Capítulo 13

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XIII

Cosas extrañas ocurren en Argenteus, cosas que antes no ocurrían. Las personas de la ciudadela aseguran escuchar sonidos malignos por las noches y más de una persona dice: es culpa del príncipe bárbaro. Sentado en la sala del trono, Martín escucha con atención a la mujer que narra su versión de los hechos. Es algo mayor, de unos setenta años, y habla con voz baja y quebrada sobre los ruidos que de pronto hay en los alrededores, de cómo hay algo en el ambiente. Y Martín podría dudar de cualquiera, en especial de gente ajena a Palacio. Esta mujer, no obstante, ha trabajado en él desde que Martín era un niño.

—Majestad —continúa la mujer—, también están las sombras.

Ante eso, Martín frunce el ceño.

—¿Qué sombras?

La mujer agacha el rostro, temerosa. Martín frunce el ceño, consternado. Él no es un rey tirano, de eso está seguro, y es extraño que su gente actúe temerosa ante su presencia. Después de unos segundos de silencio, se pone de pie, baja la escalera hasta estar frente a la mujer y le pone una mano en el hombro. Ella da un respingo.

—Puedes hablar sin miedo. ¿Qué sombras?

Ella respira profundamente y se yergue un poco.

—Majestad, hay rumores sobre cosas que pasan en el castillo —dice al fin—; sombras que se mueven por las noches y que salen de palacio para dirigirse a la ciudadela.

—Si sólo son rumores, no hay nada qué temer. Y tampoco es razón para tratarlo en audiencia.

—No, Majestad —dice ella con más firmeza en su voz—. Yo las he visto. Hay sombras que vagan por las noches desde que... desde que su Alteza Real está en el castillo.

Martín se yergue de golpe. Mira a la mujer, quien luce un poco más pálida de lo que es su tono de piel y quien se apresura a agachar la mirada. Martín abre la boca para decir algo pero, al final, se detiene. No tiene lógica, todo eso de los sonidos y el ambiente y las sombras. Pero, por otro lado, ¿no hay algo extraño en Pedro desde hace unos días, cuando recibió la carta llegada desde Tlayolotl?

La sala, usualmente en silencio cuando la gente va a audiencia, se llena de los murmullos de las otras cinco personas a su alrededor. Martín levanta la mirada y por un momento sus ojos se cruzan con los de Sebas, quien niega en silencio, antes de mirar a Dani, quien aprieta un poco la mandíbula antes de imitar a su primo, negando también en silencio.

Entonces Martín regresa su atención a la mujer frente a él y le aprieta el hombro con suavidad, intentando transmitir, con ese gesto, algo de confianza ante la situación. La sala vuelve a quedarse en silencio cuando lo ven hacer aquello.

—Gracias por hablar con sinceridad —dice y la suelta.

—Majestad —responde, haciendo una reverencia.

—Investigaremos qué es lo que ocurre —agrega y sin esperar confirmación, Dani hace una reverencia ligera y sale de la sala, ante la mirada de los presentes.

La mujer repite su reverencia y da unos pasos hacia atrás para no darle la espalda antes de retirarse del salón.

Hay más personas que acuden a audiencia, algunos con problemas menores y otros por verdaderas estupideces, y Martín los atiende a todos, como es su deber y como lo ha hecho en los últimos cinco años, desde que subió al trono siendo aún un adolescente. Sin embargo, por primera vez en los últimos cinco años, no presta verdadera atención a las preocupaciones de su gente. Responde cuando debe responder y actúa con la propiedad digna de un rey, pero su mente no está ahí en ese momento.

[Latin Hetalia] Corazón verde, muros de piedra (Argenmex)Where stories live. Discover now