Capitulo 24

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Aiden

Un año y cinco meses después.

Golpeo una vez mas el saco, y luego otra, concentrandome mínimamente en los golpes.

— Muy bien, campeón. Relaja esos hombros.— Palmea mi espalda— Y ya vete, tengo que cerrar.

Me detengo y muevo mis hombros, la miro.

— Me quedare un rato más.— Vuelvo a golpearlo

— Y esa sera la razón por la que me despidan. Vete ya.— La miro serio

— No me interesa, Maria.— Estira su mano y desconecta el saco del techo. Suspiro

— Afuera, ya son las diez de la noche. Y tu noviecita esta en el auto.— Bufo y me alejo, me quito los guantes

— No es mi novia.— Murmuro

— No me interesa. Quiero los guantes impecables y dentro del casillero. Y te quiero a ti afuera en cinco minutos.— Frunzo el ceño cuando apaga la luz, dejandome a oscuras

Idiota.

●○●

Salgo del gimnasio y camino hacia el auto. Levanto mi mirada hacia ella.

— Hola.— Sonrie

— Hola.— Me acerco y besa mi mejilla, abro la puerta del auto— ¿Qué haces aqui?

— Siempre quise venir a buscarte.— Murmura, asiento y me subo al auto

— Bien. ¿Iremos a tu casa?— Pregunto en cuanto se sube al asiento del piloto. Suspira

— ¿No tienes hambre?, podemos detenernos en un restaurante.— Arranca al auto mientras me sonrie levemente

— No tengo hambre, Emma. — Me cruzo de brazos — Y no respondiste mi pregunta.

— ¿Tu que quieres?— La miro, frunce levemente el ceño— Aiden, ¿asi sera siempre?— Suspiro y miro hacia adelante — Ya no quiero ser solo alguien mas, quiero conocerte, ir a tu casa, ir a comer como las parejas y tomar tu mano sin que te alejes.

Me quedo callado unos segundos, aun sin mirarla.

— ¿Porqué eres asi?

— Emma, lamento no ser el hombre de tus sueños.— La miro— Y lamento decirte que nunca lo sere.— Abro la puerta — Debi aclarartelo desde un principio. — Salgo y cierro la puerta, empiezo a caminar mientras coloco mis manos en mis bolsillos

Mi mirada se baja al suelo mientras sigo caminando, mientras mi mente se hunde en pensamientos putrefactos.

●○●

Abro la puerta y la cierro, coloco las llaves en la pequeña mesa y me acerco a la luz, la enciendo.

Camino hacia la estrecha cocina y abro la nevera, saco una de las sopas instantáneas y comienzo a prepararla.

Escucho mi telefono sonar, lo ignoro mientras sigo concentrado en la sopa.

El pitido suena seguido de una voz.

Hijo, es tu padre, de vuelta. Se que hablamos hace una semana, pero tu madre aún quiere que vuelvas. Por favor, piensalo. Al menos una hora.

El pitido vuelve a sonar, cortando el mensaje.

Suspiro mientras llevo la sopa instantánea al microondas, apreto el boton de treinta segundos y me apoyo en la mesada.

Esta vez suena mi celular, bufo y lo tomo.

— ¿Qué?

Buenas noches para ti también, imbecil.

Mi DebilidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora