capítulo 48

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―¿Qué diablos estamos haciendo mal, Lisa?― Jennie renegó mientras sostenía una masa pegajosa, que se suponía que era la masa de la pizza.

―¿Hmm...?― me pregunté en voz alta mientras miraba el iPad de nuevo. Mis ojos se desplazaron por la receta y no pude evitar reírme de nuestro error.

―¿Qué?― Su ceja estaba levantada.

―Sólo añadimos la mitad de la harina que se suponía que era. Que fracaso.

Jen gimió y golpeó su cabeza contra la nevera en frustración. La detuve poniendo mi mano sobre su frente por detrás de ella, de modo que estaba con mi pecho apoyado en su espalda, y envolviendo mi brazo alrededor de su estómago, acercándola a mí.

―Deja de ser tan dramática― sonreí girandola y besé la parte superior de su cabeza, bajé la mano que tenía sobre su frente y sostuve mi brazo alrededor de su cuello cariñosamente.

A pesar de que era mayor que yo, era muy infantil y eso la hacía tan linda pero sexy a la vez. ―Es un maldito desastre― la oí gimotear como un cachorro y cerré los ojos, recordando como hizo ese mismo ruido cuando la tuve inmovilizada debajo de mí y le estaba tomando el pelo hace tantos meses.

Me mordí el labio con fuerza cuando esos malditos escalofríos y corrientes eléctricas se hicieron cargo de mi cuerpo. Mis caderas querían empujarse contra su increíble trasero, sólo para conseguir un poco de fricción, para librarme de la sensación molesta en mi centro. Aspiré su aroma dulce pero enfermizo, consiguiendo marearme por las feromonas que emanaba.

―Lisa― susurró. Ella también lo podía sentir. ―Tenemos que hacer que la...

Mi mano sobre su boca la hizo callar.
Murmuró un poco y llevó su mano hasta mi brazo que estaba alrededor de su cuello, pero no hizo ningún intento de escapar. Sus pequeñas respiraciones procedentes de su nariz hacían cosquillas en mis manos y yo no podía dejar de sonreír. Me levanté y besé su cuello, pero ese beso hizo que todo lo que tenía adentro estallara y la pobre Jennie terminó otra vez contra la nevera, de espaldas hacia mí mientras yo dejaba una marca en su cuello. Mia.

―Lisa― gimió cuando llevé mi mano de su boca y la envolví alrededor de su cintura, sólo con un poco más de fuerza, haciendo que su trasero chocara contra mi centro. Dejé escapar un gemido ahogado que había tratado desesperadamente de contener, pero no sirvió de nada.

Le oí una respiración alternada a través de su boca y descansó su cabeza a un lado de la nevera, ahora me era fácil llegar a su cuello para terminar el chupetón que estaba haciendo allí. Así que para solucionar eso, tomé un puñado de su cabello y suavemente le eché la cabeza hacia atrás clavando mis labios y los dientes de nuevo en su piel. El ruido que salía de ella era perfecto, tan jodidamente sexy.

―Lisa, tienes que comer...

―Shh...― le susurré al oído y miré mi hermosa marca en su piel de porcelana. Mordí su lóbulo de la oreja mientras mi mano se deslizaba de nuevo hasta acunar su centro. Literalmente pude sentir el calor y la humedad por encima de sus jeans. Ella estaba claramente empapada.

Empecé a empujar mi centro contra su trasero de atrás hacia adelante y haciendo presión con mi mano en su centro empapado. Ella empezó a mover sus caderas con las mías, y yo mudaba besos desde su oído hasta su mandíbula y a la parte posterior de su cuello. Comenzó a gemir muy fuerte, demasiado fuerte.

―Cállate― le susurré. ―No creo que mi padre se haya ido todavía.

―Es un poco difícil cuando estás haciendo eso― susurró entre dientes, luchando ahora porque yo había dejado mis movimientos cuando estaba hablando con ella. Permití que se diera la vuelta, pero inmediatamente la estrellé de nuevo contra la nevera. ―Lisa...

Lujuria Oculta [Jenlisa; adaptación]  Donde viven las historias. Descúbrelo ahora