05. Convivir

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—¿Sigues molesto?

Miré de reojo a Wade y su clara expresión de preocupación. Unos pequeños rizos castaños habían caído sobre su frente.

—Sí—contesté cortante.

—Pero... Erin—empezó a decir—, ¿Podrías entender que lo hice por tu bien?

—Agh... —bufé ya harto—¡Bien, entiendo! Pero... ¡¿Podrías dejar de seguirme?!

Wade se detuvo de golpe y sin entender por qué, yo también. No tenía ni idea cuánto tiempo me llevaba siguiendo desde mi enfrentamiento con ese estúpido Beta, pero la verdad es que me estaba hartando.

—No puedo—contestó—. ¿Y si esos tipos te están siguiendo? Conociéndote los volverás a provocar y esta vez sí que terminaría en pelea.

—¡Entonces déjame pelear en paz!—exclamé al instante, pero al parecer a Wade no le gustó para nada mi respuesta y entrecerró sus ojos.

—Claro que no.

Volví a soltar un bufido y retomé mi camino con el castaño pisándome los talones. No importaba cuántas veces lo echara, él insistía en acompañarme para resguardar mi seguridad. Y sin que lo haya notado, ya habíamos llegado a mi casa.

—Wow, linda casa para vivir por estos lados—me dijo el Alfa admirando la fachada de mi casa cuando intentaba abrir la puerta principal—. Mucho mejor que la mía.

—Bien, ya llegamos, ¿ahora me vas a dejar tranquilo? —Le pregunté girándome hacia él, debajo del umbral de la puerta.

Wade pareció pensativo por un momento, para luego negar con la cabeza y sonreírme.

—Estaría bien si me aseguro de que todo está bien, ¿entramos?

Lo observé extrañado. De cierta forma, él seguía siendo un completo extraño para mí, no tenía ni idea de quién era en realidad, no sabía ni su edad, ¿y lo iba a invitar a entrar a mi casa?

Lo había hecho.

—¡Sin dudas tu casa es mucho mejor que la mía! —exclamó fascinado.

—No toques nada, ¿me escuchaste? —Le advertí. El Alfa me observó alzando sus manos y asintiendo como si fuera un niño en una juguetería.

—Perdón, solo es la emoción—contestó volviendo a examinar mi casa. Lentamente lo miré y analicé su expresión, de cierta forma me causaba curiosidad que reaccionara a una casa tan pobre como la mía.

—Wade—Le llamé y esté me observó sorprendido.

—Dijiste mi nombre.

Me sorprendí, ¿en serio nunca lo había llamado por su nombre? Me sentí extraño ante aquel hecho.

Solo está exagerando.

—No te emociones—Le dije intentando parecer casual observando algún punto muerto, ¿por qué me siento tan avergonzado? —. Es tu nombre de todas formas, ¿no?

Al volver la vista hacia él me encontré con una estúpida sonrisa, era de esas llenas de alegría.

¿Qué le pasaba por la cabeza a ese idiota?

—¿Qué tienes? —Le pregunté, pero este negó ligeramente.

—No es nada, no te preocupes—contestó y relajó su postura—. Y bueno, odioso Erin, ¿algo nuevo para contar? Además de que casi te metes en una pelea esta noche.

No pode evitar soltar una pequeña risa.

—La verdad es que no, mis días siempre han seguido una rutina—contesté acercándome a él—, y tú, no has dejado de sacarme información y decir que soy tu amigo, pero la verdad es que no conozco nada de ti a parte de tu nombre.

Almas perdidasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora