LUCES DE NEÓN

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Este shot se sitúa entre el capítulo XXXIV y XXXV.

A Hugo le sudaban las manos, estaba jodidamente nervioso. La iba a ver después de tres meses. El frío de las calles de Barcelona congelaba sus huesos, debería haberse puesto un abrigo, la sudadera no era suficiente.

Caminaba por las calles desconocidas de la ciudad condal a la vez que se guiaba por las indicaciones del GPS; se había perdido. Entre los nervios y el frío, no daba pie con bola.

—Maialen te juro que no encuentro la puta calle. —Habla Hugo frustrado por teléfono.

—A ver Hugo, respira y concéntrate. ¿Dónde estás?

Hugo alza la vista y comienza a buscar nervioso el cartel que le indique en la calle que está, cuando lo localiza, achica los ojos para conseguir leerlo; debería ir al oculista después de esto, piensa.

—Calle de la Jota —Responde Hugo a la castaña del flequillo.

—Hugo, amor, esa es la calle. —El rubio puede oír a Maialen al otro lado del móvil e instintivamente rueda los ojos frustrado. Estaba tan nervioso que había sido incapaz de encontrar la calle por sí mismo.

—Gracias por nada. —Contesta molesto y cuelga.

Número 23, tenía que buscar el número 23. Cuando lo ve se le iluminan los ojos y deja de sentir frío. La iba a ver después de casi tres meses. La iba a ver por primera vez desde que la despidió en el aeropuerto, tenía tantas cosas que contarle, estaba tan emocionado.

Si pica al interfono no será una sorpresa piensa el chico, así que opta por picar a cualquier otro piso, se expone a llevarse un mal comentario, pero está dispuesto a ello si después ve a Ana Julieta. Tarda un par de intentos en que los vecinos le abran, pero finalmente lo consigue. Sube por las escaleras, no quiere perder más tiempo esperando al ascensor, está pletórico.

Anaju tarda poco en abrir la puerta y cuando ve quien hay tras ella, se lanza a sus brazos haciendo que el chico se desequilibre. Comienza a darle besos por toda la cara pasando diversas veces por sus labios. Sus manos buscan tocarle el rostro continuamente y cada pocos segundos comprueba que es real y que no está soñando. Hugo no deja de sonreír durante toda la escena y le devuelve todos los besos con la misma intensidad o incluso más. Estaba guapísima, la había visto todos los días por video llamada pero nada se comparaba con la realidad, era la cosa más bonita que había nacido en la tierra.

Anaju no sabe en qué momento exacto se había puesto a llorar, eran lágrimas de felicidad, lo necesitaba tanto a su lado que no se creía que por fin estuviera con ella.

— ¿Pero qué haces tú aquí?— Pregunta la chica apartando sus lágrimas con el puño de su camiseta.

— ¿Ya no me dejas darte ni una sorpresa? Sí que me odias Ana Julieta. —Habla Hugo risueño, la había echado tanto de menos.

—No es eso idiota. —Habla la chica volviendo a abrazarlo y escondiendo su cara en el cuello del rubio. —Que bien hueles. —Cambia de tema la castaña contra su cuello.

—Amor no es por nada pero si entramos, creo que estaremos mejor que en tu rellano.

Y la castaña sin responder y sin separarse de su cuerpo, entra al domicilio. El piso era un poco más pequeño que el de Madrid pero era acogedor y Hugo no pudo evitar fijarse en que claramente compartía piso con alguien, Anaju no habría decorado así la casa en la vida, piensa para si mismo.

—Estaba nerviosísimo. —Explica Hugo llegando a la habitación de la chica con ella en brazos. La deja en la cama y se tumba junto a ella pasando su brazo por la cintura. —No encontraba ni la calle, he tenido que llamar a Mai.

—Que tonto eres por favor. —Anaju vuelve a romper la distancia entra ambos y sus labios chocan. Hugo intensifica el beso atrayéndola hacia él por su cintura. Al separarse, Anaju pasa las manos por su cara como si estuviera frustrada y se humedece los labios. —Lo que he echado de menos besarte no lo sabe nadie.

—Lo sé yo. —Contesta el rubio burlón. —Y con eso es suficiente.

—Te quiero. —susurra antes de volver a devorarle y es que ella estaba sedienta de sus besos. Anhelaba poder despertarse cada mañana con él, poder despertarlo a besos y desayunar juntos todos los días de su vida. Todo eso lo tuvieron, no hubo mañana en los nueve meses que estuvieron sin separarse que se levantaran solos en la cama. Pero ahora que no podían, era lo que más extrañaban, esas pequeñas cosas que eran suyas, esas pequeñas cosas que les faltaban para estar completos.

—Yo más, Ana Julieta, yo mucho más. —Sus labios vuelven a buscarse y esta vez no se separan, se pierden en los brazos del otro buscando eso que llevaban tres meses sin tener. Recuperarían esas costumbres que tanto echaban de menos aunque solo fuera por unos días.

29Where stories live. Discover now