29: Atrocidad

268 27 51
                                    

Narra Hipo.

Todo el pueblo celebraba nuestro regreso. Habían preparado comida y nos habían sentado a la mesa a comer y "reponer fuerzas", aunque más que la comida lo que me hacía falta a mí era dormir. Los jinetes nos miramos entre nosotros y alzamos los hombros sin saber como escapar de aquella improvisada celebración.

Los padres del resto de chicos del equipo les invitaron a sentarse con ellos y cada uno se dirigió a una mesa para disfrutar de una comida entre sus seres queridos, excepto Eret quien siguió a mi madre y a mí, y Astrid, ella y sus padres se sentaron junto con nosotros en la mesa más cercana al trono del jefe.

Mia: No sabeis lo preocupados que estábamos- decía la mujer rubia mientras besaba repetidas veces a su hija en la cabeza.

Astrid: Lo sé, mamá, lo sé- decía mientras reía e intentaba librarse del ataque de cariño de su madre.

Alf: ¿Que ha ocurrido?

Hipo: Es una historia larga...

Astrid: Os la contaremos en el momento oportuno, no ahora.

Alf: ¿Y ella quién es?- preguntó señalando algún punto detrás de nosotros. Astrid y yo nos giramos y descubrimos a Nyx vagando incómoda por el Gran Salón mientras tomaba comida de cada mesa libremente.

Astrid: Una amiga...

Hipo: Nos ayudó por el camino y está dispuesta a luchar por nosotros en la batalla contra los Cuervo-Nautas.

Mia: ¿Quienes?

Astrid: Es el nombre de quienes os han estado atacando, de nuestros enemigos.

Alf: ¿Cómo sabéis que no es una estratagema del enemigo?

Astrid: De nuevo, es complicado explicarlo pero confía en nosotros- Alf solo asintió y siguió comiendo en silencio.

Terminé rápido el plato de comida, comer algo que no fuera pescado sabía mejor que nunca. Me levanté de la mesa después de darle un beso en la mejilla a Astrid a modo de despedida. Planeaba ir a dormir para mañana ver el siguiente movimiento más claro.  Pero entonces Bocón apareció frente a mí y me frenó.

Hipo: ¿Que ocurre Bocón?- él no contestó, con un gesto me dijo que me siguiese y luego tocó el hombro de Baboso.

Los tres nos dirigimos a paso tranquilo hacía el bosque que rodeaba Isla Mema. Confundido, reconocí aquel camino que tantas veces había recorrido durante mis primero días en el cargo de jefe.

Finalmente los arboles se abrieron dando paso a un claro donde una construcción de madera de tres paredes se mantenía fuerte guardando en su interior todas las ofrendas que los aldeanos no pudieron hacerle a mi padre debido a que su funeral fue a las orillas de la guarida del antiguo Alfa. Según recordaba había varias losas de piedras tumbadas donde reposaban regalos, escudos y armas apoyados en las paredes, y un gran tapiz con la imagen de mi padre bordada. 

Pero al llegar encontré algo muy diferente, los regalos estaban tirado desordenados y colocados de mala manera en cualquier lado, espadas dobladas, escudos con la pintura rayada y el tapiz de mi padre cortado y rasgado. Bocón y Baboso se quedaron a las puertas mientras yo entraba en el recinto circular dando vueltas sobre mi mismo anonadado ¿Quien había hecho semejante cosa?

Noté que en el suelo había una parte donde la madera estaba grisácea y cubierta por una fina capa de piedra agrietada. Me giré hacia mi mentor y mi tío buscando respuestas.

Baboso: Estaba peor cuando lo encontramos.

Bocón: Sospechamos que fue en el ultimo ataque.

Baboso: Al menos sabemos algo de nuestro enemigo, no son vikingos. Está prohibido por los dioses allanar un altar ¡Es territoria sagrado!- eso nosotros ya lo sabíamos pero no contesté, estaba indignado. 

Cancion de Hielo y FuegoWhere stories live. Discover now