#20 | Mi nombre es Blas |

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(Martes, 20:10 pm. Estación Terminal Forestal Este.)

-¡¡Muchacha!! ¿Estas bien?-un joven moreno bajó del automóvil rápidamente con preocupación en el rostro, totalmente exaltado por lo ocurrido. 

Corrió hasta el encuentro de Ana y se agachó en el asfalto a socorrerla. Tenía un corte en la cabeza y no reaccionaba. La sacudió un poco tratando de reanimarla y corrió una mirada intimidante hacia mi, por lo que me acerqué enseguida.

-¿Usted la conoce? ¡Llamaré a una ambulancia!-exclamó el muchacho nervioso mientras buscaba el móvil en su bolsillo.

-Si si descuide descuide, yo me ocupo de ella, yo llamaré a la policía. -Traté de tranquilizarlo irónicamente con actitud desconfiada mientras chequeaba el pulso de Ana tendida en medio de la carretera vacía. 

-¿Policía? ¿Por qué policía? Ya estoy llamando a la emergencia, la joven necesita cuidados, un médico tiene que verla.

-¡Y a usted tiene que verlo un policía! Puesto que ha atropellado a la muchacha en pleno cruce peatonal, ¿acaso no conoce las reglas de tránsito?- comencé a elevar la voz mientras la sangre me subía hasta el ojo, ¿se cree que soy imbécil o qué?

-No no, no se confunda, yo venía bien y la muchacha se me abalanzó.- me interrumpió defendiéndose, con los brazos en alto mientras retrocedía en dirección a su auto. Ni bien se me ocurrió nombrar a la policía olvidó su papel solidario y se escapó como una rata asustada. 

-¡Quédese aquí si no ha cometido ninguna imprudencia entonces!.- Me abalancé sobre él enfrentándolo con rudeza, cuando retrocedió aún más rápido y se metió dentro del auto.

-¡La muchacha se tiró en medio de la carretera! Yo no he tenido culpa de nada.- gritó desde la ventanilla antes de prender el motor, con la vista fija en Ana inconsciente y la culpa en la garganta. Tragó grueso. Las gotas de sudor caían por su frente, me lanzó una mirada temerosa desde sus ojos verdes, giró la llave y arrancó a toda velocidad por la misma carretera, dejándonos a solas. 

-Maldito idiota. -fruncí el labio y volví la mirada a Ana. Pero las estúpidas sirenas no tardaron en hacerse escuchar.

<<Diablos.>>

Cargué a Ana en mis brazos y me dirigí al primer auto estacionado en los al rededores. Con una simple manipulación rompí la cerradura de la puerta y lo abrí. La recosté en el asiento trasero y la tapé con mi abrigo, en el mismo momento en que la ambulancia llegó al sitio.

-Buenas noches, Paul Harrison, Emergencia local.-me estiró la mano en forma de saludo.- ¿ha ocurrido un accidente aquí? Hemos recibido un llamado por una joven en estado inconsciente.

-Buenas, Blas Walker.- estreché mi mano asintiendo con la cabeza. Sí hemos llamado desde la estación, un conductor ebrio asustó a mi hija al cruzaba la carretera oscura, pero no ha sido más que eso, un susto. A penas la tocó una camioneta, se puso nerviosa, se mareó, pero ya está bien. -señalé con la cabeza el auto donde la dejé descansando. -Ya nos vamos a casa a descansar, de todas formas gracias por sus servicio, me temo que no será necesario.

-¿No quiere que la revisemos por cualquier duda? 

-Es muy amable de su parte pero sería mejor que se comuniquen con la policía para frenar a ese loco al volante, no debe estar muy lejos. Alguna otra persona podría si salir seriamente lastimada, por fortuna no ha sido el caso de mi hija. Ha tenido mucha suerte.

-Claro, que tengan buena noche, estamos a las órdenes.-volvió a estrechar mi mano el joven enfermero.

-Muchas gracias, igualmente.

Esperé a que la ambulancia se fuera y subí al auto a toda velocidad, corté los cables y lo hice funcionar. Es lo que tiene este pueblo sucio y asqueroso, casi completamente vacío. Nadie se entera de nada, nadie ve nada, el silencio es moneda corriente, y por tanto, la suerte. 

Lancé una mirada por el espejo retrovisor y solté un suspiro de alivio, liberando todo el agotamiento y la tensión del momento. Me giré a observarla enseguida, extrañaba tanto su presencia, estaba tan desesperado por encontrarla, tenía tanto miedo de que algo malo le ocurriera...  

Esta vez la cuidaría como nunca y no dejaría que esos inconscientes  psicópatas la manipularan de nuevo. Necesitaba protegerla, necesitaba llevarla de vuelta a casa, a su hogar, lejos de quienes quieren hacerle daño. 

-Estarás bien princesa, ya estás a salvo. -Acaricié su mejilla fría. 

Hace casi un mes que estoy en esta estúpida dimensión buscando a mi hija secuestrada por la desequilibrada de mi esposa y el alcoholico novio de Ana de esta línea temporal, de este universo. 

Porque en un mundo paralelo mi hija es feliz, está comprometida con un muchacho decente, tiene planes, proyectos y demás cosas buenas que la esperan. Y entiendo que en esta realidad quieran recuperar a su Ana, la muchacha que murió, pero están completamente equivocados si creen que lo harán a costa de mi hija. No la perderé por su culpa. No dejaré que la sigan exponiendo a todos los peligros que la exponen. No dejaré que la usen. No la dejaré sola. He venido para llevarla a casa de nuevo, a su vida normal, y no me iré de aquí hasta conseguirlo.

No me iré sin Ana, no me iré sin mi hija.


El secreto de Ana WalkerWhere stories live. Discover now