SEXTA CARTA

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Me desvelé demasiado temprano para un día normal de instituto, si bien que; conocía la razón de ese acto. Hoy era el gran día, iba a tener una cita con mi querido y amado Jack. Me levanté en seguida de la cama y me preparé una bañera caliente con espuma. Me hice una mascarilla facial y me dispuse a bañarme hasta que el agua estuviera fría. Después, me enjuague la cara para remover la mascarilla. Baje a desayunar unos cereales rápidos y después me fui a lavar los dientes. Hasta que llego el momento más horroroso. Elegir la ropa adecuada para la ocasión.

Después de destrozar todo mi armario, encontré que ponerme. Me vestí una camiseta de tirantes con un escote de color rojo junto a una mini falda de tiro alto blanca, unas zapatillas negras y en el pelo me hice un moño. Justo cuando acabe de vestirme, tocaron al timbre.

Abrí la puerta, era mi amado.

—Guau — trago saliva —estás preciosa.

Sonreí tímidamente.

—Gracias, tú también.

No le había dicho que estaba guapo para devolverle el cumplido. Es que realmente, estaba precioso. Llevaba un polo negro junto a unos pantalones blancos. Estaba peculiarmente seductor.

—¿Nos vamos bonita?

Asentí.

Nos dirigimos a su coche, Jack tenía a su poder un descapotable gris, era alucinante. Por dentro era de piel y automático. Un coche de sueño, desde mi punto de vista.

Me abrió la puerta y me invito a sentarme, a lo cual yo accedí encantada.

—Casi me olvidaba — saco un pañuelo negro de su bolsillo —¿Puedo vendarte los ojos?

Asentí. Me encantaban las sorpresas.

Después de vendarme los ojos se sentó en el asiento del piloto y empezó ha conducir.

—¿Dónde me llevas?—pregunté curiosa.

—Ya lo veras preciosa.

Pasado diez minutos llegamos a nuestro destino.

Jack me abrió la puerta, me cogió de la mano y fuimos caminando ha nuestro objetivo o eso esperaba. No veía absolutamente nada por mucho que quisiera. Lo único que sentía era el suelo; plano y fácil de caminar. Así que no estábamos en el bosque y tampoco en la playa.

—Hemos llegado preciosa.

Me saco suavemente el pañuelo de los ojos.

Abrí rápido los ojos, no podía controlar tanta emoción.

Lo que vi fue un detalle precioso. Estábamos en el exterior de su casa, en la piscina. Alrededor de ella habían velas. Era precioso. Hasta que me di cuenta del suelo. Había un camino con rosas y velas. No podía detenerme. Lo estaba siguiendo como si fuera una niña pequeña. Hasta que llegue al fin del camino. Al finalizar había un mantel gigante en el césped, un ramo de rosas y una cesta de picnic.

—Jack, me encanta —dije aún sorprendida por lo bonito que estaba todo.

—Lo que sea por ti preciosa.

Nos sentamos en el mantel y Jack me extendió el ramo de rosas.

—Una flor para otra flor.

—Déjate de tonterías—reí.

—Te gustan mis tonterías.

Encogí los hombros.

—Venga, no puedes negar que te encanta.

—Tampoco lo voy a afirmar. ¿Qué hay para comer?

Abrió la cesta y dentro se encontraba una tortilla de patatas, embutidos, pan y croquetas. Era realmente un picnic y eso me encantaba.

El inicio del fin ☑️ Where stories live. Discover now