09. Calma

1.2K 185 89
                                    

Los besos de Wade en mi piel dejaban un rastro caliente, húmedo de cierta forma, y eso me encantaba. La delicadeza con la que se forzaba a tocarme me causaba ternura porque podía ver sin problemas las ganas incontrolables que tenía de liberarse.

A medida que bajaba por mi pecho, el calor de mi cuerpo incrementaba, sentía el deseo repentino de que Wade simplemente entrara en mí y me impregnara con su esencia.

Mordió mi pezón.

—W-Wade...

Sus manos se encontraban apoyadas en la cama, conmigo entre ellas. Lentamente, Wade alzó su vista hacia mí con una mirada tan llena de deseo que me hizo temblar por un momento.

—Perdón, ¿fui muy bruto? —preguntó algo preocupado. Le sonreí, cubriendo levemente mi sonrisa con el dorso de mi mano.

—No, está bien—respondí. Toqué su rostro con mi otra mano, acariciando su mentón—. Puedes seguir.

—Quítate la camiseta—pidió observando mi prenda.

Obedecí. Los ojos del castaño analizaban cada acto que hacía, y al tenerme bajo su cuerpo, sin camiseta, sentí como si estuviera a merced de un depredador.

Me besó. Era algo torpe, pero no me importó. Me gustaba de todas formas su manera de consumirme lentamente. Su mano acarició mi pecho.

—Vamos, no quiero ser el único que se esté desnudando—Le azucé al notar que aún se encontraba con sus ropas intactas—. Quiero verte.

Titubeó, al parecer algo inseguro, pero al cabo de unos segundos quitó su prenda superior. Mi mirada no tardó en caer en su piel, en ese abdomen plano y marcado sin llegar a ser grotesco, en su pecho, sus clavículas. Me gustaba claramente todo lo que mis ojos veían.

—No estás nada mal—sonreí, ocasionándole un suave sonrojo.

—No te burles—me dijo mientras volvía a buscar mi boca—. Esto no es algo que haga todos los días.

Lo notaba. En el momento que volvió a besarme enredé mis piernas en su cadera, sintiendo como su cuerpo temblaba y subía su calor. No podía negar que me olvidé de todo el frío de aquel instante.

Cuando llegó el turno de quitarnos nuestras prendas inferiores, Wade seguía sin despegar su vista de mi cuerpo, como yo del suyo. No tenía palabras para poder describir lo que veía y sentía, pero mi Omega revoloteaba en deseo.

—¿Por qué tardas? —Le pregunté, dirigiendo mis manos a mi húmedo agujero—. Te estoy esperando.

—Perdón—murmuró, jadeante—. Me gusta tomarme mi tiempo.

—No soy tan paciente como crees—dije, dirigiendo mi mano a su miembro duro, tocándolo con suavidad—, y veo que aquí tampoco lo es.

Wade apretó su mandíbula ante mi tacto. Apoyó una mano al lado de mi cabeza mientras con la otra dirigía su compañero a mi entrada.

—Aquí voy...

Wade simplemente me llenó. Al instante que se introdujo en mí lo sentí llenar cada sector de mi interior, como si hubiese sido hecho a medida.

Era perfecto.

—¿Estás bien? No quiero ser agresivo...—empezó a decir algo avergonzado. Reí ante ese comentario.

—¿Te has olvidado con quién estás, Wade? Trabajo en un maldito prostíbulo y te preocupas si me duele o no—dije sin poder evitar sonreírle.

Wade bajó la vista, frunciendo levemente sus labios.

—Esto es diferente—murmuró quedándose quieto—. Nos estamos acostando porque queremos, porque... nosotros...

Almas perdidasWhere stories live. Discover now