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No te apures, no detengas
El instante del encuentro
Está dicho que es un hecho—

  Treinta y un días habían pasado sin rastro de Ryujin. Treinta y un días en los que Yeji se preguntaba cuando volvería a buscarla y no a enviarle estúpidas flores amarillas.

  Estaba cayendo en un círculo vicioso y a la mayor no le gustaba para nada la monotonía de tener que estar esperando por una muestra de cariño o afecto. Quizás era momento de superar a la castaña.

  Era una misión muy difícil porque un día como hoy, a final de mes, llegaban las tan ansiadas flores con una carta profesando su amor.

  Yeji tenía una extraña sensación de que en realidad, Ryujin podría haber vuelto tiempo atrás pero estaba evadiendo hacerlo.

  ¿Por qué? No sabía. Pero siempre había tenido un sexto sentido, más si se trataba de su ex-novia, nunca fallaba. Tenía la corazonada de que no quería volver y quizás, solo quizás, ella tampoco quería que volviera.

  El tiempo pasa y las emociones se gastan, las relaciones se agotan y el amor se acaba. Hace un año y cinco meses que había desaparecido de su vida y del mapa por completo. ¿Cómo es que podía seguir amándola?

  Tenerla lejos le dolía y que le mandara regalos cada mes como un recuerdo constante lo hacía aún más. Las flores y las cartas se convirtieron en su tormento pero no podía soltarlas y simplemente dejarlas ir como si nada. Eso mismo le sucedía con Ryujin.

  Maldecía el momento en el que la conoció, si eso no hubiese pasado todo sería más fácil ahora. Podría estar felizmente soltera —porque más que sola estaba, pero no feliz— o quizás en una relación con la maravillosa Jisu pero no. Ella tenía que estar colada por una persona del otro lado del puto planeta.

  Un clavo no saca otro clavo, eso Yeji lo sabía muy bien. Estaba mal utilizar a una persona para olvidar a otra pero aún así lo hacíamos. Es porque nos gusta el sentimiento de sentirnos queridos, a nadie le gusta sentirse sólo o descuidado. A la mayor le gustaba la atención que recibía de Lía y puede ser, que poco a poco, le empezara a gustar ella también.

  Estaba decidida a seguir adelante, sea lejos de lo que creía ser del amor de su vida o no. No podía pasar toda su juventud estancada en una relación fantasma que no era más que promesas falsas.

  Yeji aún esperaba la respuesta a su audición, mientras abría la laptop para revisar su correo electrónico, una llamada entrante de Lía iluminó la pantalla de su móvil. Sonrío al ver que se trataba de la pelinegra.

  Estaba a punto de tomar la llamada pero el timbre de su casa sonó. Sabía lo que significaba. A lo mejor Jisu y la audición podían esperar un poco, los impulsos de su corazón seguían siendo demasiado fuertes.

  Corrió a la entrada a recoger el paquete e inició el mismo procedimiento de siempre.

  Esta vez, eran cinco flores y una carta.

"Querida Yeji, ¿Cómo has estado? Me he enterado que has estado viéndote con alguien nuevo. ¿Tan rápido lograste olvidarme? Yo no puedo sacarte de mi cabeza y a esta altura dudo que pueda hacerlo algún día.

Quizás pienses que todo es una mentira y que jamás volveré a tu vida, pero mis promesas no son en vano. Tardías sería un mejor adjetivo para ellas pero al final siempre se cumplen.

Cuando logres verme frente a la puerta de tu casa, junto con el enorme ramo de flores amarillas sólo para ti, sabrás que todo habrá valido la pena.

No importa si debo luchar por ti, lo haré con gusto. Pero aún así, espero que me esperes y algo del amor que me tenías, permanezca siempre en tu corazón.

Siempre tuya,
-Shin Ryujin"

  Yeji dejó las flores en el florero que mantenía como centro de mesa, ahora eran quince, casi un ramo.

  Era una masoquista, se hacía sufrir ella misma imaginando un futuro al lado de la más baja pero era inevitable.

  Algún día la dejaría ir, y esperaba que Ryujin pueda hacer lo mismo.

  Esta relación estaba dañando a las dos.

 

 

'Flores Amarillas' -RyejiWhere stories live. Discover now