Capítulo 13

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—Caballeros y señoritas —los llamó el profesor—. Si no les molesta y dejando la timidez de lado, les pediré que se presenten ante sus nuevos compañeros para poder así conocernos mejor. Adelante.

Los cinco se miraron entre ellos, como decidiendo a través de la telepatía quién sería el primero en pasar al frente. En el plan no habían acordado nada de tener que presentarse como niños de preparatoria. Qué vergonzoso sería esto.

Los estudiantes esperaban impacientes. La verdad es que no acostumbraban a tener alumnos nuevos de intercambio a esas alturas del año, por lo que ver caras nuevas era refrescante ye incrementaba su curiosidad. Más los miembros del equipo de fútbol americano, quienes deseaban en silencio que la preciosa chica de pronunciadas curvas fuese la primera en decir su nombre. Para su mala suerte, la chica gorda y fea se animó a pasar antes que los demás.

—Hola a todos —comenzó diciendo con algo de nerviosismo en su voz. Buscó a sus hermanos al fondo del salón y sus nervios disminuyeron de manera considerable—. Soy Gaia Ajax, tengo veinte años y disfruto mucho de las novelas románticas clásicas. Espero nos llevemos muy bien.

Unos aplausos desganados acompañaron la finalización de su presentación, al mismo tiempo que ella tomaba asiento en un pupitre vacío. Avaricia fue el siguiente.

—Buenos días, chicas bonitas de la fila del frente —con descaro, les guiño a las señoritas que le miraban con ojos soñadores—. Mi nombre es Aaron Ajax. Soy hermano mayor de Gaia y no tengo nada que decir sobre esta clase. Gracias.

No hubo aplausos, pero las sonrisas bobas de las porristas taparon ese incómodo silencio.

—Laia Ajax, veintitrés años, soltera y disponible —las palabras de Lujuria no le dieron ni una pizca de gracia a las féminas del salón. En los hombres tuvieron un efecto contrario, puesto que a más de uno se le cayó la mandíbula cuando analizaron de arriba abajo las piernas de la rubia—. Pero ustedes pueden decirme "perra barata" cuando me lleve a sus novios a la cama.

—Gracias, señorita Ajax, por tan emotiva presentación —cortó el profesor, antes de que sus alumnas se abalanzaran contra la muchacha en un arrebato de furia.

Lo admitía, él quería estar en esa lista de hombres que se llevaría a la cama. Aunque ella no pareciera del tipo que elige a los viejos como él. Tal vez podría sacara relucir su as bajo la manga y chantajearla con una buena nota a cambio de sexo en épocas de exámenes. Eso nunca le había fallado.

El hombre no despegó los ojos del trasero de la chica, quien meneaba las caderas hasta llegar a su pupitre. Autocontrol. Necesitaría mucho autocontrol para que sus alumnos no sospecharan nada.

—Que pase el siguiente. No tenemos todo el día.

Envidia pasó al frente, dando miradas de disgusto a las chicas del periódico escolar, quienes la analizaban de igual manera. Su aura de chica mala ya tenía embobados a los nerds del salón, cuyos lentes de aumento se les comenzaban a resbalar por el sudor acumulado en el tabique.

Soberbia bufó molesto. ¿Qué le veían esos mojigatos a Envidia? Era una chica como cualquier otra. No tenía algo especial que la hiciera resaltar. Idiotas.

—Eliette Berrycloth —hasta su voz ligeramente ronca volvió locos a los chicos—. Veinticuatro años, no tengo hermanos. No espero llevarme bien con ninguno de ustedes porque no me interesa entablar amistades. Solo tengan mucho cuidado de no quitarme la paciencia.

Bueno. Algunos quedaron más enamorados que antes y otros súper aterrados. Pero como bien dicen, para gustos hay colores.

El último fue Soberbia, con el porte alto y la barbilla hacia adelante. Era guapo. ¿Para qué mentir?

Cuando Soberbia se enamore [✔]Where stories live. Discover now