#16 | Una visita familiar (p2) |

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-Ana, ella es...

-Magela.-lo interrumpí gracias a un recuerdo que apareció de improvisto en mi memoria. Yo la seguía observando expectante.

-¿La recuerdas?-preguntó Jhamsa achinando sus ojos.

Y de pronto varias escenas pasaron como una película en mi mente, fue entonces que comencé a hacer conexiones entre los hechos aislados que había vivido y que recordaba. Como si me estuviera "cayendo la ficha" de muchas cosas oportunas.

-Ella es la mujer que vino aquella madrugada. ¿No? Pero la echaste diciendo que iba a echar todo lo planeado a perder, que no me podía ver. Dijo ser mi madre, porque supongo que hablaba de mí, ahora lo entiendo. Claro que es mi madre, bueno, la madre de Ana...

Ambos me escucharon hablar en silencio, ella con la cara hinchada de tanto llorar, cubierta con su abrigo.

-También es la mujer con la que hablabas en la emergencia el día que me desmayé en el cementerio, estaba muy molesta contigo, como si hubieras cometido alguna estupidez que estropearía el plan, y también hablaban del hombre que nos seguía... ambos saben perfectamente quién es y qué quiere, pero no quieren decirme. Me tratan como a una muñeca estúpida e inocente que creen que pueden controlar, la sacan de su vida, de su mundo, le quitan la memoria y le ponen otra, que la inducen en una realidad alterna a la que no pertenece, que le roban la verdad y la manipulan a su gusto para nada más que su propia conveniencia.

Les informo que yo soy una persona como ustedes también, y que tenía una vida, mis estudios, mi carrera, mi trabajo, mi familia... porque ustedes no son mi familia, solamente tienen la misma apariencia y la misma... pero no son mi familia. A mi nadie me preguntó si yo quería esto, claro, porque no les importa, solo quieren usarme para calmar su sufrimiento, pero yo también tengo mi derecho a no participar, a decidir sobre mí misma, y ninguno de ustedes lo ha respetado.

Yo no soy Ana, para que lo tengan claro. No soy la Ana que buscan.

Terminé de hablar con la sangre en el ojo, la situación ya me estaba agotando, sentía que estaban haciendo conmigo lo que ellos quisieran, como si fuera un juguete o una simple muñeca, ¡HOLA! soy una persona de carne y hueso, adulta, autónoma, independiente. Nunca me han tomado en cuenta para nada... y que se pudra mi doble de este universo, ya tengo suficiente con mi vida como para tener que resolver también las idioteces que hago en otros mundos paralelos.

Magela volvió a romper en llanto y en un impulso maternal desesperado corrió hacia mis brazos. Me abrazó tan fuerte como pudo hasta casi asfixiarme. Yo seguía fría y rígida, sin mover un pelo. Dirigí una mirada furiosa a Jhamsa, quien me devolvió un gesto de cansancio, haciéndome entender que quería que colaborara y también la abrazara.

Pero ellos no me entendían, yo sentía que me estaban tratando como a un objeto que pudieran, trasladar, manejar, controlar, usar para traer a la otra. Encima me decían las cosas de a puñados, de acorde a lo que les convenía que yo supiera, si es que en verdad me las decían o sólo escupían mentiras para calmar mis ansias y dejarme tranquila... porque contenta, nunca. Para estar contenta tendría que estar en mi casa, con mi verdadera familia, y mi verdadera memoria. Sin ser manipulada ni controlada.

La mujer me soltó y yo me levanté enseguida de la cama.

-Disculpa, yo sé que extrañas a tu hija... yo también extraño a mi mamá. -le espeté con ímpetu. Tomé mi abrigo, mi mochila, y me dirigí al baño.

Me lavé la cara con agua fría para despejarme un poco y aclarar mis ideas. Me observé al espejo, contemplé fijamente mis ojos en el reflejo... incliné un poco el mentón, realmente mis ojos parecían los de una loca demente. Pero yo no era así, lo sabía, porque mis recuerdos se ordenaba en mi mente, poco a poco volvían a mí.

Peiné mi cabello rubio anaranjado en una coleta alta. Luego me observé la ropa y pensé que debía ir a comprar nueva, seguía con la misma desde que Jhamsa me había encontrado. Pero no tenía dinero y tampoco iba a pedirlo, además de que siempre fui muy independiente, de hacer las cosas por mí misma. Así que pensé dos opciones: O buscaba yo sola la manera de volver a mi vibración, a mi universo paralelo, o me buscaba un trabajo aquí para mantenerme y cubrir mis necesidades mientras encontraba la forma de volver. Pero había algo que sí había decidido: no continuar con esta loca estupidez. Ya había sido demasiado.

Salí del baño enfocada en mi idea, sin emitir una sola palabra. Me dirigí hacia la puerta con mi abrigo puesto y mi mochila al hombro dispuesta a abandonar la casa, evadiendo la despedida.

-¡Ana! Espera, ¿a dónde vas?- Jhamsa venía detrás de mí intentando frenarme. No lo escuché.

-No te vayas.-plantó la mano en la puerta con fuerza impidiendo que la abriera. Me miró con frialdad.

Le devolví una mirada llena de odio.

-Quítate y déjame salir.-ordené furiosa con la sangre hirviendo, y giré el picaporte con fuerza.

La puerta se entre abrió pero en un rápido forcejeo se puso delante de ella bloqueandome la salida.

-No puedes ser tan egoísta.-escuché decir a Magela detrás de mí, indignada. Y cuando me quise girar a darle vuelta la cara de un golpe me estaba amenazando con un jarrón de loza en la mano, observándome con cara de loca y los ojos fuera de órbita. Realmente impresionaba, parecía una psiquiátrica gravemente enferma.

De pronto comenzó a llorar y a hablarme con bronca e impotencia. Le temblaban las manos y el jarrón se movía.

-Eres una egoísta, insensible, ¿no piensas en cómo me siento al haberte perdido?-comenzó elevar la voz hasta gritar al mismo tiempo que las lágrimas caían sin parar por sus mejillas.

-No soy ninguna egoísta, y no soy tu hija.-me abalancé hacia ella apuntándola con el dedo índice, llena de rabia por su comportamiento para conmigo, cuando me lanzó casi por inercia el jarrón de loza encima de la cara, con intención de golpearme en la cabeza.

-¡¿Qué haces?! ¡Estás completamente loca!-Jhamsa soltó un grito que apagó el mío de dolor y se acercó a sostenerme puesto que me había tambaleado del mareo que me provocó el golpe.

Me pasé la mano por la cara y me observé los dedos, sangre. Me había cortado la ceja, el labio y el pecho que llevaba descubierto.

Sin decir una palabra tomé mis cosas como pude, abrí la puerta y me alejé de la casa lo más rápido que me fue posible.

-Ana, ¡Espera!-Jhamsa intentó frenarme nuevamente pero no podía dejar a Magela sola en ese ataque de pánico inminente, por lo que tuvo que dejarme ir.

Antes de abandonar del todo Forestal Este lancé una mirada hacia atrás... esa casa blanca, pequeña y despintada. Maldito el día en que me decidí a golpear, pensé.

Y en eso Don Tulio se apareció a lo lejos. Supongo que se dio cuenta de la situación. Sin que yo hiciera ningún gesto o dijera una palabra me observó a la distancia en el campo y asintió con la cabeza, como deseándome buena suerte, antes de seguir su camino habitual.

El secreto de Ana WalkerWhere stories live. Discover now