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Ella sabía que ella sabía, que algún día pasaría,
Que ella vendría a buscarla con sus flores amarillas—

   Otro maldito mes había pasado.

  Yeji seguía haciendo su vida normal pero aún así no podía dejar de pensar en la castaña.

  Cada vez se le hacía más difícil la espera, era triste. No importa cuanto amara a Ryujin, su partida no dejaba de doler. 

  Todos creían que era muy joven para saber lo que es el amor. Pero la verdad es que para eso no hay edad, desde pequeños podemos determinar si amamos algo o no.

  Inconscientemente, pero lo hacemos.

  Cuando llegábamos del jardín corriendo con un collar de fideos para nuestro tutor, era una muestra de amor.

  Cuando ayudabamos a nuestro amigo en la tarea que se le complicaba, era amor también. Una forma distinta, pero el sentimiento es el mismo.

  Y cuando Yeji dejó ir a Ryujin por su futuro académico, también fue amor. La quería tanto que no le importaba sufrir si podía ver a su novia triunfar y hacer lo que ella tanto anhelaba.

  Pero, ¿qué era lo que ella quería? Era algo que se preguntaba demasiado últimamente.

  Probablemente si le hubiesen preguntado hace unos años atrás, hubiese dicho que le gustaría terminar la preparatoria junto con su novia y luego poder vivir juntas.

  Sus planes se habían dado vuelta y ahora no tenía nada. 

  A Yeji le gustaba mucho el kpop y también la música. Había asistido a clases de baile, canto e incluso rap. Disfrutaba estar sobre el escenario y que miles de personas vieran su arte.

  Quizás era una carrera inusual y con poco futuro pero había decidido que quería ser una artista. Hace un par de semanas atrás había enviado una audición para varias empresas y ahora esperaba los resultados.

  Chaeryeong y Lia también lo habían hecho. Era un sueño compartido. Esperaban poder quedar juntas pero si no lo hacían, estarían feliz por la otra.

   Yeji tenía en claro una cosa y era que a Ryujin no le agradaría en lo más mínimo. A ella no le gustaba que alguien más pudiese verla bailar o cantar, creía que era demasiado provocadora.

   A esta altura ya ni siquiera importaba, no la vería de todos modos.

   La castaña había seguido con su vida muy lejos de Corea del Sur y nadie se lo había impedido.

  Ella también podía avanzar y crecer, tenía talento. Lo tenía y lo sabía, podía ser una estrella.

  No se sentía apenada por la decisión que había tomado. Era su vida y nadie debía meterse en ella.

  El tiembre de su casa sonó por todo el lugar y bajó las escaleras para atender la puerta.

  Cuando abrió y no vio a nadie, frunció muy levemente su ceño hasta que recordó que día era hoy.

  Bajo su mirada y ahí encontró el mismo paquete que las tres veces anteriores.

  Era igual, todo era igual. Extraño a decir verdad.

  Ya no estaba tan entusiasmada de abrir la pequeña caja. No sabía si era culpa o desinterés. Sus sentimientos eran cada vez más confusos.

  Y más con Choi Jisu dando vueltas por ahí.

  Hizo el mismo procedimiento que ya se empezaba a volver tedioso y cuando abrió la caja encontró cuatro flores amarillas y una pequeña carta.

  Colocó las plantas en dónde había puesto a las demás, algunas ya se habían marchitado.

  Es lo que hace el tiempo, desvanece las cosas.

"¿Qué tal has estado amor mío? Yo extrañándote como siempre pero sin esa parte, la verdad la he estado pasando muy bien. Mi educación va de mejora en mejora y no podría estar más emocionada.

  Me encantaría que estuvieses aquí conmigo para poder disfrutarlo. A veces te imagino a mi lado pero te deterioras muy rápido.

  Pero siempre que te vas, te digo lo mismo para que lo escuches bien en claro. "Te amo" y es que te amo Hwang Yeji.

  Por favor, sigue esperándome. Algún día volveras a estar en mis brazos.

-Shin Ryujin"

  Y ahí estaba, la promesa vacía de un mañana que ya comenzaba a no creer.

  Algún día podía ser hoy o dentro de diez años.

  Y mientran tanto, ¿qué? ¿Qué brazos la abrigarían?

  Yeji estaba cansandose de esperar.

 

 

 

'Flores Amarillas' -RyejiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora