capítulo 37

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―Urgh― gemí cuando la luz golpeó mis ojos dolorosamente y mi cabeza palpitaba de dolor. Nunca - Beber - De - Nuevo; pensé. Entrecerré los ojos para disminuir el brillo, pero todavía no podía ver con claridad. Empecé a dormitar de nuevo, pero entonces recordé, ¡la escuela!

Salté de la cama sólo para hacer una pausa a la sensación de mi estómago, sostuve mi mano sobre mi boca y corrí al baño, donde dejé escapar una parte del alcohol que había ingerido mi cuerpo la noche anterior. Miré a mi alrededor y estaba en mi casa.

―Urgh Dios, Lisa― Rosé se retorcío cuando entró y se arrodilló a mi lado. Tomó el cabello de mi cara, manteniéndolo alejado de la caída del líquido que salía de mi boca. Me puse a llorar y de inmediato sentí el brazo de mi amiga en mi espalda. ―Shh... no pasa nada. Deshazte de todo eso y luego conseguiremos algunos analgésicos ¿de acuerdo?

Asentí débilmente y continué sintiendo la quemadura en mi garganta.

―¿Tomaste mucho?― Rosé preguntó incrédula mientras frotaba círculos suaves en mi espalda.

―Lo suficiente como para olvidar por un rato― le respondí sin pensar.

―Eso suena como la mierda. No vuelvas a hacerlo, ¿me escuchas?― Rosé advirtió.

Me atraganté y ella me ayudó de nuevo, lo que me permitió expulsar más alcohol al exterior de mi cuerpo.

―Hablé con ella ayer por la noche, y yo le dije lo que necesitaba escuchar― dijo. Me giré para mirarla de frente, pero sólo hizo que tuviera más ganas de vomitar, debido al movimiento repentino.

―¿Qué has dicho?― susurré, demasiado débil.

―Nada, vamos, termina aquí y después te metes en la cama, ¿de acuerdo?― Rosé cambió de tema.

Lisa asintió y se quedo de cuclillas en el inodoro durante veinte minutos, para asegurarse de que no necesitaba vomitar de nuevo. Satisfecha, Rosé ayudó a Lisa a ponerse de pie y la llevó de regreso a su cama, donde Lisa se quedó dormida casi al instante. Por suerte ellas no tendrían que ir a la escuela hoy, ya que era un día de inserción, nadie tenía que ir, incluida Jennie.

Rosé sacó su teléfono y marcó un número.

―Hey, tengo que salir, así que puedes venir a la casa para cuidar a Lisa. Su padre tiene un turno largo, así que estás segura, estaciona el auto a unas cuadras.

―Por supuesto, enseguida voy.

―Muy bien. Ah... y espero que tengas listas tus disculpas.

―La tengo.

―Bueno, nos vemos aquí entonces, adiós― dijo Rosé antes de colgar.

Ella no necesitaba salir, pero las dos chicas necesitaban un tiempo para solucionar el problema. Rosé salió de puntillas de la habitación de Lisa y trajo un boul, colocándolo en el suelo junto a la cama, por si tenia ganas de vomitar, así no tendría que recorrer un gran camino hacia el baño.

(...)

―Entra― dijo cuando le abrió la puerta a Jennie, que se veía tan mal como Lisa. Jennie entró con unas flores en la mano y se puso de pie torpemente en la puerta mientras Rosé tomaba las flores y las llevaba a la cocina, para colocarlas en agua.

Cuando regresó, Rosé asintió hacia las escaleras y le comentó a Jennie acerca de la horrible resaca de su novia. Jennie suspiró en respuesta y comenzó a subir las escaleras, ahora podía escuchar que la puerta principal se cerraba, y el sonido de las llaves tintineando en la cerradura.

Ella abrió la puerta de la habitación lentamente, hasta que vio a Lisa colgando de la cama, a punto de caer. Corrió y la llevó suavemente sobre el respaldo de la cama, le acarició con ternura la cara, y vio el boul al lado de la cama, que ya estaba un poco llena. Jennie frunció el ceño y lo fue a vaciar al baño.

Lujuria Oculta [Jenlisa; adaptación]  Where stories live. Discover now