INCONSCIENTE

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Era la semana del casting final. Cinco días llenos de audiciones que decidirían quien serían los 18 aspirantes que todavía tendrían  opciones para entrar en la academia. En la gala cero dos se quedarían a las puertas y solo 16 serían los concursantes definitivos.

Había conseguido hacer un par de amigos en las fases previas pero por desgracia todos habían sido eliminados. Así que me encontraba sola en medio de un comedor enorme intentando encontrar alguna cara conocida para unirme a su grupo.

- Anaju. - escuché entre los murmullos de los demás una voz que llamaba mi nombre. Al girarme me encontré con Eva.

Ella y yo nos habíamos conocido hacía unas semanas y aunque habíamos encajado a la perfección  ella estaba más apegada a otro grupo. Uno encabezado por dos chicos que parecían, o se creían,  los dueños del mundo.

Hugo y Rafa parecían sacados de una película adolescente estadounidense sobre el instituto. Hugo sería el capitán del equipo de basket, siempre acompañado por su mejor amigo Rafa. Ambos tremendamente simpáticos pero con una diferencia, el rubio parecía ocultar algo, llevaba la palabra problemas escrita en la frente.

Eva era la guinda perfecta al trío que representaban, ella sería la capitána de las animadoras, enamorada en secreto del chico popular. La pareja popular que seguramente lleva 4 años consecutivos siendo el rey y la reina del baile de fin de curso.

No eran los únicos en ese grupo, Nía, Anne, Gérard y Adri completaban la coalición. Todos sabían que aquella mesa era la de los populares, y para mí sorpresa Eva había decidido que me uniera a ellos.

Si esto siguiera siendo una película, no encajaría en ese colectivo. A simple vista todos me otorgarían el papel de doña perfecta, la chica que solo piensa en terminar su carrera con las mejores notas. La nerd que termina enamorada del chico malo y este le destroza el corazón.

Por suerte no estábamos en una película y en mi caso, la típica frase de que las apariencias engañan se cumplia a la perfección. No era doña perfecta, en realidad, era demasiado rebelde.

- Hola. - dije con timidez abrazando a Eva y saludando con un pequeño gesto a los demás.

- Siéntate con nosotros. - dijo pegándose un poco más a Hugo para dejarme un asiento libre en el banco.

- No se Eva, puede que seamos demasiado vulgares para la doña perfecta.

Me sorprendió que aquellas fueran las primeras palabras que Hugo me dedicaba, como si él también hubiera analizado a los presentes y hubiera terminado entregándome el papel que todos creían.

No era la primera vez que nuestras miradas se encontraban, ambos nos habíamos observado durante días, siempre intentando que el otro no lo notara demasiado. Como siempre que Hugo cogía el micrófono mis ojos no podían despegarse de él hasta que Hugo lo notaba y el negro y el verde se cruzaban por una milésima de segundo.

Pasaba lo mismo cuando era yo la que cantaba. Parecía subrealista que nuestra primera conversación empezara de ese modo.

- Si fuera doña perfecta no habría abandonado una vida correcta para intentar dedicarme a la música, Hugo. - dije mientras tomaba asiento. Noté como él se sorprendió al escuchar su nombre salir de mis labios. - la música es muchas cosas, pero no otorga una vida perfecta.

- Así que sabes mi nombre¿eh? - bromeó incorporándose detrás de Eva para que pudiera verlo.

- Como si no te hubieras encargado de que todos los presentes supieran como te llamas, te encanta ser el centro de atención. - dije restando importancia a mi conocimiento de su nombre.

29Donde viven las historias. Descúbrelo ahora