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—Sinceramente, quedó mucho mejor de lo que imaginé— sonrió ante la imagen completa del castillo, antes de voltearse a ver a Aria— ¿te gustó? podemos rehacerlo a tu gusto si deseas

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—Sinceramente, quedó mucho mejor de lo que imaginé— sonrió ante la imagen completa del castillo, antes de voltearse a ver a Aria— ¿te gustó? podemos rehacerlo a tu gusto si deseas.

—¡Estás loco!— le golpeó— por supuesto que me gustó, estoy totalmente encantada con él, te mataré si le cambias algo.

Le dio una última mirada antes de dejarse cargar por un sonriente Jungkook, su guardián y ahora invierno no podía disimular su felicidad.

—Entonces ahora puedes transportarte de un lugar a otro como todo un profesional— asintió enérgicamente, el rostro de un niño seguía teniendo, eso definitivamente nunca se iría— que conveniente, como un transporte personal.

Jungkook le miró con ojos entrecerrados, fingiendo molestia, no pudiendo mantenerla cuándo el mayor le revolvió el cabello y además le sonrió con todos los dientes.

Así de fácil era Jungkook respecto a Seokjin.

En un parpadeo reaparecieron en su amado y blanco celestial palacio de invierno, Yoongi bajó a Aria al igual que Jungkook a Seokjin, los cuatro acercándose a las puertas principales.

—Cambiaron el color de mis puertas— dijo, saludando a los guardias quiénes parecía no podían salir de su sorpresa— ¿quién fue? será castigado.

—Fui yo— respondió Aria.

—Te amo y toda la cosa, pero eso no significa que puedas cambiar el color de mis puertas— señaló, tomando su mano y entrelazándolas mientras caminaban uno junto al otro, todos al verlo suspendiendo sus actividades— mañana vuelven a ser blancas.

—Quisquilloso— le respondió riendo— bien, señor, haga su voluntad y regrese el color blanco a sus amadas puertas.

—Y ventanas, veo que el marco de estas también cambió de color— se detuvieron, Aria cerró los ojos, se había dado cuenta— ¿porqué mi baldosa es negra?— y le miró, esperando por respuestas.

Se mordió el labio inferior, escuchando la risa de Yoongi detrás.

—Estaba aburrida y quise remodelar— su esposo suspiró mirando al techo— en mi defensa, fue mucho antes de enterarme acerca del castillo que pediste hacer para mi, así que técnicamente no es mi culpa.

—Bueno, ahora sabes que puedes descargar tu espíritu creativo en ese castillo y así mi baldosa de siempre puede regresar— retomaron su andar— y ya vi que también cambiaste mis candelabros.

—¡Son el mismo diseño!

—Distinto color, me gusta más el plata que el dorado, debemos cambiarlos nuevamente— sentenció, ahora escuchando a Jungkook reírse con fuerza.

—Si, cielo, sobre eso...

Volvieron a detenerse.

—¿Voy a enojarme?

—No lo sé, tal vez, siempre te enojas por todo.

—Creo que no quiero saber que sucedió con mis candelabros, en ese caso.

Uno de sus guardias pasó por su lado, saludándolo con emoción, fue entonces que Seokjin notó otro cambio y lo detuvo, señalando a sus hombreras.

Aria se mordió el pulgar como una niña pequeña siendo regañada por andar de traviesa.

—¿Porqué mis guardias tienen margaritas bordadas en el uniforme?— suspiró nuevamente— ocho meses, sólo ocho meses estuve inconsciente.

—En ocho meses muchas cosas podrían pasar.

—Prometo que si llego a mi habitación y algo está fuera de lugar, me molestaré.

Le miró ofendida.

—No le hice cambios a tu habitación.

—Estoy feliz de escuchar eso— se giró a ambos guardianes, no pasando por alto las risas burlonas mal disimuladas— nos vemos en una hora en las puertas, iremos a visitar a los habitantes, hay que saludar correctamente.

Volvió a tomar la mano de su esposa y continuaron su camino esta vez sin aquel par siguiéndoles. Aria iba puchereando y con el entrecejo fruncido, Seokjin era tan perfeccionista que no entendía como no se esperó que notara los pequeños cambios, no eran la gran cosa, pero por supuesto que él lo notaría.

Llegaron a la habitación del rey, conscientes de que el palacio era un caos ahora que sabían que estaba de regreso, tal vez avisarles hubiese sido una buena idea, pero Aria no tuvo tiempo para eso.

—Si saldremos, iré a cambiarme— Seokjin negó— no me gusta este vestido para ir a saludar.

—La verdad, me encanta ese vestido.

—Sólo porque eres tú, te daré el gusto.

Le hizo reír.

—Me gusta como se te ve el color rosa— lo vio despojarse de su camisa, cambiándola por una más elegante que la anterior, se acercó, ayudándole con los botones mientras lo escuchaba hablar— deberíamos ir a primavera ¿cómo está todo allí? espero que perfectamente.

—Lo está— alisó la camisa con sus manos y sonrió satisfecha— te gustará, hay más flores que nunca.

Besó su frente, vaya, había despertado siendo todo un romántico.

—Iremos en la mañana, entonces.

—Iremos en la mañana, entonces

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RED MOON»KSJWhere stories live. Discover now