PRÓLOGO

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Me desperté con el sonido de la alarma. Eran las ocho de la mañana, tenía que ir al instituto como cada día. Antes de levantarme, cogí el movil. Cinco de abril. Caí en mi, era mi cumpleaños. Hoy Luna Smith cumplía dieciocho años. Mis esperados y queridos dieciocho, cualquier adolescente quiere llegar a esa edad. Todo ser humano quiere ser adulto; poder ir a todas las discotecas sin tener que colarse en ellas, comprar alcohol sin la necesidad de un mayor, sacarse el carnet y conducir lejos, y poder salir y entrar en casa a la hora que le plazca. Es obvio que, podemos acabar en la cárcel, pero es tan solo un inconveniente entre tantas ventajas. Todo ser humano quiere se adulto, entonces ¿porqué yo no?

Después de mi pensamiento tan profundo y matutino, me dirigí a vestirme. Me puse unos vaqueros justos, una camiseta negra con unos brillantes, unas zapatillas negras y una chaqueta de cuero. Baje al salón a desayunar. Mamá empezó a cantarme la típica música de cumpleaños feliz, y no podía estar más sonrojada. Es increíble aún siendo finalmente mayor de edad, no se como actuar ante tal situación. No se si debo aplaudir, reír o cantar con los demás. Es un acontecimiento un tanto incómodo. Posteriormente a su felicidad arrebatadora me brindó mil besos y abrazos, y me dio su regalo.

—Luna, solo debes abrirlo al llegar del colegio—sonrió.

—Pero ma, al llegar del colegio te irás de viaje por la empresa. Y no podrás ver mi reacción—bufé.

—No te preocupes cariño, si todo va como lo previsto, cuando yo llegue muchas cosas en ti habrán cambiado, y eso significará que te gustó.

Asentí y la abracé.

De nada serviría llevarla la contraria, los padres siempre tienen la razón.

Empezó a sonar mi móvil. Era papá, tuvo casi la misma reacción que mamá. Les entusiasma más a ellos mi cumpleaños que a mi misma. Mis progenitores están muchas veces fuera de casa debido a los cargos importantes en sus correspondientes empresas y tienen que viajar para cerrar negocios. Yo me quedo sola. No me preocupa, ya estoy acostumbrada. Cuando era un renacuajo me quedaba con Noa, la mejor amiga de mamá. Es como si fuera mi tía realmente.

Mientras hablaba con papá por teléfono iba caminando en dirección del instituto. No quedaba muy lejos de casa, unos quince minutos caminando. Siempre que hablo con padre el tiempo pasa más rápido.

En un abrir y cerrar de ojos ya estaba en la puerta, donde me esperaba mi mejor amiga Venus.
Venus conozco a Venus desde la preescolar. Justo en el primer momento en que nos vimos, sabíamos que íbamos a ser grandes amigas. Es como un amor a primera vista, pero con tu mejor amiga. Como para no serlo. Venus tenía los ojos verdes, su pelo era precioso, un rubio inigualable y extremadamente largo, más o menos por el trasero. La cara era perfecta, una piel blanca y una sonrisa exquisita. Tenía el cuerpo que cualquier chica quisiera tener, menos ella. Siempre dice que esta muy delgada. Pero así era mi amiga Venus, un ser humano precioso tanto por dentro como por fuera.

—Felicidades hermana, te estás haciendo vieja. Incluso puedo verte una cana—señaló mi cabello riendo.

—¿¡Perdón!?—miré donde mi amiga señaló y por suerte no había ninguna.

—Es broma imbécil, siempre caes en mis trampas.

—Bueno—entrelace los brazos—, ¿no me darás ningún regalo? Es tú deber como mejor amiga, y única.

—Claro que si—sacó un paquete pequeño de su bolso.

En el había una pulsera plateada, con su inicial.

Me emocioné, era imposible no hacerlo ante semejante detalle. No me importan mucho los regalos caros o con muchos adornos. Con tal de que sea significativo, es suficiente.

Venus me enseño su muñeca. Ella tenia una igual pero con mi inicial.

—Para que sepas que siempre estaremos juntas—sonrío.

Nos fundimos en un caluroso abrazo.

(...)

Nos dirigimos a clase de biología.

En biología nunca prestaba atención. Me pasaba las horas mirando a Jack Woodson. Desde el primer año de instituto que estoy por él, nunca había visto semejante belleza aparte de Venus, claramente.

Jack era moreno, tenía unos ojos marrones enormes con unas pestañas larguísimas, unos labios perfectos y una mandíbula extremadamente marcada. Su cuerpo era perfecto, al menos para mi. Además, contenía algo que me encantaba de él. Su mirada y su risa. Me habrá mirado a lo largo de mi vida tres veces contadas, pero lo hacía de una manera tan profunda, tan intensa... podía eliminar todos mis miedos con tan solo mirarme. Y su risa... sonreía muy a menudo en clase. Esa risa me hacia teletransportarme a otros lugares. No había sonido más exquisito y intenso que su carcajada.

Sonó el timbre finalizando así la aula.

Fuimos de clase en clase, en todas coincido con Venus, por suerte mía. Si no fuera así, estaría sola en todas. No conozco a nadie más en todo el instituto que no sea ella. Para muchos podría ser triste, pero para mi es suficiente.

Paso el día volando, si bien que, lo cierto es que yo quería que así fuera.

Suelo ir acompañada a casa de Venus ya que vivimos algo cerca. Pero quería ir sola. Es más, lo necesitaba.

Me conecté los auriculares, abrí Spotify y empecé a oír moral of the story. La oí las veces necesarias para llegar hasta casa. Y por fin, podría abrir el regalo que mamá me dejo. Estaba nerviosa, entusiasmada y un poco asustada. Pues, me dijo que si sale como ella quiere, muchas cosas cambiarán para mi.

Lo abrí con una rapidez increíble, como si nunca hubiera abierto un regalo antes en mi vida.

No me podía creer lo que mis ojos estaban mirando y mis manos tocando, no era verdad.

El inicio del fin ☑️ Donde viven las historias. Descúbrelo ahora