c a p í t u l o 9

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La mano de Evan golpea la mesa con tal fuerza que un ardor sube hasta su muñeca pero él lo ignora como si no sintiese nada

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La mano de Evan golpea la mesa con tal fuerza que un ardor sube hasta su muñeca pero él lo ignora como si no sintiese nada. La expresión del rey se endurece mirando con advertencia a su primógenito. El pecho del recientemente nombrado caballero sube y baja con rapidez y su otra mano la cierra en un puño. Su madre mira la escena con nerviosismo, temiendo que la paciencia de su esposo no dure mucho y termine explotando en contra del muchacho de cabellos rubios.

— No tenías ningún derecho de envíarla a Winterfell. —reclama apretando los dientes— Tratas a tu propia hija como si de una mercancía se tratase. Gianna es más que eso. Ella vale más que el norte, más que tu diplomacia, vale incluso mucho más que tú.

Robert suelta una carcajada, pero no hay ningún rastro de diversión en su rostro.

— ¿Te atreves a juzgarme? —inquiere el rey— ¡Tú! ¿Quién renunció a todo lo que le ofrecía? ¿Sabes en lo que te convertirás, niño listo? ¡En nadie! Le deberás lealtad a reyes que ni siquiera se preocuparan por tu vida. Si mueres, otro tomará tu lugar. Serás tan reemplazable como una golfa.

— Ah, ¿Cómo esas que amanecen en tu cama cada día? —Evan alza la voz, y Robert se enfurece poco a poco— ¿Esa es tu gran hazaña como rey? ¿Revolcarte con cuanta golfa se pone en tu camino?

— ¡Ten cuidado, Evan, ten mucho cuidado! —advierte el ciervo, pero Evan está demasiado furioso como para escucharlo.

— Evan, por favor...—le pide Cersei tomándolo del brazo para sacarlo de allí, pero él se suelta y vuele para seguirlo confrontando.

— Te haces llamar rey, y le temes a la sombra de una chiquilla Targaryen.

Aquel apellido fue el detotante para la furia del rey. Se puso de pie golpeando la mesa con ambas manos y dejando la advertencia a un lado cambiándola por una expresión amenazante. Evan no retrocedió.

— Ya te he tenido suficiente paciencia, Evan. Tal vez no me consideres un buen rey, pero sigo siendo tu padre, y te guste o no, eso te sigue uniendo a mi. Puedes aceptarlo o no, ese es tu problema. Pero la próxima vez que te atrevas a dirigirte a mi de esa manera, será la última vez que lo hagas.

El muchacho ni siquiera se inmutó, permanecía en el mismo lugar aún furioso pero sin decir algo.

— Trae de regreso a Gianna. —dijo, ignorando por completo sus palabras y advertencia— O entonces olvidaré el hecho de que eres mi padre.

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Jaime huyó de la ciudad luego de haber atacado a Ned Stark, Tyrion se encontraba prisionero de Lady Stark y no sabía muy bien por qué, Gianna seguramente seguía su camino hacía Winterfell pues dudaba que su padre se haya tomado su amenza en serio. Lo único que lo mantenía tranquilo, era el hecho de que su padre había salido de cacería y eso solía llevarle semanas.

Por lo menos podría estar unos días tranquilo sin que tuvieran que discutir de nuevo.

Perdió la cuenta de cuántas cartas había enviado a Casterly Rock en busca de algún apoyo por parte de su abuelo para poder recuperar a Gianna, pero de todas, no tenía ninguna respuesta. Así que no sabía si su abuelo, Tywin Lannister, estaría dispuesto a ayudarlo luego de su abdicación al trono.

Pero ese día, de todas las respuestas que pudo esperar, se encontró con la más sorprendente de todas.

— Los Targaryen se casaron entre hermanos durante trescientos años para mantener la sangre pura. —no entendía muy bien que hacía su madre junto a Ned Stark en los jardines. Una lección de historia le parecía una excusa algo ridícula— Jaime y yo somos más que hermanos, compartimos la matriz. Llegamos a este mundo juntos y estaremos juntos. ¿Ama a sus hijos?

— Con todo mi corazón.

— No más que yo a los míos.

— Y todos son de Jaime.

— Gracias a los dioses.

Un duro golpe de la realidad era lo que menos necesitaba ahora. Y no supo que le dolió más; descubrir que su madre le mintió toda la vida, o el darse cuenta de que en algún momento tendría que renunciar a Gianna, tal como Jaime lo hizo hace años.

— Cuando el rey regrese de cacería, le dire la verdad. Debe irse para entonces, usted y sus hijos. No tendré su sangre en mis manos.

Le dolió, si. Pero muchas cosas comenzaron a tener sentido. El porque Jaime siempre procuro enseñarle todo lo que un padre debía hacer, el porque nunca se sintió identificado con la Casa Baratheon, las miradas que juzgaban su apariencia y la de sus hermanos. Incluso eso explicaba su renuencia a relacionarse con Robert, y porque sentía que algo muy fuerte los dividía.

Él nunca debió ser rey, ni siquiera Joffrey debía serlo. Era un lugar que no les correspondía.

— Cuando juegas el juego de tronos, ganas o mueres, no hay término medio. —sentenció su madre antes de retirarse y dejar a Ned Stark con la palabra en la boca.

Quizá esa era la única solución a sus problemas. El juego de tronos era peligroso, pero podía salir beneficiado de él.

LA MALDICIÓN DE UN PECADO ⚜️ HOUSE LANNISTERDonde viven las historias. Descúbrelo ahora