capítulo 24

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Está bien... Jennie viene a dormir a mi casa. Genial. Ella llevará poca ropa... Ella estará en mi cama, posiblemente vamos a dormir en cucharita... Todo está bien. Mierda, estoy bromeando y me estoy volviendo loca.

[...]

Rosé me dijo que Jen estaría llegando, aproximadamente, a las 7 pm. Eran las 5:00 pm y aquí estaba yo; corriendo alrededor de mi casa, lavando, limpiando y organizando. Tratando de que todo quedara con el mejor aspecto posible.

Después de unos minutos dejé la sala y subí corriendo a mi habitación para asegurarme de que nada vergonzoso quedará a la vista. Mi ropa interior por ejemplo. Finalmente recogí todas las cosas de mi habitación, tendí mi cama con las sábanas limpias y di un último vistazo. Perfecto, todo en su lugar. Ya era demasiado para mí, había hecho un montón de cosas y estaba realmente cansada, miré el reloj... Las 6:30 pm. ¡Mierda! Jennie llegaria pronto.

En los últimos treinta minutos me las arreglé para quitarme el sudor después de todo el trabajo. Tuve un récord de cinco minutos en la ducha. Salí rápidamente de la ducha, seque mi cabello, me vestí, me apliqué maquillaje y me rocíe con perfume. Entonces... Sonó el timbre. ¡Maldita sea!

Corrí escaleras abajo evitando escalones para llegar lo más rápido posible a la puerta, pero debido a que tenía los pies aún mojados por la ducha, me resbalé y fui a dar contra la puerta de mi casa. Obtuve un gran golpe en la frente, gemí de dolor y sostuve mi cabeza, seguramente iba a ser un golpe masivo cuando viera a la atractiva señorita que me esperaba afuera de mi casa.

Podía escuchar la risita de Jennie desde afuera, entonces abrí la puerta y entré de nuevo hacia la sala de estar, todavía frotándome la cabeza.

―¿Qué hiciste?― Jennie se rió entre dientes al pasar el umbral, cerró la puerta y giró la llave.

Me giré hacia ella e hice un puchero triste, que sólo hizo reír más. Dejó caer su maleta al lado de las escaleras y se acercó a mí con esa estúpida sonrisa aún en su rostro. Entonces me acarició la cara y miró mi frente que estaba plenamente roja por el golpe que me había dado.

―Que chica tonta, ¿qué voy a hacer contigo? ¿Eh?― dijo besando mi chichón. Me estremecí y sentí el aleteo de mil mariposas dentro de mí... Y el dolor del golpe se esfumó en un instante. ―Vamos― sonrió, arrastrándome hasta el sofá. ―Vamos Lisa, siéntate que te puedes marear.

Una vez que me senté se quedó de pie frente a mí.

―¿Quieres hielo?

―No, estoy bien, gracias Jen― respondí, y acaricie el lado el sofá para que sentara conmigo. Sonrió y lo hizo. Una vez que nos sentamos hubo un ligero silencio incómodo... Ahora entiendo lo que mi mejor amiga dijo de no saber lo suficiente una de la otra.

Afortunadamente Jennie rompió el silencio.

―Así que... Rosé lo sabe. Ella es agradable― sonrió y puso su mano en mi rodilla.

―Lo es― contesté. Valientemente me arrastré más cerca de ella y puse mi brazo alrededor de sus hombros. Le dediqué una sonrisa y apoyo su cabeza en mi hombro.

―Para con el cliché de los movimientos, ¿quieres?― se rió entre dientes.

―¿Te estás quejando?― pregunté, levantando una ceja. Ella se echó a reír, pero negó, acercándose más a mí. Dios esto era bueno, el hormigueo en cada una de las células de mi cuerpo confirmó mis sentimientos por esta mujer. Cada vez que me tocaba sentía desfallecer. ―¿Puedo preguntarte algo?

―Claro.

―¿Por qué le dijiste a Rosé todo acerca de tu vida, cuando ni siquiera has tenido una conversación completa con ella?

Lujuria Oculta [Jenlisa; adaptación]  Where stories live. Discover now