#14 | Buenas, hoy narraré yo. |

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 Mi nombre es Jhamsa Rivero Cruz, tengo veinticinco años y vivo en una pequeña casa en pleno Forestal Este, la frontera entre el campo y la ciudad. Conmigo vive Tulio, o mejor dicho, yo vivo con él ya que la casa es suya. Me ofreció un lugar en ella para poder trabajar juntos y prepararnos para lo que estábamos a punto de iniciar de la mano de Magela. 

Pero mi historia no comienza aquí sino mucho antes.

De pequeño vivía con mi familia en el pueblo Del Puerto, no muy lejos de Forestal. Siempre fui un chico apasionado y rebelde. Nunca me gustó acatar ningún tipo de regla pero jamás le he faltado el respeto a nadie, mantengo mi moral para poder  convivir en esta sociedad, tengo mis principios, mis ideales, casi nunca le hago daño a nadie, nunca me privo de mi libertad, y la lucha que siempre llevo es con todos mis demonios, con nadie más. 

Soy consciente de que a veces ellos mismos me paralizan, me invaden, me engañan, me hacen caer, me provocan miedo y oscuros pensamientos. Es una guerra interna que he asumido, y que ya no me pesa como al principio. 

Pero la que estaba por vivir unos años después, no ha dejado de pesarme jamás.

Trabajé en un taller de mecánica gran parte de mi adolescencia y juventud. 

Y un bendito día, llegó al taller la mujer más deslumbrante que haya visto en mi vida. Delgada, pocas curvas, estatura media, piel dorada, cabello largo y despeinado color  naranja, ojos claros llenos de misterio con toda la locura del mundo encerrada allí dentro. Una sonrisa tentadora y una presencia tan dulce como sensual. 

Venía manejando un DKW junior color turquesa con el motor a punto de fundirse. 

Bajó del coche implorando ayuda. James, mi jefe, la mandó a llamarme al galpón de atrás donde guardábamos todos los repuestos y las herramientas más pesadas. 

-¿Tu eres Jhamsa?- Me recorrió de arriba a abajo al quitarse los lentes de sol.

Lucía un vestido de hilo blanco por encima de la rodilla junto con una campera de jean clara. Llevaba un pañuelo colorido en la cabeza con su cabellera suelta, lo que la hacía ver un tanto hippie y que por cierto le sentaba fantástico, un bolso marrón con flecos y un par de botas altas del mismo tono. No podría explicar lo hermosa que se veía, pues no llegarían a entenderme nunca en palabras.

-Sí, soy yo.-aclaré mi garganta para disimular lo perdido que estaba observándola.

-Emm, me dijeron que puedes ayudarme, mi motor está en ruinas.- frunció los labios hacia un costado y mostró un gesto de mala fortuna. 

-Claro, enseguida.- Sonreí. Salí de mi ensimismamiento y la seguí hacia la entrada del taller en donde se encontraba su coche.

Ese fue el día en que la conocí, y no creerán cómo terminó ese día... 

Ese fue el día en que comprendí lo loca que estaba esa muchacha, lo loco que estaba yo como para seguirle el juego, y lo mucho que me había cautivado. 

No continué trabajando después de arreglar su auto. 

Desde aquel momento no dejamos de vernos. Me enamoré de Ana como no me había enamorado nunca de nadie. Con el paso del tiempo comencé a conocerla en profundidad, y a amarla cada vez más. 

Un día le sacaron su auto turquesa, estaba furiosa, pero no es de las que se quedan de brazos cruzados. Al parecer el coche tenía antecedentes de un dueño anterior, pero ella decidió ir a buscarlo de todos modos, era su auto. Así que se metió a media noche ilegalmente dentro del desarmadero donde lo habían dejado y se lo robó. Luego la buscó la policía, estuvo una semana presa en la comisaría.
Aquella noche se había escapado de prisión, apareció en mi cama a las tres de la mañana cuando debería estar tras las rejas... para que tengan un panorama. 

El secreto de Ana WalkerWhere stories live. Discover now