𝚃𝚎 𝚎𝚗𝚌𝚘𝚗𝚝𝚛é [𝙹𝚎𝚗𝚕𝚒𝚜𝚊] ✓

Capitulo 11

Jennie Kim

Al día siguiente me desperté temprano. Tenía muchas cosas planeadas que quería hacer junto a Lisa en aquel pueblo, y si quería hacerlas todas y aprovechar la estancia al máximo, nuestro día debía empezar desde temprano.

Después de acomodar mi cama fui directamente al baño para ducharme. Al terminar sali envuelta en nada más que la toalla, pues pensaba que Lisa seguia dormida y que podría cambiarme en la habitación. Pero al salir me llevé la sorpresa de que la rubia ya había despertado.

— Oh, yo pensé que seguías durmiendo —murmuré algo avergonzada.

— Acabo de despertar —ella todavía estaba en la cama, pero recostada y con la base de apoyo para su cabeza. Tenía las mantas encima y también un libro. Tardó unos momentos en darse cuenta de mi apariencia, y al hacerlo solo me miró por pocos segundos antes de hablar—. Me taparé la cara, no te preocupes.

Ella tapó sus ojos. Sin embargo, era más que obvio que todavía podía ver por el margen con el que sus dedos estaba separados.

— Todavía me ves — Lisa me hizo un puchero y sonrió.

— Solo bromeo, nunca te vería a tus espaldas.

Sin quitarse las mano del rostro se tapó por completo con las sábanas. Ahora solo podía ver el bulto de su cuerpo bajo ellas.

Sonreí levemente. Con rápidez me acerqué a mi maleta y saqué lo primero que vi, no quería que Lisa se terminara ahogando bajo las sábanas en lo que yo encontraba ropa decente que ponerme. Casi corriendo fui al baño.

— Ya puedes abrirlos —dije antes de cerrar la puerta.

La mañana fue tranquila, pasamos la mayor parte del tiempo en la habitación, también desayunamos ahí. Al final mi plan de explorar el pueblo y conocer lugares, terminó siendo derrotado por la flojera que Lisa y yo teníamos. Pero cuando la hora de comida se estaba acercando, la rubia y yo decidimos salir del hotel a dar un paseo.

— Tengo hambre —dijo cuando ya llevábamos un rato caminando.

— ¿Quieres que busquemos un lugar para comer o prefieres que volvamos al hotel?

— Mejor comamos fuera, no lo hemos hecho —he asentido recordando lo que ocurrió el otro día cuando planeabamos hacerlo.

Duramos más de quince minutos buscando un lugar adecuado en el cual comer. Había sido difícil encontrar uno pero finalmente lo logramos.

Nos decidimos por un restaurante en el que servían comida española y cubana. Ni Lisa ni yo habíamos probado algo así, entonces nos parecía la oportunidad para hacerlo.

Entramos al restaurante y elegimos una mesa que se hallaba en las esquinas y con mesas vacías a su alrededor. Creo que preferimos la privacidad. Nada más sentarnos, el menú fue puesto en nuestra mesa. Las dos comenzamos a leerlo en silencio.