Capítulo 28

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Maricela recién le había enviado las fotos a la aún señora Colunga, y aunque esas fotos no eran una prueba contundente, bastaba con darse cuenta de la relación tan cercana que Fernando y aquella misteriosa mujer mantenían.

Silvia se encontraba desayunando en el comedor, aunque a Alfred no le gustaba toparse muy seguido con ella, debía atenderla no le gustaba estar sin hacer nada en la casa.

--Silvia se encontraba hojeando el periódico, la sección de noticias, uno que otro titular acaparó su atención, luego paso unas hojas más encontrándose con los movimientos en la bolsa de Valores, habían tenido una ganancia sumamente gratificante todo gracias a las buenas inversiones de los clientes, por ende más ganancias para Fernando, su mina de oro.

Silvia: Alfred!! Dónde te metiste ??

Alfred obstinado y molesto se dirigió a la mujer que gritaba su nombre.

Alfred: Si señora que desea??

Silvia: Sirveme más café, pero rápido que no tengo tu tiempo.

Alfred fue a la cocina por la tetera, regreso tiempo después con la tetera humeante y con café recién hecho.

El celular de Silvia comenzó a timbrar, un correo electrónico de un remitente desconocido, abrió aquel correo. Por sus venas corrió irá , auténtica irá, Alfred se encontraba sirviendole una taza de café, pero casi sufre una quemadura cuando Silvia tiro la taza de café y casi le cae encima.

Silvia lanzó una maldición por lo alto, Alfred pensó por un momento que se había vuelto loca o quizá estaba perdiendo la razón y la cordura.

Silvia: Maldito seas, pero ni creas que te voy a dejar ir tan fácil, está me la pagas Fernando.

Alfred vio estupefacto como aquella mujer maldecia por lo alto a Fernando. Silvia se sintió observada por aquel hombre que estaba a unos cuantos pasos de ella sosteniendo aún la tetera de café.

Silvia: Que demonios me ves ?? Vete para la cocina que ese es tu lugar y déjame en paz.

Alfred regresó a la cocina asustado preocupado, que habría pasado con Fernando para que su esposa le hubiera lanzado semejantes maldiciones.

Silvia iba dispuesta en ir a buscar a Wolf a su oficina, quería noticias pronto o si ya había averiguado algo sobre el encargo que le había hecho.

El timbre sonó sacándola de sus pensamientos, iba a gritarle a alguno de los empleados de la casa que se apresuraran a abrir, pero algo la detuvo y ella fue la que abrió la puerta.

Se encontró con un hombre no mayor, vestido elegantemente con un traje color negro a su medida, lo conbinaba una camisa azul marino junto con una corbata del mismo color.

Thomas Wilson: Buen día , es usted la Señora Silvia Castillo de Colunga?

Silvia: Si soy yo, que se le ofrece?

Wilson: Mucho Gusto señora(le extendió la mano en señal de saludo a lo que Silvia nego el saludo, Wilson retiró la mano con en saludo en el aire). Soy abogado del señor Fernando Colunga, llevaré el proceso de divorcio de mi cliente y su persona.

Silvia: Debe haber un error, mi esposo y yo estamos mejor que nunca.

Wilson: Señora, no hay ningún error,el señor Colunga solicito mis servicios, de hecho, aquí traigo la demanda(sacando de su portafolios, un sobre, se lo extendió a lo que ella no hizo más que arrebatarselo de las manos.

Literalmente explotaría en furia, y enojo, abrió el sobre dentro encontró unos papeles con letras al principio DEMANDA DE DIVORCIO debajo efectivamente estaba la firma de Fernando junto con la firma del juez del estado y la posible firma del abogado.

RELACIONES PROHIBIDAS ®Donde viven las historias. Descúbrelo ahora