13. Cuarentena

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Aquello sí que era el colmo de los colmos.

—¡Tom Holland, ¿qué narices has hecho?!

El actor, pillado por sorpresa, dio un salto y soltó a la gallina del susto, que salió volando hasta el otro extremo del jardín.

Frente a ti, otras dos gallinas te picoteaban los zapatos, y Tessa gimoteaba desde el rincón en el que estaba atada. Tom había ido corriendo a buscar a la que se había escapado.

—Cuando fuimos a comprar no había huevos —explicó Sam, que llegaba con lo que parecía ser un gran saco de pienso.

—¿Y eso es excusa para dejar a unos pobres animales indefensos a cargo de tu hermano? 

El pelirrojo soltó una carcajada y siguió su camino hasta el comedero improvisado que había hecho Dominic. 

Conocías a los Holland desde que tenías uso de razón, pues Nicola y tu madre eran muy buenas amigas. Casualmente, cuando tu madre salía del hospital contigo en brazos, Nicola estaba en otro a punto de dar a luz a los gemelos. Por eso, no es de extrañar que os juntaran desde niños, y que luego te acogieran en la casa cuando estalló la pandemia.

—¿Tienes noticias de tu madre? —preguntó la mujer de la casa, que salía al porche con una bandeja de limonada.

Frunciste los labios y negaste con la cabeza. Desde que comenzó el confinamiento no habías podido hablar mucho con ella, ya que con su trabajo como jefa de planta apenas le quedaba tiempo para nada.

—Ya verás que todo está bien, tu madre es muy precavida —te animó, y luego te dio un beso en la coronilla antes de volver a dentro.

Soltando un pesado suspiro, te sentaste junto a la perra para acariciarla mientras pensabas en tus cosas. Al tratarse de Tessa, evidentemente la paz no duró mucho tiempo. Estabas en el suelo con babas de perro por toda la cara, pero por lo menos aquello había conseguido hacerte reír. La perra se tumbó a tu lado panza arriba, y meneaba la cola de un lado para otro. Te avalanzaste sobre ella, dispuesta a hacerle cosquillas, cuando algo por el rabillo del ojo captó tu atención.

Tom no te quitaba la vista de encima, con una expresión que te resultaba imposible descifrar. Todo él te resultaba imposible de descifrar.

Se comportaba de forma extraña desde que se había vuelto Spider-Man, aunque no sabías si porque le había dado complejo de superioridad o porque se creía que no lo tratarías igual que siempre

Aunque, todo sea dicho, en verdad que no lo tratabas de la misma manera; no después de que te hubieras enamorado. Porque no, aquello no era un simple crush en el hermano de tus mejores amigos. Oh, no. Tú estabas  jodidamente enamorada. 

—¿Algo que quieras comentar, Stanley? —le gritaste.

Desvió la mirada, mordiéndose el labio inferior. Uf, Tom, no hagas eso.

Le diste la espalda, sobre todo para que no viera los colores que se agolparon en tus mejillas. ¡Por dios! Era el hermano de tus mejores amigos, ¡y casi como si fuera el tuyo propio! Tenías que repetírtelo una y otra vez: el incesto está MAL.

Pero si es que Tom no era tu hermano de verdad.

Te giraste para volverlo a mirar. El imbécil estaba grabando un vídeo con la gallina recién atrapada, pero al muy tonto se le calló el móvil al suelo y tuvo que empezar de nuevo. Ese adorable gilipollas estaba orgulloso de sus huevos.

Como siempre, insultarlo te hacía sentir mejor.

Como siempre, insultarlo te hacía sentir mejor

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Tom Holland (One-shots/Imagines)Where stories live. Discover now