c a p í t u l o 1

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Evan no estaba feliz.
La muerte de Jon Arryn trajo consigo una oleada de tristeza a la familia real, en especial al rey y a sus hijos mayores.
Después de unos días, anunció que partirían al norte, pues allí era donde habitaba su mejor amigo y la persona más indicada para tomar el puesto de Mano del Rey. Conocía a Ned Stark, y ni necesitaba miles de testimonios que le confirmaran que era uno de los hombres más honorables que existían, algo que escaseaba mucho en estos días.
Pero Evan creía que no era necesario que toda la familia viajara por un asunto que su padre bien podía resolver solo.

Los habitantes norteños se reunían por el largo del camino, con emoción de recibir a la familia real. Al parecer nada interesante debía pasar en este lugar, de otro modo, no se emocionarían así por algo tan trivial. Su familia no era una maravilla, pensaba el joven. Pero su hermano Joffrey parecía disfrutar la atención, pues se pavoneaba orgulloso sobre su caballo. El hecho de que fuera su hermano no importaba, no lo soportaba para nada.

Al atravesar los muros grises, lo primero que vio fue a Lord Stark y a su familia, con el resto de su compañía. Perfectamente formados.

Bajó de su caballo y se colocó a un lado de su tío Jaime. Su padre fue el último en llegar, era como la cereza sobre el pastel. Lo primero que hizo fue dirigirse a su mejor amigo. Rieron y se abrazaron, pues desde hace nueve años no se veían. Su madre y sus hermanos bajaron del carruaje. Y mientras se unía a su esposo y a la pequeña reunión, su hermana melliza, Gianna, se encargaba de mantener el orden con Myrcella y Tommen. Definitivamente el viaje para ellos fue más agradable, pues no tuvieron que escuchar las quejas de Joffrey en el camino.

Discretamente, abandonó su posición hasta llegar al lado de su hermana.

— ¿En dónde está nuestro querido tío? Nuestra madre comenzará a maldecir si
no lo encuentra. —fue lo primero que dijo, tan pronto como estuvo a su lado.

— Debe estar cerca, no te preocupes.

— Si con eso te refieres al burdel que vimos en el camino, entonces si, debe estar cerca.

Evan rió por lo bajo.
Tyrion siempre tuvo el talento para escabullirse y así librarse de situaciones poco agradables, algo que le envidiaba desde muy chico.

— Bueno, al menos no tiene que pasar por esto. —murmuró— Sólo digo que pudimos quedarnos en Desembarco. No hacemos tanta falta aquí.

— ¿Y tener a Pycelle pisándonos la sombra? ¡Ni loca!

— Lo hace aún con nuestros padres cerca.

Evan miró rápidamente a los adultos reunidos, y maldijo cuando su padre ignoró las palabras de su madre y se siguió de largo, con Ned Stark yendo detrás de él, sin tener otra opción.

— Detesto cuando hace eso. —masculló Gianna. Adoraba a su padre, aún cuando no estaba tan presente como debía. Pero eso no significa que estuviera de acuerdo en cómo trataba a su madre.

— Si, yo también. —dijo él.

Cersei dió la media vuelta, ofendida, y regreso a donde se encontraba su familia.

— ¿En dónde está nuestro querido hermano? —le cuestionó a Jaime— Más le vale que aparezca pronto.

— Tranquila, ya vendrá. Lo conoces. —le dijo el caballero.

— Madre, yo puedo ir a buscarlo. —se ofreció Evan de inmediato. Así como Tyrion tenía el talento de desaparecer, él tenía el talento de encontrarlo.

LA MALDICIÓN DE UN PECADO ⚜️ HOUSE LANNISTERWhere stories live. Discover now