Primeros planes.

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(El cuaderno rojo de Abril)

Como un destello que apenas alcanzas a ver, así de rápida es mi tranquilidad, pero debo admitir que logré hacer que anoche me durara más.

Estoy en segundo grado de secundaria, es normal que en las fiestas empiece a abundar el alcohol, y como es natural, no quería ser la aguas fiestas, comencé con una copa de vino tinto, para el brindis fue indispensable un poco de sidra, no se confundan, en ese momento yo seguí bien, pero luego muchos de mis compañeros, sí, también Jess y Valeria, decidieron tomar un poco más, así que pensé que no sería tan mala idea servirme un caballito de tequila, no hubo cambios, hasta que el vodka se presentó, y después de servirme dos veces los mareos empezaron, algo me decía que me detuviera, todos seguían tomando, pero yo ya no quería, de repente me di cuenta de que me la estaba pasando bien, ni penas, preocupaciones, mucho menos culpa, y entendí la razón de que muchos desquitaran sus llantos con alcohol.

A penas dejaba de sentirme mareada buscaba una copa más, ya sea de brandi o rompope, había una gran variedad.

Luego, muchos de mis compañeros salieron al jardín, yo los seguí, Jess y Valeria se quedaron adentro, ellas seguían bebiendo, me preocupé por ellas, pero no dije nada, simplemente me alejé, lo sé, fui una pésima amiga, pero culpo a los efectos de alcohol.

En fin, en el jardín, unos chicos comenzaron a fumar; yo solo lo había hecho una o dos veces en toda mi vida, recordé la sensación que se sentía cuando el humo atravesaba la garganta, las figuras que se hacían al expulsarlo por la boca... no me pude resistir, medio cigarro fue suficiente para sentirme mejor.

Una hora después recibí una llamada de mi madre, me recogería en diez minutos. Me puse como loca, yo sabía que iba a haber alcohol, no dudé en llevar unas mentar en la bolsa, pero mi chal apestaba a tabaco, fue difícil conseguir perfume... pero al final lo logré, y como sé fingir muy bien... bueno, Anastasia... perdón... mamá, no se dio cuenta de nada.

Llegué a mi cuarto casi sin energía, apenas pude caminar un par de pasos para darle de comer a mi gatita Findy y luego caer rendida en mi cama.

Estaba a punto de quedarme dormida hasta que apareció Marcie, no fue difícil engañar a mamá porque no había hablado con ella en todo el trayecto, pues fingí dormir; con Marcie todo lo contrario, en cuanto me miró a la cara lo supo.

Su sermón era el mismo de siempre, que no sea así, que había estado mal... bla, bla, bla, todo empeoró cuando por accidente, o por efecto del alcohol, admití que también había fumado, lamentablemente en mi estado me fue difícil tomar en serio sus sermones.

A la mañana siguiente desperté con una resaca terrible, pero me encontraba feliz, por primera vez había pasado más de diez minutos sin lamentarme sobre los juegos... es más, fueron alrededor de doce horas... doce horas siendo feliz... bueno, no tanto, la felicidad que produce el alcohol es falsa, y si te lo preguntas, sí, me siento culpable, pero lo pasado queda pasado.

***

(Abril, dimensión humana)

-¡Abril, falta una semana para tu cumpleaños!- dijo Anastasia muy entusiasmada, mirando a su hija con la esperanza de verla sonreír.

-¡En serio!- se exaltó Abril, no por la emoción de saber que en una semana tendría 14 años, sino por el miedo que le provocaba saber que ese mismo día tendría que presentarse ante Mohamed y el consejo, o al menos ante Leonardo, y decirles sus planes para el entretenimiento de ese año.

-¿No estás feliz?

-Más bien nerviosa, el tiempo se pasa rápido

-Así es

Abril, voz de inocentes [Crónicas de Abril #2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora