c a p í t u l o 3

4.2K 339 22
                                    

Evan y Cassana se levantaron tan rápido como la adrenalina de los permitió. El chico se colocó la camisa en un segundo y ella se apresuró a acomodar su vestido y su cabello. Robb seguía del otro lado de la puerta, lo sabía porque podía escuchar su respiración y unos golpeteos
desesperados de sus pies.

Gianna abrió la puerta, encontrándose con el joven de cabello rizado, con una expresión cansada e impaciente.

— Robb, ¿qué haces aquí? —preguntó Gianna con mucha normalidad. Años de experiencia le habían dado esa habilidad.

— Quería hablar contigo, sobre lo que...

La palabras del norteño se perdieron. Su atención se desvió de la joven rubia al chico sentado en la orilla de la cama. No debía parecerle extraño que estuviera con su hermana, era algo totalmente normal. Pero él nunca estaría en una situación con Sansa en la que la puerta estaba cerrada con llave, y él sobre la cama con la camisa desabotonada.

— Al parecer estás ocupada. —le dijo a la chica.

— Si, Evan suele alterarse un poco, me disculpo por él. —explicó, sin darse cuenta de los detalles que el chico comenzaba a notar— ¿De qué querías hablar conmigo?

— Yo sólo... quería asegurarme de no haberte hecho pasar vergüenza. —dijo, tratando de pasar por alto algunas cosas— Nuestros padres nos han comprometido y, no quiero que pienses que soy un fracasado al que derrotan fácilmente.

Gianna sonrió enternecida. Si bien la idea de casarse con el primogénito de Lord Stark no le agradaba, debía admitir que Robb era todo un caballero y muy considerado con ella, aunque él tampoco estuviera de acuerdo con el compromiso. Pero adentro de la habitación, Evan bufó y puso los ojos en blanco.

— No podría pensar eso de ti, así que descuida. —le aseguró, con una amplia y cálida sonrisa.

Bastaron unos cuantos minutos para que Gianna y Evan volvieran a quedarse solos, pero sólo se limitaron a sentarse al borde de la cama u repasar cada una de sus posibilidades, en cómo librarse de su fatídico destino; de algún modos, cualquier idea que pusieran sobre la mesa resultaba en lo mismo. Huir.
Qué gran pecado y desgracia es enamorarte de alguien prohibido, de un alma que nunca podrá conectar correctamente con la tuya. Qué tragedia amar a alguien que comparte tu sangre. Pobres leones cachorros, teniendo que amarse en secreto.

🔸🔶🔸

Lo que Gianna más detestaba en el mundo, era el hecho de pasar horas con la Septa. Era totalmente aburrido y nada interesante, ella prefería estar leyendo un libro que hablara de las Reinas del pasado o escuchando las interesantes y a veces bizarras historias de su tío Tyrion.
Lo que más la desesperaba era la exagerada cordialidad con la que ella y Myrcella eran tratadas; incluso si sus bordados eran horribles y mal hechos, todas las damas presentes expresarían admiración.

Detestaba eso.

Prefería mil veces saber que era lo que todas ellas pensaban de ella honestamente, así fuera lo peor del mundo.
Lo único que lograba distraerla era la muy llamativa y discusión de las hermanas Stark, quienes por más que se esforzaran por no ser escuchadas, no lo hacían muy bien.

— ¡Cierra la boca, Arya! —exigía Sansa, la mayor y futura esposa de su hermano.

— ¡No! ¡Es la verdad! Y si no te das cuenta, es porque eres una idiota. —dijo Arya, la menor y al parecer la más rebelde.

Gianna contuvo una risa al escuchar cómo se expresaba la niña. Myrcella nunca le hablaría de esa forma ni en un millón de años, así que supuso que la relación entre ellas no era la mejor.

LA MALDICIÓN DE UN PECADO ⚜️ HOUSE LANNISTERWhere stories live. Discover now