15. El Mítico Photoshoot

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One-shot: El Mítico Photoshoot (que salió terriblemente bien pero también terriblemente mal). (Tom Holland).

Respiraste hondo cuando notaste la arena bajo tus pies. Por fin, la playa.

Había sido un viaje movidito de curvas y túneles que en furgoneta se había vivido como una montaña rusa. Además, te habías pasado el trayecto releyendo todo lo que tenía que ver con la sesión de fotos, y pensando en cuál sería el conjunto ideal que resaltara lo mejor de tu modelo.

Sabías que esa parte no era muy difícil.

—¡Eh, tú! ¡La estilista! —Te giraste al oír que te llamaban. Era uno de los fotógrafos que habían ido contigo—. Allí tienes una mesa con agua y sándwiches. Creo que te vendrá bien para el mareo.

Le agradeciste con un asentimiento y corriste hasta la mesa. La boca te sabía extraña, y estabas dispuesta a sacar las uñas si alguien se interponía entre la comida y tú.

Casi lo haces cuando alguien te robó la galleta que estabas a punto de coger.

—¡Oye, tú! —le diste un golpe en el hombro—. ¿Quién te ha autorizado para coger esa galleta?

Casi se te cae la cara de vergüenza cuando viste a quién le hablabas.

—¡Perdona! Sé que no se debe comer antes de una sesión pero las galletas tenían tan buena pinta...

Tom Holland se había arruinado el maquillaje y tenía frosting repartido por ambas mejillas. Y en los labios.

Un escalofrío te recorrió de arriba abajo mientras tenías la vista clavada, muy a tu pesar, en la boca del muchacho.

— ¡Un momento! —exclamó sacándote de tu ensimismamiento—. ¿No nos conocemos de algo?

—No estoy segura, yo...

—¡Ah, ya sé! —Mierda. Pillada—. Estuvimos juntos en Billy Elliott.

Te ocupó la cara la rojez de un semáforo y una sonrisa mal esbozada.

—Sí, yo era una de las bailarinas de reparto.

Tom dejó caer el peso de su cuerpo sobre la mesa, mientras que, de brazos cruzados, lucía perdido en memorias.

Tú te llevaste una galleta a la boca y de la fuerza del mordisco te dolieron los dientes.

—No recuerdo que pasáramos mucho tiempo juntos.

Apretaste los labios, mientras notabas que las palabras se iban acumulando en tus cachetes.

—¿Por qué nunca llegamos a hablar?

Ya está. Te iban a explotar las mejillas.

—Mira —suspiraste—, ¿puedo decirte algo que te he querido decir por mucho tiempo?

No tardó en erguirse, esbozando una sonrisa ladeada. No se te escapó el brillo de vanidad que centelleó en sus ojos, ni cómo se le había hinchado el pecho.

—Adelante, soy todo oídos.

Oh, cómo le ibas a borrar esa sonrisa de estúpido de la cara.

—Yo te odiaba.

Y efectivamente, la sonrisa se le fue como si le hubieran echado disolvente.

Pero, para tu sorpresa, poco después se echó a reír:

—¿Auch? —las carcajadas le brotaron solas, mientras te miraba incrédulo.

—Ya no recuerdo por qué te odiaba, pero sí sé que a veces te contestaba mal para que me dejaras en paz —te llevaste una mano a la frente—. Han tenido que pasar casi diez años para poder pedirte disculpas.

Tom Holland (One-shots/Imagines)Where stories live. Discover now