Capítulo 14

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Para el fin de la misma semana, Richie evaluaba cualquier posibilidad ante la situación. Tumbado en la cama y con la vista fija en el humo que emanaba del cigarrillo de menta, sus pensamientos rápidamente se vieron presa del pequeño castaño con el que había compartido más que solo palabras. Y es que aún se preguntaba por qué su comportamiento había sido tan extraño aquel día en el supermercado, y por qué seguía igual de extraño ahora que le había pedido que se aleje. Unas pocas veces lo había visto desde la distancia, y como poco usual que era, Eddie estaba solo, completamente solo. La niñera que siempre pasaba cuidándolo, pensó en Bill con burla, ya no estaba con Eddie, en ningún momento.

Parecían distanciados y eso era lo que intrigaba más a Richie. Aquel par antes parecía inseparable, y sin embargo, ahora daban la sensación que eran dos extraños más en la universidad. Bill ahora se veía acompañado por aquel judío rarito, compañero de la misma carrera de Bill, y con la pelirroja bonita de la carrera de Alta Costura, que era novia del gordito que ya no era gordito, de una carrera que Richie desconocía.

El azabache llevó el cigarrillo a su boca, aspirando para que la nicotina llene sus pulmones y poder disfrutar la sensación de adormecimiento que tanto le gustaba, luego, fijando su vista en la ventana de la habitación, soltó el humo despacio, expulsándolo por la boca.

¿Era normal que comenzara a preocuparse por el castaño?

Después de todo, no eran nada. Sus intenciones desde un principio fueron únicamente el placer sexual, pero aún así, algo extraño había comenzado a suceder en él y en Eddie cuando los encuentros comenzaron a prolongarse, y Richie lo había notado. En una de las noches que estuvieron juntos, sin darse cuenta dejó de pensar egoístamente en su propio deleite, y de pronto las ganas de hacer que Eddie lo disfrutara también se convirtieron en un deber. Y el azabache se dejó convencer por esa obligación, ya no solo le importaba él, que Eddie lo disfrutara tanto como Richie, solo lo excitaba más, y el orgasmo era mucho más placentero.

Si eso había ocurrido, entonces era bastante normal que comenzara a preocuparse por Eddie, y mucho más si el distanciamiento entre la niñera y el castaño era debido a él. Probablemente Bill se había enterado y decidió no seguir con esa amistad, y por esa razón Eddie le había dicho que todo aquello era su culpa.

Tenía razón, y argumento.

Así que levantándose con rapidez de la cama, apagó el cigarrillo en el cenicero a lado en la mesa de noche. Se colgó su chaqueta en el hombro y guardó el celular en el bolsillo del pantalón para salir a buscar a Eddie. Lo más probable era que estuviera en su habitación, la vida del castaño no era especialmente divertida.

En poco más de cinco minutos se plantó frente al edificio, pero se detuvo y retrocedió unos pasos cuando divisó al chico judío en la entrada del lugar. Parecía hablar por teléfono con alguien, así que no dudó al imaginársele que podía ser Bill con el que estuviera hablando. Así que con la poca paciencia que albergaba en algún lugar de su cuerpo, esperó tras un árbol hasta que la niñera bajara y él y su amigo se fueran.

Y por supuesto así pasó.

Otros cinco minutos esperó hasta que finalmente los perdió de vista, y con un poco más de tranquilidad, se dirigió al piso de Eddie. El pasillo lleno de puertas cerradas lo recibió y rápidamente se acercó a la de Eddie. Esta reflejaba en la abertura de abajo una luz tenue proveniente del lado derecho, así que supuso que era la del baño, segundos después oyó una puerta cerrarse que comprobaba su teoría.

Pensó en el mal hábito de Eddie de no asegurar la puerta, por lo que al intentar abrirla, esta le dió el pase libre sin problema y mentalmente se propuso la tarea de cambiar aquel hábito que en algún momento le traería problemas al castaño. En total silencio cerró la puerta principal, asegurándola esta vez, y se acercó a la puerta del baño dando tres golpes, no pensaba entrar, primero quería asegurarse de cómo estaba el pobre Eddie, además de que no quería terminar con las cosas entre ellos peor de lo que ya estaban, así que se propuso no soltar tantas idioteces.

En el interior, Eddie que se preparaba para tomar un baño, se sobresaltó, guardando silencio.

-Eds, soy yo. El lechero.- Habló el azabache pegando la espalda a la puerta, y deslizándose en esta hasta quedar sentado en el suelo. De nuevo, Eddie guardó silencio, incapaz de modular alguna palabra o siquiera reaccionar. No se sentía capaz de hablar con Richie. Aún guardaba un secreto difícil de asimilar y su necesidad de confesarlo era mucho más grande que su prudencia. -Debes dejar esa manía de no cerrar la puerta principal y sí la del baño. No quiero regresar un día y encontrarte golpeado o algo así.- Eddie se acercó con cautela a la puerta, sintiendo su garganta obstruida y los ojos picándole de manera dolorosa. -¿Estás peleado con Bill, cierto?

Preguntó mientras sacaba la cajetilla de su bolsillo y retiraba un cigarrillo del interior, después de encenderlo y volver a guardar todo en los bolsillos, inhaló y exhaló disfrutando de la sensación.

Dentro, Eddie no supo cómo reaccionar. Pensar en Bill y en Richie era doloroso en todos los sentidos. Estaba harto de los secretos. Quería regresar a cuando todo era normal y feliz, y no tenía que preocuparse por callar algo que terminaría destrozándole la vida.

-¿Se enteró que estuviste conmigo?- El olor del cigarrillo de menta se coló por debajo de la puerta mientras le inundaba los sentidos de manera peligrosa, al mismo tiempo que aquella pregunta llegaba a sus oídos.

Ojalá haya sido eso, hubiera sido todo más fácil. Pensó con tristeza mientras pegaba la frente en la puerta. Estaba a punto de derrumbarse y ponerse a llorar.

-Estoy seguro que es eso porque dijiste que todo era mi culpa, Eds.

Y lo es, pero no por esa razón.

-Puedes pasar conmigo ahora, si no tienes a Bill.- Aquellas palabras se grabaron en lo más profundo de su corazón y su cabeza, y sin poder evitarlo, comenzó a derramar silenciosas lágrimas cargadas de dolor. -Las niñeras suelen ser siempre así de incomprensibles, les bajas el sueldo y se indignan peor que mujer.- El azabache soltó un risita, sin imaginarse el estado del castaño dentro del baño. -Acabé de verlo irse con su amigo el judío, sabes.- Eddie pensó en Stan mientras trataba de no derramar más lágrimas, acción que le fue imposible. -Probablemente a alguna fiesta ilegal aquí en la universidad.

Eddie realizó la misma acción que Richie, y terminó sentado en el suelo, llorando en silencio con tristeza y dolor liberado en cada lágrima.

-Eds... yo solo...- Richie pensó un momento lo que iba a decir mientras miraba el cigarrilo consumiéndose. Era algo complicado y que pocas o nulas veces lo había hecho, sin embargo, sentía que le debía eso a Eddie. -Lamento mucho lo que pasó con tu amistad con Bill.

Fue ahí cuando Eddie no pudo evitar dejar salir un fuerte sollozo, que llegó a los oídos de Richie, y comenzó a alarmarlo.

-Si es lo que quieres, te dejaré en paz, Eddie.- Dijo poniéndose de pie rápidamente. Ya lo había hecho llorar. Definitivamente no tenía tacto ni siquiera para disculparse. -Te juro que no diré nada acerca de tu condición.- Le susurró. -Nunca pensé hacerlo, aún si no accedías a lo que te había pedido.

Sin querer seguir escuchando, Eddie habló con la voz rota, y las lágrimas empañando sus mejillas.

-Vete Richie. Solo... vete. Ya hiciste suficiente.- Sin rechistar, eso hizo. Richie salió de la habitación fumando su cigarrillo, y con una extraña opresión en el pecho.

Había dicho que lo dejaría en paz si era lo que Eddie quería, sin embargo, no estaba seguro de cuanta fuerza de voluntad iba requerir si realmente pensaba cumplir su palabra. Al igual que Eddie, su corazón también planeaba llevarle la contra, y el bozacas no sabría como evitarlo.

[CANCELLED] Am I Pregnant?! » Reddie [IT AU] •M-PREG•Where stories live. Discover now