c a p í t u l o 6

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La puerta golpeó la pared causando un fuerte estruendo en cuando la princesa se abrió paso a su habitación

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La puerta golpeó la pared causando un fuerte estruendo en cuando la princesa se abrió paso a su habitación. Sus manos pasaban de su cabeza a su barbilla, queriendo hallarle algún sentido a las palabras dichas por su hermano recientemente.

Su padre puso el grito en el cielo cuando su primogénito, además de rechazar el papel que se le tenía destinado, quería unirse a esos exasperantes caballeros dorados, que era como normalmente los llamaba su padre.

Evan entró a la habitación, asegurándose de cerrar la puerta con llave.

— ¿En qué diablos estás pensando? —le cuestionó tan pronto como estuvo frente a ella— ¿Es una mala broma? ¿Uno de tus juegos para hacer enojar a nuestro padre?

— Claro que no. —negó el rubio— ¿Por qué sería una broma?

Gianna soltó un gruñido. Maldijo que ella haya heredado completamente el lado razonable, si tan sólo Evan tuviera algo de eso, no actuaría de manera tan impulsiva sin considerar las consecuencias de sus actos. Ella lo hacía.

— ¿Por qué decidiste esto? ¿Cuándo pensabas decírmelo?

Evan pudo ver su expresión de tristeza, la conocía a la perfección y sabía que temía por los problemas que esto pudiera ocasionarle con su padre. Incluso de niños, Gianna siempre salía a su defensa. Esta vez no sería la excepción seguramente.

— Quería hacerlo, pero no sabía cómo lo tomarías. —dijo, un tanto cabizbajo— Creí que te alegrarías. Gianna, lo hice por nosotros. ¿No lo entiendes?

— No, no puedo entenderlo. —replicó, alzando su voz a pesar de que él trataban de evitarlo— Porque quizá tú te hayas librado de tus responsabilidades, pero yo sigo comprometida con Robb. ¿cómo vas a cambiar eso, Evan?

El chico ladeó una sonrisa, ella no comprendía muy bien por qué si le estaba hablando muy en serio.

— Envíe una carta a Casterly Rock. En cuando nuestro abuelo sepa que te han comprometido con Robb Stark, no tardará en intervenir.

Un destello cruzó por sus ojos. La posibilidad de renunciar a un matrimonio el cual ella siempre rechazó les daba una oportunidad de que las cosas finalmente fueran como ellos querían. Sino, al menos les daba un poco más de tiempo.

— Te amo, Gianna. —susurró Evan, tomando el rostro de su hermana entre sus manos. Sus frentes se juntaron, y así sus respiraciones se mezclaban con la otra— Y haré todo lo que pueda porque podamos estar juntos.

Sin que ellos lo notaran, el rubio caballero se apartó de la puerta. Tuvo que retirarse con una extraña sensación alojada en su pecho que era difícil de describir; desconcierto, porque no sabía cómo tomar las palabras que apenas escuchó. Miedo, por lo que pudiera pasarles si el rey llegaba a enterarse. Y coraje, por no poder hacer algo por ayudarlos.

Jaime tuvo que guardarse esos sentimientos muy en el fondo, al menos por un tiempo. Cualquier palabra que saliera de su boca, y si la persona equivocada llegaba a escuchar, la vida de Evan y Gianna correría gran peligro si la furia del rey lo quería así.

🔸•🔸•🔸

Fue el día del torneo cuando se anunció que Evan, el hijo mayor del rey, renunciaba a cualquier reclamo al trono para unirse a la Guardia Real como siempre quiso. Aunque eso o era cierto.
Gianna sabía que su más grande deseo era convertirse en rey, se preparaba para eso desde que tuvo la edad suficiente para aprender a leer. Por eso no dejaba de culparse y de sentirse tremendamente mal por lo que había estado obligado a hacer por ella.

A su lado, Evan mantenía una sonrisa forzada que iba acompañada con algo de dolor cuando se nombró a Joffrey el sucesor de su padre. Algún día se convertiría en rey, y su hermana esperaba que muriera de alguna extraña causa antes de que pusiera un pie cerca del trono. Ni siquiera se sintió mal por tener tal pensamiento.

Su madre no dejaba de cuestionarlo acerca del por qué tomó esa decisión, él no respondía con claridad.

— Iré a prepararme. —avisó, dándole un beso en la mejilla a su madre.

Gianna lo vió alejarse del lugar que ocupaba la familia real. Robert Baratheon apenas podía dirigirle la mirada, era lo máximo que podía hacer luego de días sin hablarle. Ella entendía lo dolido y traicionado que su padre debía sentirse. Desde muy pequeña fue testigo de las extensas lecciones y entrenamientos a los que su hermano tuvo que someterse desde muy corta edad.

Algún día serás rey, eran las palabras que su padre pronunciaba acompañadas de una alegre carcajada.
Siempre se mostró orgulloso de su primogénito. Eso fue hasta que crecieron, y el sentimiento prohibido los invadió. Desde ese momento, Evan tuvo como único objetivo estropear cualquier plan que su padre tuviera para comprometerlos.

Él caballero con el que estaba a punto de enfrentarse era uno de ellos.

— Escuché que te rehusaste a casarte con mi hermana.

Evan rodó los ojos al escuchar la voz que tanto malestar le provocaba. Para él, Loras Tyrell no era más que un niño bonito, arrogante y caprichoso. Si se equivocaba o no la verdad es que no le importaba.
Termino de preparar a su caballo, y sonrió al darse la vuelta.

— Veo que los chismes corren rápido. —respondió sin ganas de tener una conversación seria.

Loras ya llevaba puesta su brillante armadura plateada y la forma en la que movía su cabello de un lado a otro lo irritaba.

— Vamos, si no quieres tener lazos con los Tyrell sólo tienes que decirlo. —comentó con burla, pero muy en el fondo se notaba ofendido— Ahora que te unirás a la Guardia Real será difícil que puedas estar con una chica decente, por lo menos una que sea virgen.

— Y Margaery es virgen. —se atrevió a decir con una sonrisa socarrona.

— Oficialmente.

El ciervo tuvo que reprimir las ganas de soltar una estruendosa carcajada.

— Claro, claro. —rió por lo bajo— Creo que no seré el único. Tú nunca podrás estar con una mujer, Loras, aunque eso es por decisión propia. No juzgo, claro. Pero por eso mismo no permití que te casaras con Gianna. Es mucho para ti.

El caballero de las flores apretó la mandíbula y mordió sus labios. Gianna era su oportunidad para que sus preferencias secretar pasaran desapercibidas. Cuando el compromiso no dio frutos, los rumores acerca de él comenzaron a ser más fuertes que antes.

— ¿Y tú si lo eres?. —inquirió, alzando una ceja— Es una lástima —aceptó al final, mirando al chico de la misma forma— Pudimos tener unos niños precioso, ¿no lo crees, Evan?

El mencionado lo miró de mala manera, a lo que el galante caballero soltó una risa triunfante y de retiro para terminar de alistarse.

LA MALDICIÓN DE UN PECADO ⚜️ HOUSE LANNISTERDonde viven las historias. Descúbrelo ahora