Nunca subestimes el amor de una madre.
Bakugo entendió ésas palabras justo en el momento exacto.
El amor también puede llegar del cielo.
| KiriBaku
| Romance intenso
| No Quirks
| Fantasía
• Los personajes pertenecen a Kohei Horikoshi. •
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—Eso es todo por hoy, cabello de mierda, levántate.
Kirishima soltó un claro sonido de satisfacción al escuchar aquellas palabras, ése día Bakugo había sido demasiado estricto y duro, más de lo que le había conocido hasta entonces. Durante su entrenamiento, el pelirrojo trató de cuestionarle el porqué de su comportamiento tan hostil, sin embargo, Katsuki no le daba alguna oportunidad y por supuesto, no se la daría, así que tuvo que dar la iniciativa.
—¿Estás bien, Bakugo? —Musitó cuidadoso. —Te he notado molesto...
El rubio chasqueó la lengua en verdadera señal de fastidio al escucharle. —Todo bien. ¿O acaso no lo estás viendo, idiota?
Kirishima frunció el ceño. —Está bien que no estés de buen humor, Bakugo, pero no dejaré que me trates así.
El rubio soltó un suspiro profundo y reconsideró las palabras ajenas en silencio, bien, lo admitía, no había sido un buen día en lo absoluto. Hacía un calor horrible y se arrepentía demasiado por haber decidido el entrenamiento en la tarde, pues, en la mañana, la familia Todoroki le contactó de nuevo. Había olvidado por completo la solicitud de hace casi dos meses, era sorprendente que el rey Enji aguantara tanto por una respuesta, al parecer había llegado al límite.
El príncipe había acudido de nueva cuenta a su hogar junto con sus dos guardaespaldas, aquello realmente cabreó a Bakugo pues le parecía totalmente ridículo el ir directamente a irrumpir su hogar, sabiendo, por supuesto, que no tenía nada que restregar pues no le había respondido nada al rey. Pero ¿Quién podía discutirle algo al gran Bakugo Katsuki?
Las palabras que había dicho Todoroki aún le reventaban la cabeza a cada segundo.
—Mi padre logra mucho en cuanto convencer... dudo que sea la excepción.
Bakugo limpió el sudor de su frente y volteó la mirada al pelirrojo, éste no le mostraba atención pues estaba realmente concentrado bebiendo agua, no era necesario que el otro dijera nada, Bakugo sabía que estaba algo molesto, y tenía derecho a estarlo, había actuado como un completo idiota.
—Oe, Kirishima.
El nombrado dejó el recipiente a un lado y volteó sus rojizos orbes al rubio.
Bakugo sintió cómo su corazón empezó a comportarse jodidamente horrible pues los latidos eran desenfrenados. Santísima mierda ¿Cómo era posible que alguien luciera tan bien sólo con algo de sudor? Kirishima tenía algo que no podía describir normalmente, en definitiva se estaba volviendo loco e ingenuo.
«Concéntrate, idiota» Bakugo casi quiso golpearse el rostro.
—Lo siento, joder, es sólo que... —Dejó de mirar a Eijiro y tomó su espada del suelo. —Pienso en cosas que no tienen importancia.
