#23 | Necesito ganar el juego |

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Descendimos del colectivo a tierra firme como si hubiéramos descendido del mismísimo infierno, como si hubiéramos dejado atrás todo el bullicio de la guerra. Ahora solo se escuchaba silencio, solo reinaba la calma, nos sentimos aliviados, bastante aliviados y muy cansados.

Sin hablar una palabra nos dirigimos a casa. Las calles, el recorrido, la fachada, todo estaba igual que como lo había visto con Jhamsa en la otra dimensión. La casa no tenía el cartel de venta ni estaba tan desmejorada, esa era la única diferencia.

Subimos los tres escalones de la entrada y abrimos la puerta principal. Dentro nos esperaban Ramiro y Fluppy, nuestro perrito. Al verlos, una ola de dulces recuerdos impregnó mi mente y comencé a sollozar del golpe emotivo. Me lancé a sus brazos de inmediato y lo abracé tan fuerte como pude... pero algo pasó, sus brazos no parecían los mismos. O al menos lo que me hacían sentir ya no era lo mismo. 

-Había estado muy preocupado por ti mi amor. -me sostuvo con fuerza entre sus brazos y luego se alejó para mirarme a los ojos con sus manos en mis mejillas. 

-¿Me extrañaste?- susurré por lo bajo. A lo que él cerró los ojos por inercia y apretó levemente la mandíbula.

-Casi muero al saber que podía perderte.- dijo al fin, con los ojos mojados, y volvió a envolverla entre sus brazos.

Ramiro se llevaba muy bien con la tecnología, su hermano era ingeniero informático y un genio de la física cuántica, y juntos habían estado tratando de ayudar a Ana desde ese otro costado. Ambos sabían que los portales son vibraciones altas de ondas electromagnéticas, y creando un portal artificial podrían viajar en cualquier momento hacia la otra dimensión a buscar a Ana. También podrían intentar cerrar los portales para que no puedan volver a llevársela. 

El reencuentro había sido muy emotivo, pero Ana notaba que algo había cambiado. 

Quizás el otro mundo dejó su huella dentro de mi, quizás ya no vuelva a ser la misma nunca...

evidentemente nunca lo fui.

Los días pasaron, dormí como si el mundo se hubiera acabado y descansé todo lo que pude  en el intento de recuperarme física, mental y anímicamente. Un viaje de estos no se lo deseo a nadie.

Pero había algo de aquel mundo que aún me perturbaba. La mirada de la pequeña Rebecca seguía apareciendo en mi cabeza una y otra vez, causándome una sensación amarga, triste. 

De pronto pensé en mi madre... en cuanta falta me hizo desde el día en que la muerte me la arrebató. Y enseguida pensé que si alguien tuviera la opción de devolverme a mi mamá, daría cualquier cosa por que lo hiciera. Yo podía devolverle sus padres a esa niña, al menos a su papá. Yo podía evitarle todo el dolor de perder a una madre para siempre. 

Quizás no había hecho lo correcto, quizás podría haber actuado más inteligentemente, como ir con la policía o llevarle la niña a Jhamsa. Recuerdo aquel día en Forestal cuando él me contó su historia y todo lo que había sufrido con la pérdida de su familia. Yo sabía de su sufrimiento, y luego había encontrado a su tan buscada hija, pero me había ido sin hacer nada al respecto, como una mujer sin escrúpulos. 


-Pollo con papas, tu comida favorita. -se acercó Ramiro muy amorosamente, con una sonrisa de oreja a oreja y un plato fantástico en la mano derecha. 

-Ou, eres un amor, muchas gracias. -Le devolví la sonrisa y estiré mis manos desde la cama. Se sentó a mi lado.

-¿Cómo te sientes? ¿Has descansado bien?

-Sí... bueno, mas o menos. -contesté mientras me acomodaba para empezar a comer. 

-¿Mas o menos? 

-Recuerdas lo que te conté sobre la niña... 

-Sí, que la encontraste justo cuando estabas abandonando la dimensión. -completó la frase escuchándola atentamente, mientras acariciaba su hombro. 

-Exacto. - Me llevé un bocado a la boca.

-¿Qué pasa con la niña?

-Me siento mal por no haber hecho nada por ella... por no haberle avisado a alguien que la había encontrado. Parecía estar tan triste, sola y asustada... 

-Entiendo vida, pero no era esa tu responsabilidad, tu ya habías pasado muchas cosas en ese momento, no estabas en condiciones de hacer nada. Y además fue justo en el momento en que al fin podías regresar a casa y estar a salvo. No te fuiste por maldad. Tu eres una hermosa persona, la mejor que conozco. -terminó su discurso dejándome un beso en la frente y se fue a la cocina. 

No, no era mi responsabilidad...  o sí.

Pasaron los días y comencé a sufrir pesadillas insoportables, casi todas las noches me acosaba en sueños otra imagen de mi misma queriendo matarme, unos ojos tristes y desolados, una voz que me decía que había abandonado a mi hija, que estaba matando a mi familia, y mi mente ya no lo soportaba más.

Una mañana me desperté decidida. Ya era hora de arreglar esto, ya no podía seguir viviendo de este modo, quería terminar con todo de una maldita vez y recuperar mi vida. Así que decidí no decirle nada a nadie y utilizar el portal artificial que Rama había construido para volver a viajar.

Si mi padre o él se enteraran de lo que quería hacer me lo prohibirían, pero lo cierto es que ninguno vive todas estas pesadillas que yo vivo, ninguno sufre ni ha sufrido tanto como yo. 

Necesito parar esto. Necesito ganar el juego. 

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⏰ Última actualización: Dec 28, 2020 ⏰

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El secreto de Ana WalkerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora