c a p í t u l o 11

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Gianna aún podía sentir el camino de las lágrimas ya secas en sus mejillas

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Gianna aún podía sentir el camino de las lágrimas ya secas en sus mejillas. Llevaba varios días de camino, tantos que ya había perdido la cuenta, y en ningún momento se atrevió a bajar del carruaje. Su sonrisa se borró desde el momento en el que su padre la hizo subir a éste.

Ni siquiera le había permitido llevar todas sus pertenencias con ella. Debes acostumbrarte a tu nueva vida en el norte. No quería hacerlo. No quería ir al norte. No le gustaba ese lugar tan frío y lúgubre, por un momento considero tomar las riendas del carruaje y regresar a Desembarco junto a su familia, junto a Evan. Ni así quería había podido despedirse de él.

Se atrevió a echar un vistazo afuera. Los guardias que la escoltaban hablaban entre ellos sobre cosas que no podía escuchar con claridad, pero podía escucharlos reír. Todo era diferente para ellos, después de todo, ellos no se casarían con un completo extraño.

Debía admitir que Robb Stark no le desagradaba en lo absoluto; era un joven apuesto y muy bien educado, no la trataría mal. Quizás en otras circunstancias podrían haber sido muy buenos amigos. Pero vivir en Winterfell junto a él, rodeada de norteños que aborrecían a su familia, no era un escenario agradable. Desde el momento en que vieran su cabello rubio digno de un Lannister, la aborrecerían a ella de igual forma y eso era lo que más la asustaba.

¿Robb Stark la defendería de su propia gente? Evan seguramente lo haría, sin dudarlo. Mataría a cualquiera que se atreviera a verla de mala forma.

Cuando el carruaje se detuvo, y unas nuevas voces se unieron a las de sus guardias, tuvo que agudizar muy bien el oído para descifrar si eran conocidas, o era alguien extraño y hostil. Pero el relinchar de los caballos opacaba cualquier sonido de los recién llegados.

— Majestad, salga por favor.

Dudó, y apretó su mano entre la otra.

Deberían darle una muy buena razón del por qué si es que querían hacerla bajar. Era joven, pero no estúpida. Y en un camino solitario, seguramente frecuentado por bandidos, prefería guardar su curiosidad con llave.

— ¿Y por qué debo hacerlo? —su voz era suave. En estos momentos, tener la actitud de su madre le ayudaría mucho.

— Porque yo te lo ordeno.

Su corazón latió con fuerza, y como si supiera que estando en su presencia sus problemas se acabarían, bajo tan rápido como pudo sin esperar a que sus guardias se acercaran a ayudarla. Y ahí estaba él; alto, imponente y temible. Su sola presencia hacía que hasta el más valiente guerrero llegará a temblar.

Tywin Lannister definitivamente hacía honor a todas las historias y se contaban sobre él. Gianna siempre lo había admirado con gran devoción, y por él que aprendió el gran valor que tenía su apellido, su familia.

— ¿Qué estás haciendo aquí? —le preguntó, con una notoria emoción.

— ¿Qué te parece? —inquiere, desviando su pregunta— ¿De verdad crees que te dejaré llegar a Winterfell? Sería un estúpido si dejo que te conviertas en su prisionera, aunque bueno, fue algo que el borracho de tu padre no pudo considerar.

LA MALDICIÓN DE UN PECADO ⚜️ HOUSE LANNISTERحيث تعيش القصص. اكتشف الآن