Capítulo 19.

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— No lo puedo creer. — Ludmila la miró pasmada luego de escuchar las palabras de la chica frente a ella.
— Tú quisiste saber la verdad. — Le recordó Violetta encogiéndose de hombros.
La rubia llena de asombro miró por última vez a aquella joven que alguna vez consideró su amiga, aún no entendí como había sido capaz de todo aquello. Sin decir más, abandonó el lugar junto a ella para regresar a la mesa que ocupaban sus amigos. Al llegar con ellos, se sentó en completo silencio bajo la mirada atenta del grupo.
— ¿Qué te dijo? — Terminó por preguntar Broduey.
— Las vimos hablar, algo tuvo que decirte. — Señaló Andrés.
— Es verdad, tuviste más suerte que Fran.
— Yo no diría suerte Nat. — Habló Ludmila con pesadez.
— ¿De qué hablas? ¿Qué sucedió? — León la observó confuso.
Ludmila posó su mirada en cada uno de ellos, lamentaba tener que ser ella la portadora de semejante noticia. — Dijo… dijo que es así porque… porque está cansada de fingir.
— ¿De fingir? ¿Qué quiere decir eso? — Francesca le pidió que explicara.
— Ser nuestra amiga. — Dejó que las palabras salieran, sabía que eso los lastimaría pero debían saber la verdad. — Dijo que todo era una farsa, que solo lo hacía porque le divertía ver como confiamos en ella pero que ya se aburrió de eso, de siempre tener que aparentar ser la buena y dulce Violetta, de tener que sonreír cuando en realidad no le agradamos. — Repitió las palabras que Violetta le había dicho momentos antes.
Camila se apresuró a negar. — No, eso no puede ser verdad. Seguro le sucede algo, debe estar moleta y por eso lo dijo.
— Eso no lo sabes, lo único que de lo que estamos seguros es de que no quiere hablarnos. — Le recordó Broduey.
— Pero hay una persona con la que quizás si hable y pueda averiguar qué sucede.— Les mencionó León mientras giraba su mirada hacia uno de sus amigos. — A ti, Maxi.
El ceño del chico se arrugó. — ¿Yo?
— Sí, cuando hablé con Violetta me dijo que te consideraba un hermano, que se apoyan en todo. — Recordó la explicación que la joven muchacha le había dado cuando la acusó de sentir algo por su amigo. — Estoy seguro de que a ti no te tratará como a las chicas.
— Es verdad que nos queremos como hermanos pero, juzgando el comportamiento que está teniendo, no creo que me cuente nada. — Admitió.
— Por favor Maxi, no pierdes nada con intentar. — Le suplicó Francesca. Se reusaba a creer que la amistad con aquella chica era una farsa.
— De acuerdo, lo haré pero no les prometo nada. — Cedió ante los ojos suplicantes de sus amigos. Tomó una profunda respiración antes de incorporarse y comenzar a andar hacia la chica. — Vilu… — Llamó su atención una vez estuvo a su lado.
Violetta liberó el sorbete de entre sus labios. — Hola Maxi — Le sonrió. — ¿Qué sucede?
— ¿Dónde están los insultos? ¿y el sarcasmo? — Le preguntó sorprendido por su buen trato.
Violetta reprimió una risa. — Por favor no me hagas reír, necesito aparentar estar molesta. — Dijo forzando a su sonrisa desaparecer.
— ¿Y por qué deberías hacer eso? — La confusión del joven se hacía cada vez más grande.
— Para que me odien. — Confesó.
Los ojos de Maxi se abrieron a más no poder. — ¿Acaso te volviste completamente loca?
— Quita esa cara, me haces reír. — Dijo al ver la expresión de su amigo.
— A ver Violetta ¿cómo es eso de que quieres que te odien? Necesito que me explique por qué no estoy entendiendo nada.
— Es que… — Dudó antes de continuar. — Hay algo que no te dije.
La preocupación se hizo presente en el chico. — ¿De qué hablas? Sucede algo malo con — Se acercó a su amiga para susurrarle. — la enfermedad.
Violetta asintió pausadamente — Y aparentemente son buenas.
— Ya Vilu, deja el suspenso y dime de qué se trata.
— Tranquilo, te lo diré pero no aquí. — Apuntó con sus ojos hacia la mesa que se encontraba a unos metros.
— En la tarde ve a mi casa, ahí podremos hablar sin interrupciones.
— Está bien, nos vemos al rededor de las cinco ¿te parece?
— Perfecto, hablamos en la tarde. — Afirmó.
— Maxi… — Lo llamó. — ¿Puedes inventarle algo a los demás? No quiero que sigan insistiendo.
Aún no entendía las razones de su amiga, el por qué actuaba de aquel modo pero ahora sabía que estaba relacionado con su enfermedad y él había prometido apoyarla en todo, aun cuando no estuviese de acuerdo. — No te preocupes, yo me encargo. — Le aseguró antes de alejarse.

Violetta, una historia no tan feliz.Where stories live. Discover now