Capítulo 8

136 36 4
                                    

Lo primero que sentí al subirme al auto de Bryce fue culpabilidad y la responsabilidad de que, de alguna forma, la escena de esa noche hubiera sido también mi culpa. Miré por la ventana como Finch le decía algo a Jonah que todavía seguía tirado en el jardín del frente. Me sentí mal por él, porque de algún modo estaba siendo humillado frente a un montón de personas, y sin importar que yo hubiera pasado por ello hace años en el instituto por su culpa, en el fondo mi lado sensible y quizá un poco tonto, sabía que nadie merecía ser humillado, ni siquiera alguien como Jonah.

No pude evitar expresarlo en cuanto Bryce cerró la puerta y me até el cinturón.

—Lo siento.

—¿Cómo?

Hubo una pequeña pausa antes de que yo respondiera.

—No quise ponerte en una situación como esa.

—¿Tú qué culpa tienes que un tipo drogado te haya tomado a la fuerza? —sacudió la cabeza— No es tu culpa, Blair.

Se quedó mirándome unos segundos, esperando a que yo dijera algo, pero no lo hice. Pegué completamente mi espalda al asiento y dejé que encendiera el coche.

Unos quince minutos después estábamos en la playa caminando hacia el mirador. No había siquiera dudado en llevarme a casa, y agradecí que nuestros planes no se hubieran estropeado por culpa de Jonah. Eran un poco más de las once de la noche. No había nadie en la playa y los autos que transitaban era muy pocos. Fue curioso, si te pones a pensar, porque habían personas con casas de veraneo o casa para vivir en esa playa, pero nadie estaba afuera con fogatas o montándose una fiesta siendo vacaciones, sabes. Eso no era muy normal.

Cuando Bryce se sentó en la arena medio cubierta por parchones de zonas verdes hice lo mismo.  

—No he querido preguntar nada al respecto —dijo—, pero puedes hablarlo conmigo. Lo que sea. Puedes, Blair.

—¿En serio quieres escucharlo?

Bryce asintió con entera sinceridad y comprensión.

—Sólo si quieres contarme.

—De acuerdo —me lo pensé unos segundos—. Jonah y yo fuimos novios en la secundaria, creo que en quinto grado. Ya ni siquiera recuerdo qué exactamente me gustó de él, pero dije que sí cuando me lo pidió.

—¿Siempre fue así?

Sacudí la cabeza con duda. —No lo sé, creo que sí. Pero Jonah no me dejó ver esa faceta suya hasta el día que rompió conmigo. Fue humillante. Dijo… él dijo que había estado todos esos meses conmigo para conseguir un beneficio de mí. Dijo que soportarme fue difícil y que había estado saliendo con otras personas mientras estaba conmigo. Todo en medio del pasillo, ¿Sabes? Delante de muchas personas. Y todo porque le pedí que se quedara conmigo esa tarde, porque hacía mucho tiempo que no hacíamos cosas juntos.

Me encogí de hombros. Una ráfaga de viento nos azotó y volví a sacudir la cabeza. Nunca había contado la historia en voz alta, ni siquiera a mis padres cuando entré llorando a casa ese día. Alex fue quien les explicó lo que había ocurrido y todavía, luego de tantos años, seguía sintiéndome humillada.

Nadie merecía sentirse así.

—Quizá fui un poco ilusa. No fue hasta que terminamos que me di cuenta de las señales.

—No es tu culpa —sonó honesto—. ¿Qué pasó después?

—Bueno, Jonah siguió con su vida como si nada. Mis amigos se alejaron y lo mantenían alejado también de mí. Cosa difícil si te digo que compartíamos la mayoría de las clases.

Quizás mañanaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora