunté molesto. Wade seguía riendo y esta vez abrazando su estómago:—¿puedes callarte? Dios, basta, ¡esto no es nada gracioso! 

—Ah, perdón, perdón—repetía—. Es que... sonó tan extraño, fue muy triste por un momento... 

Fruncí mis labios y retomé mi camino hacia mi casa. 

—¡Oye, pero no te enojes!—me dijo interponiéndose en mi camino—Ya pedí perdón, ¿qué más quieres? 

—No molestes—contesté con sequedad. Wade llevó su mano izquierda tras su nuca.

—Vaya, vuelves a ser odioso cuando justo me hablaste con normalidad—se lamentó.

—Te estabas burlando de mí, ¿qué más  querías que haga?—contraataqué. 

—Que rieras junto a mí, ¿es mucho pedir?

Desvié mi mirada. 

—No me pidas mucho, soy experto en decepciones.

—No espero que me decepciones, Erin, espero que me sorprendas—me contestó al instante, sin dejar de mirarme. 

Lentamente volví mi vista hacia él y sus ojos me abrazaron en amabilidad.

Almas perdidasWhere stories live. Discover now