Capítulo 12.

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— Antes que nada queremos pedirles perdón por mentirles.
— En verdad lo sentimos pero deben saber que esto nos hace felices a Vilu y a mí.
— ¿De qué hablas? ¿Con qué nos mintieron? — Cuestionó Broduey.
Maxi continuó explicando. — Sabemos que puede ser una locura y que no estuvimos bien al ocultarlo, simplemente no sabíamos como decirles.
— Nos están preocupando ¿qué es lo que nos pudieron decir? — En la voz de Camila se podía notar la impaciencia.
— Lo que sucede es que… — Mira al chico junto a ella entrelazando su mano con la suya y hablan al mismo tiempo. — estamos comprometidos.
— ¿¡Qué!? — Un grito colectivo retumba en aquel espacio.
— Estamos comprometidos. — Maxi repite aquellas palabras.
La declaración del joven es seguida por las voces de sus amigos; alegando que aquello era una locura, preguntando por qué los habían engañado y, en ocasiones, diciéndoles que los habían traicionado. 
— ¿Qué les resulta tan gracioso? — Exigió saber León al notar como los dos jóvenes comenzaban a reír.
Francesca no perdió la compostura. — Ya dejen de reír, esto es una locura.
— Lo siento es que… — Violetta intenta contener la risa. — No puedo. — Suelta una carcajada sin poder evitarlo.
Ludmila se cruzó de brazos tomando una postura más firme. — Esto no es chistoso ¿entienden que son muy jóvenes para casarse? Por no mencionar que nos estuvieron engañando todo este tiempo.
Maxi respiró profundo. — Ya, tranquilos. No es para tanto.
— ¿No es para tanto? Vais a casarse. — Señaló Natalia con enojo.
— Dejen que les expliquemos ¿si? — El silencio animó a Violetta para continuar. — No nos casaremos, es una broma. — La breve explicación deja a todos desconcertados.
Andrés, invadido por la confusión, fue el primero en hablar.— O sea ¿qué es una broma? ¿Se casan o no?
— No nos casamos. — Aclaró Maxi.
— Será mejor que nos expliquen qué está pasando. — El tono de Camila fue amenazante.
Luego de una larga conversación en la que, los dos jóvenes responsables de la broma, dieran sus explicaciones y se disculparan con sus amigos por aquello, todos concordaron en aceptar sus disculpas siempre y cuando no volvieran a asustarlos de esa forma. Con el pasar de las horas y una vez todos estuvieron más relajados, al recordar el hecho comenzaron a reírse y a hacer chistes sobre él.

***

— Vilu, recuerda que tienes turno con el médico.— Germán irrumpió en el dormitorio de su hija por la mañana.
— No le encuentro sentido a seguir yendo, para lo único que voy es para que me digan que siempre lo mismo. — Le confesó desganada.
— Vilu…
— Estoy cansada de las malas noticias, me quiero quedar todo el día en mi cama.
— ¿Y el Studio? ¿Tampoco piensas ir? — Insistió su padre.
— No, hoy solo tengo ganas de quedarme en casa.
— Pero Vilu, no te hace bien…
Lo volvió a interrumpir. — Por favor, solo por hoy ¿si?
— Le diré a Olga que te suba el desayuno. — Informó ya resignado.
— ¿Y Vilu? — Preguntó Angie al ver bajar solo a Germán.
— No quiere ir al médico y tampoco al Studio, quiere quedarse todo el día en su cama. — Le informó con desgano. — Ya no sé que hacer, le viven haciendo análisis pero nada cambia. No puedo perder a mi pequeña.
La joven mujer lo abraza. — No diga eso, no la vamos a perder. — Termina el abrazo y toma distancia. — Voy a hablar con ella. — Declara y se dirige hacia las escaleras.

— ¿Si?
— ¿Cómo está la sobrina más linda? — Angie le sonríe mientras se adentra al dormitorio.
— Hola. — Violetta respondió sin ganas.
— Tu papá me dijo que no quieres ir al médico y tampoco al Studio.
— Hoy no tengo ganas de salir, estoy cansada y me quiero quedar en casa. — Le informó.
— Pero Vilu…
— Por favor, no quiero más sermones.
— No es sermón, solo quiero que me escuches ¿puede ser? — Violetta asintió resignada y su tía se sentó en la cama junto a ella. — Entiendo que estés cansada de tantos estudios, es entendible que estés asustada, todos lo estamos. Nos aterra la idea de perderte, eres lo más importante que tenemos tu padre y yo. — Mientras hablaba tomó las manos de su sobrina y las envolvió con las de ella. — Por favor, no dejes de luchar, no te rindas. — Limpió una lágrima que amenazaba con escapar.
— De acuerdo, iré pero sola. — Al ver que su tía comenzaba a protestar, Violetta continuó hablando. — Ya soy mayor de edad, no necesito la compañía de un adulto y no quiero que vayan para que les repitan lo mismo de siempre.
Angie suspiró resignada. — Está bien pero cualquier cosa me llamas ¿si?

— Angie ¿y Vilu? ¿No vino con usted? — Francesca le consultó al verla entrar al aula.
— No, ella hoy no podrá asistir. — Dijo mientras ocupaba su lugar frente la clase. — ¿Quién quiere comenzar? — Dio por finalizado el tema.
Ludmila se incorporó. — Natalia y yo, tenemos una nueva canción que queremos mostrarle.

— ¿Cómo te encuentras hoy? — Preguntó el médico después de que la joven tomara asiento.
— Cansada. — Se limitó a responder. — Mejor ya dígame que todo sigue igual, que la enfermedad sigue avanzando y que no hay nada que hacer.
— Esta vez no puedo decir eso, las cosas han cambiado desde tu última visita.
— ¿Cómo que han cambiado? ¿A qué se refiere? — El corazón de Violetta comenzó a acelerarse.

Violetta, una historia no tan feliz.Where stories live. Discover now