28: El jefe ha vuelto

310 23 55
                                    

La mañana, inevitablemente, llegó. Apenas había amanecido cuando los jinetes de dragones estaban ya listos para partir. Despiertos solo estaban Dagur y Mala, quiénes les deseaban buena suerte y rezaban por qué Isla Mema siguiera en pie.

Hipo seguía inquieto, pero ya no estaba tan asustado como la noche anterior. Ahora sus nervios eran producidos por el hecho de no saber que se encontraría cuando llegase a su isla pero no tenía miedo, porque sabía que fuera lo que fuera podría superarlo.
Claro, solo si ella y sus amigos se mantenían a su lado.

La miró por un momento mientras ella terminaba de revisar la silla de Tormenta. Sonrió al recordar la conversación nocturna que tuvieron y cómo durmieron abrazados en uno al otro.

Mala: Mandad un Correo Terror cuando lleguéis.

Hipo: ¿Incluso si las noticias no son buenas?

Mala: Necesitamos saber que estais bien.

Dagur: Si conseguís crear una ruta segura para que las ayudas puedan llegar, la guerra será pan comido, si no creeme que lo seguiremos intentando pero no dudeis en volver no os quedeis allí, hermano.

Hipo asintió y montó a su Furia Nocturna. Miró al cielo y suspiró para aligerar la carga que sentía sobre sus hombros. Tocó por un momento su frente y trazó con sus dedos la seña del jefe de Isla Mema. La misma marca que fue dibujada con ceniza sobre su frente cuando tomó el puesto tras la defunción de Estoico, su padre.

Lo hacia sentir seguro, sentía que de alguna manera los dioses lo eligieron para esto, aunque ese pensamiento ya no fuera tan fiel a los dioses, siendo que estos habían resultado ser una ilusión. Pero sobre todo sentía que su padre seguía con él, que lo miraba desde el salón de los guerreros orgulloso de que su hijo tomara el puesto que tantas veces había insistido en que algún día tendría que ocupar.

Le hizo una señal a los jinetes y todos a la vez alzaron el vuelo. 

Iban en silencio, cada uno encerrado en sus propios pensamientos mentalizándose de que cada vez eran menos los metros que los separaban de una realidad que podía ser muy cruel. 

Brusca miró a su hermano, el estaba ligeramente sonriente. No pudo evitar no sonreír también. Por un lado sabía que tenía a su hermano al lado y que junto a el podría afrontar lo que viniese pero por otro lado, se preguntaba si dado el peligro al cual se exponían no hubiera sido mejor dejar que su mellizo hubiera seguido su camino junto a Kaira. Con ella estaría al margen de la guerra y seguro.

Chusco: ¿En que piensas?- preguntó sacandola de su mente.

Brusca: Nada importante- le restó importancia- Solo me preguntaba ¿estará Isla Mema tan destruida que no quede nada que destruir para nosotros?

Chusco: Una vez hicimos una explosión con un clavo, una piedra, una rata y un palo, creo que nos las arreglaremos- respondió orgulloso.

Brusca: Tienes razón...nos las arreglaremos. 

Finalmente, Hipo quien portaba el catalejo, avistó la características estatuas que daban la bienvenida a Isla Mema a todo jinete y marino que se acercase. Sin embargo, con la niebla aun tapando Isla Mema, todos lo jinetes pudieron distinguir los escombros que quedaban de la estatua que ya hace unos meses fue destruida por el dragón escupe-hielo de Drago.

Patán: Con un demonio lo que faltaba- se quejó mirando por el catalejo- Pasamos semanas reconstruyendo esa cosa.

Hipo: Lo volveremos a hacer, no te preocupes, ahora debemos prepararnos- se dirigió a todo el grupo- Esperad cualquier cosa.

No tardaron apenas cinco minutos en adentrarse en la niebla y dejar atrás las estatuas. Entonces algo apareció frente a ellos.

Astrid: ¿Que es eso?- preguntó cuando vio algo grande entre la niebla. Todos podían verlo también pero nadie sabía contestar.

Cancion de Hielo y FuegoWhere stories live. Discover now