Y de pronto mis sueños se convierten en pesadillas, las sombras consumen los restos de mi alma y yo solo puedo perderme en la belleza de sus ojos.
"Cuando la noche oscura pase, una brillante mañana vendrá..."
Obra original.
Inspirada en el concep...
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El silencio era aterrador cuando se volvía ensordecedor.
Las respiraciones acompasadas salían cada cierto tiempo de entre sus labios, mientras sus ojos se perdían en la negrura inmensa frente a él. Detrás del joven, cientos de rosas parecían comenzar a marchitarse, los pétalos se balanceaban de uno en uno, precipitándose hacia el vacío debajo.
Pero ni siquiera eso producía algún sonido, tan solo disminuía el color sobre aquel muro invisible, donde las rosas parecían volverse oscuras y sin vida. No estaba seguro de cuánto tiempo había pasado, ni de cuanto más tendría que esperar para que algo ocurriera.
Sin embargo, el pobre inocente se mantenía repitiendo algo, una plegaría que constaba solo de una palabra, misma que repetía constantemente con la intención de no olvidarlo.
- Rosé... Rosé... Rosé...
Recordaba el rostro, los cabellos del color del fuego y el verde esmeralda de un par de ojos llenos de bondad. Su mente era una laguna vacía a excepción de ese recuerdo, por lo que se permitió aferrarse a la imagen de la joven como lo habría hecho por un ser amado.
Abrazándose a sí mismo, hecho un ovillo y con la cabeza gacha entre sus hombros, el joven observó hacia arriba un momento. No podía ver algo que le dijera si era de día o noche, tan solo el negro cubriéndolo todo.
Y a diferencia de antes, ahora sentía miedo.
- Rosé...
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Un escalofrío recorrió la espalda de Rosé.
La sensación fue casi instantánea, pero fue suficiente para distraer a la chica por un instante.
Dentro de la habitación, Rosé observaba los distintos cuadros que decoraban las paredes. Aun no terminaba de asimilar como Chaerin era quién posaba en cada una de las obras, más aun cuando lucía exactamente idéntica a como lo hacía en el presente.
Los cuadros eran diferentes, distintas técnicas y colores plasmaban lo que era la identidad de una era distinta; desde pinceladas certeras y cuidadosas hasta los bosquejos elegantes de fotografías en blanco y negro, evidencia de su propia antigüedad.