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Tras esa escena en el cuarto del mayor, solo sonrieron para luego abrazarse con tal cariño, aunque Shouyo no podía sacarse ese momento de la cabeza y este no era el único, Atsumu podía sentir las mariposas revoloteando en el interior de su estomago. Bajaron a la planta baja para ver la situación entre los dos restantes, el peligris y la menor estaban animadamente sentados en la sala jugando un juego de mesa, a lo que se unieron. Esa tarde fue tan tranquila y serena, que seguramente ninguno de los presentes la olvidaría, risas y pequeñas peleas que hacían que el ambiente fuera perfecto.
Una vez el cielo se oscureció, Atsumu pidio un taxi para los hermanos, no podía dejar de pensar en lo agradable que era pasar tiempo con ese chico de cabello anaranjado.

Iluminaba su día a día.

[...]

Era el último día que los gemelos estarían en Miyagi, la noche anterior habían hecho las maletas, el rubio también tomó esa instancia para analizar lo mucho que había pasado en tan poco días lejos de casa, seria mentira decir que no sentía miedo algo. Lo tenía, temía que su relación con Shoyou cambiara, quizás se estaba llenando la cabeza de tonterías, pero de igual manera sentía esa inquietud dentro de su pecho.

¿Era el mejor momento para decirle sus sentimientos?

Le dio una mirada rápida a su móvil que reposaba en su mano, no lo había soltado en todo el día esperando mensaje del pequeño, aunque este estuviera en clases y no pudiera usar el móvil con frecuencia. No era una despedida ¿por qué se sentía de esa forma?

Nos vamos a volver a ver, se repetía una y otra vez en la mente.

Osamu entro en la habitación de su hermano, cosa que se arrepintió de inmediato al verlo de una forma tan patética, estaba totalmente aferrado al peluche de felpa que le había obsequiado el menor y mirada hipnotizado su pantalla de bloqueo, que había que mencionar que era una foto suya junto al pelirrojo que se tomaron la vez que fue a su casa.

–¿Estas bien? –pudo sentir de inmediato la inquietud de su hermano, quizás era intuición de gemelos.

–...

–Hey

–...

–¡TE ESTOY HABLANDO, IDIOTA!

Un golpe fue lanzado hacia la cabeza del rubio teñido, ni siquiera se quejó o lo insultó, Osamu lo miró extrañado ¿qué habían hecho con su hermano?

–Déjame tranquilo, Samu. No estoy de ánimo –dijo sin ánimos, poniéndose una almohada sobre la cabeza.

–... No soy bueno en estas cosas, pero puedo hacer lo posible para ayudarte –solto un suspiro pesado, se sentó en el piso al lado de la cama.

–¿En serio? –parecía un niño pequeño que había sido regañado por su madre.

–Si, baka.

–Estoy preocupado, osea –hizo una pausa para procesar lo que estaría por decir y que no sonara como un tonto enamorado que se preocupaba por nada –Tengo miedo, miedo de que lo nuestro con Shou cambie, no es que no confíe en el... es que

–Estas dando muchas vueltas, dilo claro.

–No es lo mismo vivir en su misma ciudad que vivir en otra prefectura, no es como si un día despertara y diga hoy quiero verlo, no, no podría hacer eso. Es frustrante, tengo el deseo contaste de verlo y no lo sé... temo que el amor se apague, no hablo de mi, no se claramente cuales son sus sentimientos o que siente por mi.

Se revolco inquieto en la cama con la almohada sobre su cara, Osamu iba a hablar, pero el rubio volvió a hablar.

–Me gusta, maldita sea. Me gusta demasiado y quiero estar con el, es el chico más lindo que he visto –el peligris ya quería golpearlo.

Destination // atsuhinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora