12. Un mal sueño

1.1K 151 50
                                    

¿Cómo reaccionarías al saber que por todo lo que has luchado y sacrificado no valió la pena? Que, a pesar de toda esa agonía y deseos, todo volviera a ti y con mayor fuerza. Tener que volver al hogar que no querías y tener los hijos que nunca deseaste.

Que te impongan la vida que nunca quisiste.

Wade estaba destrozado, lo sabía. Puede que él no me dijese alguna palabra sobre sus pensamientos, sobre sus sentimientos, pero el simple hecho de sentirlo a través de nuestro lazo me era suficiente para entender su desesperación.

Su miedo me iba a ahogar.

Pero a pesar de que no estuviese del todo bien, no iba a dejar que aquello me afecte. Tenía que reunir todas mis fuerzas para transmitírselos, darle al menos un pedazo de felicidad para que supiese que yo estaba ahí y que iba a apoyarlo ante los tormentos que se nos interpongan.

Iba a proteger a mi Alfa.

Nirelle se apegó a mi pecho en busca de calor.

—Hasta ahora ha respondido muy bien a los tratamientos—me decía el Doctor Becher—, es muy probable que si sigue así le dé de alta antes de lo previsto.

—Eso es música para mis oídos—contesté sin dejar de observar a mi nena—, ¿y yo?

—Por ahora va todo bien. De a poco irás recuperando tus energías, sería bueno si empiezas a movilizarte, sería muy bueno para tu cuerpo.

Asentí sin dejar de mecer a Nirelle. Quería aprovechar todo el tiempo que tuviésemos para trasmitirle todo el amor que le tenía.

—¿El joven amo ha venido a verlo? —me preguntó el Doctor mientras empezaba a organizar unos papeles.

Por un momento mi Omega no pudo evitar entristecerse al recordar la clara expresión de angustia de su Alfa, más cuando tuvo que limpiar sus lágrimas para poder irse como si nada hubiese ocurrido, como si en ningún momento se hubiera dejado caer.

Wade seguía esforzándose para no colapsar.

Pero me reprimí, junté nuevamente mis fuerzas para no dejar que esa tristeza me controlara y se transmitiera por nuestro lazo. Tenía que ser su apoyo, tenía que sacarlo de su agujero de la misma forma que él me ayudó a salir.

—Sí—respondí, colocando mi meñique en la pequeña mano de Nirelle—. Está diferente, como si su mente estuviese en otro mundo.

—No lo dudo. Cuando llegó estaba tan exaltado, tuve que concentrarme un montón para poder calmarlo y tratar sus heridas—decía mientras se apoyaba levemente en mi cama—. Yo creo que lo peor que he tenido que ver fue cuando se reencontró con sus padres.

Me mantuve estático ante esas palabras.

Los padres de Wade.

—¿Qué pasó?

—No puedo decir mucho. La Ama Dorrance nos pidió en un momento que nos retiráramos, pero... fue muy tenso. Podía notar lo aliviados que estaban al ver a su hijo vivo, pero también demostraban lo molestos que estaban.

Intenté imaginarme su reencuentro; el tipo de expresión que debió poner Wade y el aura que transmitían sus padres.

—Lo peor fue cuando le preguntaron quién es usted.

Me estremecí, causando que mi cachorro se inquietara entre mis brazos.

—Wade no contestó al inicio, pero admitió al rato que eras su Omega—decía sin observarme—. La Ama Aline estaba más que pálida, hasta podría atreverme a decir que el Amo casi se desmayó.

Almas perdidasWhere stories live. Discover now