c a p í t u l o 2

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— Debes estar bromeando. —masculló la rubia princesa.

Debió esperarse que su padre planeara su vida. Comprometerla con el hijo de su mejor amigo era sólo el inicio. Robb era un chico maravilloso y bastante agradable... pero casarse con él eran palabras mayores.

— No puedo permitirlo. —declaró el joven— Hablaré con él, trataré de hacerlo cambiar de opinión, le pediré ayuda al abuelo...

— Evan...—interrumpió Gianna— Sabíamos que algo como esto podría pasar. Era cuestión de tiempo.

— No puede, no puede hacernos esto.

No existía nada en el mundo que pudiera tranquilizarlo. Su relación con su padre no era la mejor del mundo, Evan siempre se encargaba de recordarle lo ausente que estaba en sus vidas, y ahora sólo usaba su papel como padre para ofrecer a su hija en matrimonio.
Evan se rehusaba a permitir que su Gianna se casara con el chico norteño. El norte no era el lugar adecuado para ella. Su lugar estaba en Desembarco del Rey, con su familia, con él. Y ni Robb Stark, ni cualquier otro que pidiera su mano se interpondría en su camino.

— Algo se me ocurrirá.

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En los días siguientes, invirtió cada minuto de su rato libre en idear una muy buena excusa para romper el compromiso entre Robb y Gianna. Y no era el único, la Reina tampoco estaba complacida con la noticia, y trataba de ayudarlo lo más que podía. Aún que claro, ella ignoraba la verdadera razón por la que Evan se encontraba tan desesperado. Justificaba su actitud con celos de hermano mayor, pero la realidad era todo lo contrario, lo más impensable; Evan no permitiría que Gianna estuviera con otro hombre que no fuera él.

— Es sólo que... simplemente no creo que él sea el indicado. Eso es todo. —le comentaba a su tío Jaime, mientras recorrían todo el lugar, sin tener otra cosa que hacer.

— Yo tampoco estoy de acuerdo. —comentó el caballero— La idea de que Gianna tenga que vivir en este lugar me parece ridícula. Es aburrido y nada agradable. Pero al final, se hará lo que el rey decida. Siempre es así.

— No si puedo evitarlo.

La conversación se detuvo cuando vieron a la joven rubia charlando amenamente con el heredero de Winterfell. Por un momento pensó en pasarlo por alto esta vez, pero tampoco le gustaba la forma en que Theon Greyjoy, el pupilo de Lord Stark, miraba a Gianna.

Jaime sintió cuando vió a su sobrino caminar decidido hasta donde ellos se encontraban, tomando la empuñadura de su espada que se encontraba a uno de sus costados.

— ¡Stark! —le llamó— ¡Un duelo, tú y yo! ¿Qué dices?

Gianna lo miró con advertencia, pero el joven Stark parecía bastante emocionado con la idea de derrotar a uno de los leones. Sería algo digno de contar.

— Muy bien. —aceptó el reto bastante interesado.

Ambos eran bastante buenos. Era de esperarse, pues los dos chicos crecieron recibiendo un entrenamiento de primera, con guerreros expertos. Pero eso sólo provocaba que la pelea devolviera más intensa, cada uno quería demostrarle al otro que era mejor. El orgullo era el que estaba de por medio.

En algún momento, Ned y Robert se unieron a los espectadores. Ninguno comprendía por qué sus hijos se enfrentaban tan ferozmente pero de igual manera de guardaron sus comentarios para más tarde.

Inesperadamente, Robb cayó al ser derrotado. Los norteños se mostraron sorprendidos pues era muy raro que él perdiera. Theon y Jon, su hermano bastardo, se apresuraron a ayudarlo, pero no sin antes aniquilar al rubio con la mirada.
Jaime sonreía orgulloso, finalmente veía el fruto de sus enseñanzas.

— ¿Viste eso? —alzó la voz, dirigiéndose a su padre, el rey— ¿Con éste piensas casar a mi hermana?

Robert estaba notoriamente molesto, indignado y avergonzado. Si su dignidad no se lo impidiera, estallaría en ese momento contra su hijo en sonoros gritos y reproches. Siempre era lo mismo. Él decía algo y Evan le llevaba la contraria, como si lo disfrutara. Por mucho tiempo lo permitió, pero mofarse de él, enfrente de todas esas personas fue la gota que derramó el vaso. Su mirada daba a notar toda la ira que se iba acumulando en su interior. Era tan intensa que incluso Gianna se encogió.

Evan lo retaba. Si ese era el momento de declarar su amor y pelear por la mano de la mujer que amaba, lo haría, sin importarle cuantas maldiciones cayeran sobre él.

— Evan. —su dulce voz fue lo único que pudo romper el intenso contacto visual entre ambos— Vamos, por favor.

Gianna tomó a su hermano del brazo, jalándolo con ella para sacarlo de ahí y evitarse lo que estaba a punto de ocurrir. Lanzó la espada al suelo, a poca distancia del rey. Robert dio un paso hacia adelante, amenazante, pero Ned fue lo suficientemente consciente como para detenerlo.

«Di algo, di algo».

Repetía el príncipe en su mente, pues Gianna no decía nada. Se limitaba a tomarlo del brazo y caminar apresurada hasta donde se localizaban sus habitaciones. Esperaba un buen sermón por parte de ella; Gianna siempre había sido más prudente y razonable que él y desaprobaba cualquier acción que pudiera poner en peligro su secreto, como la que había sucedido hace unos minutos.

Abrió la puerta, y casi lo empujó al interior quedando justo en medio de la habitación mientras ella cerraba con llave, así nadie podría llegar de sorpresa. Evan se giró, pero las palabras se quedaron en su garganta cuando Gianna saltó sobre él para besarlo apasionadamente.

— Creí que...

— Si, eso fue estúpido e imprudente. —reprochó, con sus brazos alrededor de su cuello— Pero maravilloso, en realidad.

Volvieron a besarse. Esta vez, Evan la abrazó por la cintura para acercarla más a él.

— Esto te causará problemas con nuestro padre. —murmuró, esta vez preocupada.

— El rey puede despotricar contra mi todo lo que quiera, no sería la primera vez. —dijo, sin tomarle demasiada importancia y volver a su trabajo en sus labios.

Fueron avanzando lentamente hasta la cama. Al llegar al borde, la dejó caer con delicadeza para colocarse encima de ella con sumo cuidado y continuar besándola. Pronto su camisa estuvo abierta y en los segundos siguientes cayó al suelo.

Dos golpes en la madera bastaron para que se separaran de golpe, pero no hablaron, debían saber quién estaba del otro lado.

— ¿Gianna?

Sus ojos se abrieron con sorpresa.

— Es Robb.

LA MALDICIÓN DE UN PECADO ⚜️ HOUSE LANNISTERWhere stories live. Discover now