23: Reclamando a los dioses

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Narra la autora

La mañana llegó en el campamento clandestino. Para el amanecer algunos buques ya habían salido. La mayoría llevaban gente de islas cercanas y que cargaban comerciantes atrapados. También salió entre aplausos y algunas lágrimas un pequeño barco que cargaba los cuerpos de los esclavos que habían caído en combate, acompañados de flechas de fuego.  Mientras que una hora después salió el navío que llevaba los cuerpos de los comerciantes que no se habían salvado de la ira de sus esclavos. Nadie lloró en ese momento.

Finalmente con el sol a poco de alcanzar su punto más alto, comenzaron a zarpar los grandes barcos. Entre ellos un gigantesco navío que cargaba dos ejércitos y medio de personas, y en el cual viajaba Andrés.

Andrés: Ha sido un honor estar por unos días en vuestro equipo.

Astrid: ¿Unos días? Ya sabes lo que dicen, compañero: jinete un día, jinete toda la vida-respondió amablemente. No había convivido mucho con el joven pero era parte del equipo que la había salvado, le debía la vida.

Con una sonrisa ilusionada, Andrés dio media vuelta, tomó las pocas cosas que llevaba encima y se perdió entre las personas que abordaban el barco inquietas, listo para regresar a casa y luchar por su hogar. 

Una vez el chico se perdió de la vista de todo el grupo, Chusco se alejó del grupo silenciosamente hacia otra parte del muelle. Pero claro no pasó desapercibido de la vista de su hermana. Dejando atrás el gran barco encontró otras muchas embarcaciones más pequeñas donde subía gente de la misma aldea. Finalmente la reconoció, guardando unos a sacos de comida y charlando con una chica. 

Se paró detrás de ella esperando que terminara su conversación y no fue hasta que su amiga notó al chico que dejaron de hablar. La otra chica sonrió y le dio un codazo a Kaira para que se diera cuenta de quién estaba detrás de ella. Cuando la castaña se giró ambos se sonrieron abiertamente después de que Kaira borrara su mueca de sorpresa, no esperaba que el realmente fuera ir a despedirla.

Kaira: Ve entrando al barco, ahora iré yo- le dijo a su amiga para luego dirigirse hacia Chusco- Hola.

Chusco: Hola...

Kaira: No me esperaba que fueras a venir- confesó timida. Pero luego se retractó al ver la mueca disgustada de Chusco- No me molesta en absoluto; al contrario, me alegra muchísimo verte aquí.

Chusco: No me lo perdería por nada

Kaira: No sé, pensé que el gran hombre emplumado estaría muy ocupado despidiendo a sus fans.

Chusco: No, me gusta más ser Chusco Laverne Thorston.

Kaira: Kaira Agda Gormsdóttir.

Chusco: ¿Que?

Kaira: Bueno, tu me has dicho tus apellidos, me tocaba decir los míos- contestó. Aquello solo hizo que a ojos de Chusco su hermana tuviera más razón aún, apenas conocía a aquella chica.

Chusco: Son bonitos...

Kaira: Gracias- respondió. Tras eso Kaira giró su vist hacie lebraco y se dio cuenta de que aquella parte de muelle estaba casi vacía y no quedaba mucho para embarcar. Miró a Chusco denuevo y se lanzó en un abrazo hacia el chico. Chusco con gusto correspondió el gesto intentando que durara lo máximo posible para que sus mejillas tuvieran tiempo de regresar a su coloración habitual.

Finalmente ambos terminaron el abrazo pero Kaira no esperó mucho tiempo para poder darle un beso en la mejilla del chico. De nuevo Chusco estuvo apunto de ocultarse en el mar que estaba a unos pasos a su derecha con tal de que Kaira no viera su sonrojo.

Cancion de Hielo y FuegoWhere stories live. Discover now